ETA y su alto el fuego en capítulos

Félix Población

Yo no sé si habrá una tercera entrega tras las dos que lleva ETA con su pregón de alto el fuego, pero creo que ésta va a ser una de las últimas oportunidades que se le brinde de hacer publicidad a costa de sus siglas.

Aunque es temprano para sacar conclusiones, preveo que esta emisión de comunicados por capítulos a través de su medio de confianza, el diario Gara, deja entrever la debilidad de la organización y su precario caldo de cultivo en la opinión pública más afín desde que el terrorismo alcanzó las dramáticas cotas del 11-M y, también, del 11-S. En ese sentido hablaba ayer de la simbólica victoria póstuma de los fallecidos en la Masacre de los Trenes de Atocha.

Lo que más me interesaría saber, y que nuestro Gobierno hará bien en no desvelar, es cuál va a ser su actitud hasta que las partes se sienten en la mesa de diálogo. Si la debilidad de la banda es manifiesta, ¿le corresponde a nuestras fuerzas de seguridad policial su continuada persecución o a la buena voluntad de los etarras le seguirá un trato equivalente por parte gubernamental?

Para responder a esta cuestión quizá debería saberse, como acaso lo sepan nuestras autoridades competentes, el grado de confianza que merece esa tregua definitiva o si lo que ETA pretende con ella es liberarse temporalmente del acoso sufrido en los últimos años para recomponer en lo posible su dañada estructura interna.

Todo parece indicar que en esta ocasión la banda actúa así porque es su única salida, pero convendría cerciorarse de su estado real de acabamiento antes de entrar en la vía del diálogo. Máxime cuando no se debe descuidar que las de ETA han sido y serán razones basadas en la violencia y las del Gobierno se cifran en razones para la convivencia, de las que no se puede excluir el largo historial de sangre firmado por los etarras.