viernes, 25 de agosto de 2006

¡Muerte, muerta seas, muerta y malandante!

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Lazarillo

Por más que tale la muerte
la arboleda florecida,
no habrá en su tajo la herida
que la incline a fatal suerte.


Si en los surcos de la vida
respira un aliento fuerte,
es la muerte la vencida
cuando se siembra la muerte.

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