La salida de bandera de Bono

Melibea

Supongo que cuando se sigue siendo ministro de Defensa, aunque se cese en el cargo al día siguiente, el titular puede decidir lo que don José Bono hizo ayer: izar bandera, convocar a los mandos de los tres ejércitos, despedirse con un discurso como el apetecido y propio de su verbo y besar con unción la enseña patria. A una servidora, todo eso, que le ha parecido de perlas, le mosquea un poco más de lo debido respecto a la sinceridad de don José. Me refiero, claro está, a su retirada de la política. Como no le ha puesto otra definición más concluyente que la de querida sin inmodestia, temo que por amor a esa bandera el señor Bono pueda retornar digamos que para salvarla. Creo, en suma, que el énfasis dado ayer por don José al símbolo de la unidad de España le sirva en el porvenir de excusa, más que de razón cierta y contrastada, para volver a ejercer como lo que ha demostrado ser sobradamente: un político de mucha casta para el que, por edad y condición, la retirada es impensable y sólo puede significar una pausa con amago de estrategia.