miércoles, 10 de agosto de 2005

El Quijote, al quechua

Melibea del Huerto

Don Miguel de la Quadra Salcedo, cuya siempre remozada biografía está de suyo tan implicada en la realidad sociocultural iberoamericana, acaba de saldar con su iniciativa de traducir al quechua la extraordinaria obra de Cervantes una deuda mayor de las pendientes con las poblaciones indígenas de aquel continente.

De la Quadra Salcedo, consciente de que la cultura no ha de ser concebida como un lujo cultural por los neutrales, según dijera Celaya en su archiconocido poema sobre lel arte mayor de la poesía, ha logrado que el ingenioso hidalgo hable por fin en la lengua supranacional en que se entienden cerca de veinte millones de personas, que ya es un número sobrado de dignidad y entidad para reconocer en las suyas las pulcras y llenas palabras de don Miguel de Cervantes.

La edición se presentará el próximo otoño en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en Méjico, y contará con frescura colorista de los campesinos del pueblo peruano de San Juan de Sarhua, uno de los muchos que se expresan en ese idioma entre un total de cinco millones de ciudadanos de aquel país. Demetrio Túpac Yupanqui, el periodista y teólogo peruano que se ha encargado de la traducción, ha logrado superar el reto que suponía involucrarse en el barroco castellano del siglo XVII y hacer sonar tal que así el celebérrimo inicio de la obra: Huh k’iti Mancha Sukupi Chaypa sutinta mana yuyanyta Munaninichu.

Se incorpora de tal suerte el quechua a la lista de más setenta lenguas en que ha sido vertida la novela cervantina. El retraso en el alistamiento de un idioma adscrito a la órbita de influencia del español denota la falta de respeto que nuestra cultura concedió a la de los pueblos colonizados, algo que tampoco reconsideraron ni reconsideran los propios gobiernos soberanos de esos países desde las lejanas fechas en que ganaron su independencia de la metrópoli.

Mi amigo Jab de Oslo, que se honra como entusiasta cervantista de saber de memoria la frase de apertura del lugar de la Mancha de cuyo nombre en un porrón de lenguas, seguro que añadirá el quechua a su ranking, convencido de que con ello incidirá personalmente en la reparación de un deplorable olvido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los suplementos literarios de los periódicos son en la mayoría de los casos panfletos publicitarios donde asoman la jeta los amiguetes. El mejor crítico es el lector que ojea y hojea las novedades en una librería o en una biblioteca. Basta una mirada por encima para desechar muchas cosas que se venden como buenos productos.

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