miércoles, 27 de diciembre de 2006

Fidel Castro, la Aguirre y la dignidad

Lazarillo

Yo también me sumo a lo expresado hace unas cuantas horas por el señor Simancas respecto al comportamiento político de doña Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, en lo relativo a la atención médica dispensada a Fidel Castro por un destacado cirujano español, don José Carlos García Sabrido, especialista en medicina gastrointestinal y jefe de servicio del Hospital Gregorio Marañón. El secretario general del PSM-PSOE criticó a la señora Aguirre porque en primera instancia se refiriese al presidente de Cuba cuando se trataba de presumir en torno a la alta cualificación del servicio sanitario en su Comunidad, para pasar más tarde a calificarlo de dictador en atención a las simpatías que la Espe despierta en la extrema derecha, acaso por haber recibido de parte de sus agentes mediáticos alguna indicación correctora en ese sentido. Considera don Rafael Simancas que la señora presidenta no es capaz, ni en las condiciones más favorables, de mantener la dignidad y el decoro debidos a la representación de la Comunidad de Madrid y a sus ciudadanos. Lo más importante en el caso que nos ocupa sería destacar la gran categoría profesional del personal sanitario público de la región, a pesar del déficit financiero y los intentos de privatización del gobierno que doña Esperanza Aguirre encabeza. Lo demás son concesiones a la fobias sectarias de un Partido Popular al que no le vale eso tan recurrido de condenar todo tipo de dictadura, más que nada porque la vivida en España durante casi cuarenta años sigue mereciendo sus respetos.

RedDiario

Noticia
CAMPAÑA ANTICASTRISTA DE AGUIRRE
La extrema derecha, por medio de Esperanza Aguirre y del panfleto electrónico Libertad Digital, no han dudado en utilizar una visita que realizó el cirujano español José Luis García Sabrido a Fidel Castro el pasado fin de semana a título ’’exclusivamente’’ personal, como propaganda contra la isla.
La República.

LECCION DE DIGNIDAD DE MARIANO RAJOY
El presidente del Partido Popular explicó que ha conversado con García Sabrido, jefe de Cirugía del Hospital Gregorio Marañón, y que éste le ha dicho que "lo que aparece en los medios de comunicación, desde el punto de vista médico, es verdad". Yo le creo, porque es el jefe de un servicio de cirugía, una persona seria y competente", manifestó Mariano Rajoy.
20 minutos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues dejad de hablar de una vez del puto panfleto, que es que sólo le dáis publicidad, coño.

Vagabundo dijo...

Madrid-La Habana: Encarnizamiento terapéutico
www.pensamientovagabundo.blogspot.com

Realicé la especialidad en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, el antiguo Provincial -y menos antiguo Generalísimo Franco, como muchos de los pacientes de mayor edad aún le denominan. Los recuerdos de la etapa de residente son para un médico los más duraderos, y tengo entre los míos haber estado integrado en la monumental y caótica mole del mayor hospital de Europa, mastodonte dubitativo y en constante cambio. Por eso me viene ahora a la memoria cómo las políticas internas del Hospital siempre estuvieron vinculadas a obtener el plácet de los políticos “provinciales” (incluso antes de asumirse por las Autonomías las transferencia de la Sanidad, pues el "Provincial" no dependió nunca del INSALUD, sino de la Diputación de Madrid), y que la politización del Centro era de una variante más pragmática que ideológica. El ejercicio de la Medicina allí siempre estuvo amenizado por las pequeñas ambiciones, que eran el origen de una política patatera; en mis últimos años en el Hospital las guerras entre los diferentes Servicios y dentro de los mismos eran libradas siempre con la vista puesta en la Consejería.

García Sabrido, buen cirujano, estaba adscrito a la facción socialista del Hospital, como uno de los pocos leales a muerte a Sabando, último Consejero de Sanidad del PSOE. Creo que es plausible imaginar que haya sido la recomendación de Felipe González, que hacía llamar a Monclóa con frecuencia a los especialistas del Marañón más afines, la más determinante en la elección de Sabrido por parte de la Inteligencia Cubana como cirujano de máxima confianza para una intervención que ya no se prevé que sea mucho más que un embalsamamiento. Nuestro hombre en la Habana tendrá por delante un difícil papelón del que no puede salir más que escaldado. Ninguna decisión médica puede estar basada en la ética médica en medio del akelarre de la nomenklatura cubana, y no parece que al especialista le vaya a ser permitido sugerir un abordaje simplemente paliativo para tan terminal enfermo: no ha sido llevado a Cuba para eso. En esta hora, mucho más útil que su trayectoria de cirujano ha de serle su habilidad para la intriga -en la que tan ducho ha de ser todo jefe de servicio del Marañón- cuando tenga que desenvolverse entre las camarillas del Partido y toda decisión clínica tenga primero que superar el entramado de obstáculos que forman la obediencia castrense, las ambiciones soterradas, los odios intestinos, y el insuperable miedo a un futuro sin Jefe o a un Jefe sin futuro.

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