sábado, 4 de marzo de 2006

Convención ultra del Partido Popular

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Félix Población

Con don José María Aznar al frente, tal como sigue desde que se fue, y don Manuel Fraga redivivo, el Partido Popular celebra en Madrid la convención de sus más radicales esencias. En El Plural dicen que el anclaje exhibido en los discursos es de extrema derecha, pero si por tal se entiende la propia de una organización política democrática ma non troppo, el calificativo me parece suave.

Entre los presentes, y como gran patrono de la nave que él mismo fundó -a quien se le debe respeto y pleitesía-, el señor Fraga ha comprendido a los golpistas del 23-F, cuyo inadmisible proceder juzgó y condenó la Justicia y la ciudadanía de este país hace más de veinte años.

¿A qué viene esa indulgente mirada retrospectiva hacia un hecho vergonzoso que nos abochornó una vez más ante Europa como si la España de finales del siglo XX fuera la de las repetitivas y grotescas asonadas decimonónicas que tanto entorpecieron la marcha evolutiva de nuestro devenir histórico? ¿Se puede concebir en un partido moderno que uno de sus líderes más carismáticos sufra una atrofia mental de ese calibre sin que nadie ose replicar a esa infamia?

Sólo en organizaciones tapiadas de horizonte como la dependiente de la actual ejecutiva del PP, con las ideas ranciamente podridas por el resentimiento de una justa derrota electoral, se puede dar una visión tan ultramontana de la política. Sólo bajo la invocación de un tutelaje como el del señor Aznar -tan celebrado y relamido por el señor Acebes-, adjunto al neoconservadurismo bushiano, se puede concebir una declaración como la de don Manuel Fraga en el año 2006.

Eso es fascismo, señores, y lo que no se entiende es por qué políticos como don Alberto Ruiz Gallardón, con un discurso centrado en la moderación y la necesaria y terapéutica autocrítica, permanecen junto a quienes parecen haber perdido no sólo el control de la sensatez sino el sentido de la vergüenza y el ridículo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El PP se va a romper meses antes de las elecciones generales y meses despues de las municipales.

Anónimo dijo...

Como el PP ha probado el poder, se resiste a romperse aunque su unidad sea ficticia. Un partido de centro en estos momentos puede cosechar con facilidad dos o tres millones de votos, suficient para hacer al PP una faena gorda.

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