Celestina Tenerías
Leo que Saddam Hussein está ya en el papel póstumo que le corresponde y tenía previsto, al que además de la oportuna epístola prologal quizá le siga el correspondiente libro bestselleriano redactado en sus largas jornadas de cautiverio: Un día después de que el Tribunal de Apelaciones de Irak confirmara la pena de muerte contra él y dijera que puede ser ahorcado en los próximos 30 días, los abogados del dictador iraquí han difundido una carta suya "al pueblo iraquí" en la que el ex mandatario declara que va "a la muerte como un mártir" y llama a Irak a permanecer unido "frente a sus enemigos". La misiva está fechada en noviembre, tras ser condenado a la pena capital. "Me sacrifico. Si Dios lo quiere, me colocará cerca de los mártires y los hombres verdaderos", añade. El comentario del diario The Independent ante la ejecución del ex presidente iraquí es compartido en su previsiones por otros medios europeos de prestigio: El conflicto no sólo se desarrolla entre tropas extranjeras y rebeldes o entre chiítas y sunitas. Florecen las pugnas entre diversas facciones y caciques, al igual que las rivalidades religiosas, étnicas o criminales. Las elecciones no constituyeron un escudo protector contra la creciente anarquía. Puede que en un momento se haya visto la ejecución del derrocado Saddam Hussein como una oportunidad para unir a los iraquíes, pero ni siquiera eso sigue siendo así. Su ejecución, que ahora parece inevitable tras el rechazo de su apelación, conlleva el riesgo de ahondar las divisiones. Esta es la triste moraleja de una intervención que en principio había de generar democracia en Irak y seguridad en toda la región. Saddam mártir y su país más martirizado si cabe. Es como si ésa fuera la solución para la búsqueda de una mayor catástrofe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario