jueves, 9 de febrero de 2006

La manipulación del terrorismo como artimaña

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Félix Población

Lo de ayer en el Congreso fue una vez más bochornoso. Los señores Rajoy y Acebes no dejan de rivalizar en futilidades demagógicas que avergüenzan al respetable. Sobre todo si éste es capaz en su asqueo de mantener una actitud equilibrada ante la miserable oposición protagonizada por el Partido Popular en la lucha antiterrorista. No se puede llegar a mayores extremos de insensatez en la manipulación política de un asunto de tan grave entidad.

La excarcelación de presos etarras, vendida por don Ángel Acebes como una especie de licencia del gobierno socialista ante la posibilidad de una negociación con la banda mafiosa, no obedece a otro imperativo que al de un código penal de ascendencia franquista, cumplido bajo la presidencia del señor Aznar con la puesta en libertad de buen número de terroristas, una vez cumplidas sus penas de cárcel tras las reducciones correspondientes.

Servirse de la sanguinaria catadura de alguno de esos presos en previsión de libertad para dar pábulo a la falaz y zafia teoría de que su excarcelación obedece a un hipotético diálogo entre el Gobierno y ETA es, cuando menos, un desacato a los principios de dignidad y honradez que han de sustentar el desempeño como diputado de la representación ciudadana. No se puede manejar con tanto descaro la mendacidad cuando la voz que la articula responde al voto de diez millones de españoles.

Ha sido oportuno, por eso, que el señor Rodríguez Zapatero soportara la graves y arbitrarias acusaciones de don Mariano respecto a la política antiterrorista, de todo punto inadmisibles en un país como el nuestro, tan dolido por la memoria de la sangre derramada, y que a la falta de confianza del señor Rajoy en el Presidente del Gobierno le respondiera éste que él no la había perdido en don Mariano por respeto al líder de un partido con muy nutrido apoyo electoral.

La manipulación del terrorismo por parte del PP como una herramienta más de desgaste del actual gobierno es inédita en la política española. Semejante artimaña era impensable cuando los partidos mayoritarios, en el poder y desde la oposición, debían hacer frente al activísimo calendario criminal de los etarras.

Ahora que las posibilidades de dar por terminado el más negro capítulo de nuestra reciente historia están más cerca que nunca, todo el empeño político del Partido Popular parece que se resumiera en este único objetivo: que Zapatero no logre pacificar Euskadi porque si lo consigue vamos a purgar oposición por muchos años.

Se comprende que el postulado resulta un tanto duro para quienes siguen creyendo que su desalojo del poder obedeció a razones coyunturales y está en su propósito recuperarlo con urgencia y como sea, aunque sea a costa de tanta falacia, simpleza y malas artes. Con una estrategia así de burda bien podría resentirse el PP del apoyo electoral menos montaraz con que cuenta.

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