miércoles, 12 de abril de 2006

El destino de dos ex: Berlusconi iguala a Aznar

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Félix Población

Tengo entendido que ayer don Silvio Berlusconi, a la hora de comparecer ante los Medios, tuvo unas frases de disculpa para esa media Italia y un corto y decisivo pico de emigrantes que según Il Cavaliere merecieron de sus labios el calificativo de coglione. Es posible que el señor Berlusconi haya recapacitado en su insolente necedad, culpable a lo mejor de que la ciudadanía se movilizara en su contra y lo quitara de en medio con la fuerza de la razón expresada en sus votos.

Pero don Silvio, incapaz esta vez de un solo asomo de sonrisa dentífrica ante los periodistas, reservaba para la ocasión de su derrota un espectáculo más de su miseria moral e infatuada soberbia. Il Cavaliere no está dispuesto a reconocer y asumir la victoria de su adversario por veinte mil votos de diferencia. Exige Berlusconi que se revise el medio millón de papeletas anuladas, en contra del parecer de su ministro del Interior, para quien el número de votos nulos es insignificante.

Llevado de la contrariedad, frustración y hasta resentimiento que ha de comportar la promulgación de una ley electoral promovida por La Casa de las Libertades para asegurar su permanencia en el poder y que, a la postre, le ha perjudicado, don Silvio desprecia el criterio no sólo de su propio ministro responsable de la pulcritud de los comicios, sino el del presidente de la nación, el señor Ciampi, para quien el resultado de los mismos es inobjetable.

Si hasta la fecha las similitudes en el comportamiento político exhibido por Il Cavaliere y don José María Aznar tenían muchos puntos en común, tal parece que en el momento en que el primero se iguala al segundo en su condición de ex, don Silvio buscara el colofón de la semejanza a través de una equiparación entre los partidos de ambos a la hora cuestionar la legitimidad de unas elecciones.

Aquí fue el 11-M, esgrimido y manipulado hasta la falacia por nuestro extraviado ex presidente. En Italia son las papeletas nulas. Aquí, las mentiras sobre una masacre le costaron a don José María ser botado por los electores. Allí, una ley apañada para consolidarse en el poder dominado por sus gestores se les ha vuelto en su contra. Es como si en España y en Italia, ante tamaño desprecio a la ciudadanía, el destino y la razón hubieran jugado a favor de la razón última y mas decisiva en una democracia: la fuerza del voto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de mandarlo a la calle, convendría que Berlusconi fuera a los tribunales y pagara lo que debe.

Anónimo dijo...

Triste final, tan triste como el de su amigo Ansar.

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