sábado, 28 de octubre de 2006

El muro de Bush, peor que el de Berlín

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Celestina Tenerías

USA y Latinoamérica, más lejos. Así titulaba ayer el diario argentino Pagina/12 tras la aprobación por Bush del muro de 1200 kilómetros entre Estados Unidos y Méjico. De patio trasero, a toilette, se ironizaba en una de las más reconocidas viñetas del periódico, en referencia a la primera calificación de Fox y a una supuesta contestación del presidente estadounidense. En busca del voto xenófobo más radical que le aportará respaldo en las próximas elecciones, el presidente norteamericano reafirma con su actitud la creciente desconfianza con la que su país mira al mundo desde el 11-S. La rúbrica ha contado con el oportuno seguimiento de la TV para mayor refrendo electoralista del gesto, pieza fundamental de la campaña republicana para aferrarse a sus mayorías en el Congreso y estimular su base de votantes. Deutsche Welle, en una entrevista con Dietrich Thränhardt, preguntó a este experto en política comparada y migración si la equivalencia planteada por el electo presidente mejicano don Felipe Calderón entre el muro de Berlín y el de Bush es pertinente: –respondió Thränhardt-. En la ex República Democrática Alemana no se quería dejar salir a la gente. Estados Unidos no quiere que la gente entre. Sin embargo, la comparación de ambos es posible, pues en la frontera entre México y Estados Unidos mueren anualmente tantas personas como durante todo el tiempo que existió el Muro entre las dos Alemanias. En ese sentido, teniendo en cuenta la cifra de muertes, la frontera mexicano-estadounidense es mucho peor que el Muro de Berlín. Sobre el mismo asunto, Sandra Russo, la excelente periodista del diario argentino aludido, matiza esa comparación con otra que juzga más oportuna, según expone en la contratapa del periódico citado: Siempre a la vanguardia de la paranoia global, Estados Unidos ha decidido construir un muro de 1200 kilómetros en su frontera con México. Un muro semejante se parece, más que al de Berlín, al que Marruecos construyó a lo largo de miles de kilómetros del desierto, para cercar a los árabes saharahuis. Se trata de una manera de usar la arquitectura para expresar el deseo de interdicción. Los norteamericanos padecen mixofobia y harán lo necesario para calmarse. Sin disimulos, sin pruritos, sin pudor. La época los ampara, ya que en cada país de los que ellos desprecian se reproducen los muros, los fosos y las torretas. En cada país de los que ellos doblegan han dejado caer la semilla de la mixofobia, de modo que los bárbaros están atrapados en una cárcel al aire libre: no pueden salir de sus países, y en sus países tampoco son aceptados. Así, con el mismo impudor, se debería reformular la democracia que exporta Estados Unidos, y incluye una premisa básica: los hombres y las mujeres no son iguales ni tienen los mismos derechos, y la libertad que se promueve no es la de circular sino la de impedir circular. La democracia que exporta Estados Unidos demanda hacerse cargo de sus virtudes y defectos: es un sistema de protección de los fuertes a expensas de debilitar hasta la exasperación a los débiles.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Habrá más muros para que los pobres eviten la inanición buscando la vida en los países ricos.

Anónimo dijo...

Pues claro que es peor el de Berlin estaba hecho por los comunistas y el de la frontera de Mexico esta hecho por el capital, creo que la diferencia entre ambos es abismal, pero tampoco este muro fronterizo desmerece al que tenemos nosotros en Ceuta y Melilla.

Anónimo dijo...

Todos los muros son muros.

Anónimo dijo...

Menos los del corazón del amigo.

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