Desde que se disolvió el dueto cómico-burlesco Martes y 13, para mayor y más lamentable merma del precario humor exhibido desde entonces en las pantallas audiovisuales, nunca como en este vídeo había tenido oportunidad de lucir don Millán Salcedo y Salcedo, de modo totalmente improvisado, el gracejo que exhibe en el mismo gracias a los méritos de su compaña. Se trata de la del concejal de Festejos del ayuntamiento de Ciudad Real, que merced al don de la elocuencia que dilatadamente irradia, se presta para dotar al episodio, que el señor Millán sazona y conduce con toda la chispa propia de su oficio, de la mejor vitola de Martes y 13, casi al nivel del que singularizó a Encarna y las empanadillas, aunque en esta ocasión sin más guión de por medio que el de un concejal sólo verosímil como integrante de un dueto cómico-burlesco.
miércoles, 24 de enero de 2007
Un concejal de Festejos y el festivo don Millán
Melibea
Desde que se disolvió el dueto cómico-burlesco Martes y 13, para mayor y más lamentable merma del precario humor exhibido desde entonces en las pantallas audiovisuales, nunca como en este vídeo había tenido oportunidad de lucir don Millán Salcedo y Salcedo, de modo totalmente improvisado, el gracejo que exhibe en el mismo gracias a los méritos de su compaña. Se trata de la del concejal de Festejos del ayuntamiento de Ciudad Real, que merced al don de la elocuencia que dilatadamente irradia, se presta para dotar al episodio, que el señor Millán sazona y conduce con toda la chispa propia de su oficio, de la mejor vitola de Martes y 13, casi al nivel del que singularizó a Encarna y las empanadillas, aunque en esta ocasión sin más guión de por medio que el de un concejal sólo verosímil como integrante de un dueto cómico-burlesco.
Desde que se disolvió el dueto cómico-burlesco Martes y 13, para mayor y más lamentable merma del precario humor exhibido desde entonces en las pantallas audiovisuales, nunca como en este vídeo había tenido oportunidad de lucir don Millán Salcedo y Salcedo, de modo totalmente improvisado, el gracejo que exhibe en el mismo gracias a los méritos de su compaña. Se trata de la del concejal de Festejos del ayuntamiento de Ciudad Real, que merced al don de la elocuencia que dilatadamente irradia, se presta para dotar al episodio, que el señor Millán sazona y conduce con toda la chispa propia de su oficio, de la mejor vitola de Martes y 13, casi al nivel del que singularizó a Encarna y las empanadillas, aunque en esta ocasión sin más guión de por medio que el de un concejal sólo verosímil como integrante de un dueto cómico-burlesco.
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