Melibea
A cualquier gobierno con un mínimo de sensibilidad ha de preocuparle que las jóvenes generaciones den tumbos por las esquinas, engolfadas en el abuso de bebidas alcohólicas. El del Partido Popular estuvo a punto de aprobar una ley que regulara el consumo del botellón. No lo hizo, advertido quizá de lo que ahora ha presagiado el actual ejecutivo. En España, todo proyecto en esa línea debe afrontar el problema del vino, fuente de patrimonio y trabajo para un muy amplio sector de nuestra población activa. La resistencia de los productores vitivinícolas al borrador de la ley contra el alcohol, auspiciada por la señora ministra de Sanidad, ha terminado con su retirada. Detrás de quienes se oponían al mismo están en juego cientos de millares de votos y el señor Presidente del Gobierno, consciente de ello, ha desistido de defenderlo, al menos a dos meses de las elecciones municipales y autonómicas. Pero es lo cierto que el consumo de alcohol crece entre los menores, con sus comprobados y negativos efectos sobre el cerebro juvenil, así que alguna vez y pronto habrá que acometer desde Sanidad lo que a Sanidad compete y doña Elena Salgado quizá no ha sabido negociar adecuadamente. ¿O es que preferimos una mocedad maleada por el calimocho antes que una ley que pueda ser motivo de confrontación electoral?
RedDiario
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ELENA SALGADO NO DEBE DIMITIR
Estamos entre los intereses, cada vez más poderosos, de los vinateros frente a la conveniencia sanitaria. La ministra ha perdido una batalla, cierto, pero no ha perdido la guerra: en el medio está la virtud, y éste es un tema sobre el que habrá que volver en momentos menos crispados, es decir, después de las elecciones, al comienzo de una legislatura y no al final de ella. Quizás aprendan la lección de este traspié ahora la propia Salgado, los presidentes de comunidades autónomas productoras de vino, la oposición -la imagen de Rajoy tomando un «pote» acabará pasándole factura, ya lo verán- y la sociedad en su conjunto. Y, claro, esos fontaneros monclovitas que, una vez más, han dado la impresión de que el Gobierno funciona sin coordinación suficiente.
Fernando Jáuregui, La Nueva España.
3 comentarios:
Plantea usted, con su habitual brillantez, dos problemas aparentemente contrapuestos: La necesidad de evitar el progersivo deterioro de la juventud española, vía consumo excesivo de alcohol y del deseo de ganar nuevamente las elecciones por parte del partido en el poder. Yo creo que, con votos o sin ellos, debe prevalecer siempre el principio del bien comun y usted me dirá si el bienestar de los productores de vino es más importante que la evitación del deterioro juvenil. Si, como yo creo, no lo es nuestro Gobierno no debe a mi juicio detenerse en otras consideraciones.
Comparto su opinión y estimo que ese proceder del gobierno se debe a la primacía de los valores de mercado sobre los de conciencia.
El abuso de alcohol por parte de los adolescentes, si no se remedia, es una forma de terrorismo de Estado en la que, como se ha visto ahora, el propio sistema democrático vacila sobre la base de sus principios, que son los votos.
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