jueves, 2 de junio de 2005

A don Adolfo Suárez, con gratitud y reconocimiento

Adolfo Suárez el 23F

Félix Población

Quienes vivimos aquella primera transición desde el oficio más próximo a su historia cotidiana, no podemos olvidar al timonel de aquella nueva España. La suya fue una conducción por un mar sumamente proceloso en el que asomaban muchos y arduos escollos además de los encubiertos. Don Adolfo Suárez supo sortearlos y permitir, por fin, que el estado de opinión y sentir latente en el país tuviera constancia y reconocimiento en sus órganos de gobierno.

Este Lazarillo, aprendiz entonces de todo, tuvo la oportunidad de reportar a los medios una encuesta entre la clase política en la que se valoraba la posibilidad de que Suárez se presentase como candidato a las primeras elecciones democráticas. La sensatez y perspicacia de los consultados, dejando al lado disidencias ideológicas y algunas pocas excepciones que malograron pronto su carrera, dejó clara esa necesidad para el porvenir en libertad de la nación.

También pudo este modesto cronista atisbar de cerca la indudable honradez y firmes convicciones democráticas del señor Suárez. Disfrutó incluso del privilegio de tratar a una de sus más respetadas y valiosas colaboradoras, Carmen Díez de Rivera, a quien siempre recordará con cariño. El ex presidente de aquellos primeros gobiernos de tránsito hacia una España que trataba de identificarse con la proposición esencial de la libertad sin ira, gracias a sus personales cualidades y a su indudable prestancia como líder político, supo valerse de un competente equipo íntimo de trabajo digno de su estima y confianza.

Pena que en torno a su proyecto se avistasen aún oscuras bandas de escualos, varados en el pasado y provistos de la suficiente capacidad de dentellada como para ensayar nostálgicas regresiones. Cuando esa voracidad retrógrada estuvo a punto de morder la tierna consistencia del nuevo régimen de libertades que la ciudadanía acordó suscribir con su palabra, el señor Suárez se enfrentó a los sicarios del golpismo en un Parlamento bochornosamente enlodado por la sinrazón de las armas. ¡Cómo olvidar esa actitud de briosa dignidad en compañía de su general Gutiérrez Mellado ante los tricornios sediciosos!

Ahora dice su hijo que don Adolfo no recuerda nada de esa historia que de modo tan decidido y decisivo pilotó desde los últimos y caducos restos del franquismo. La enfermedad del ex presidente sólo le permite reaccionar a los estímulos afectivos y al cariñoso recuerdo de Amparo, su esposa. Quienes tuvieron la oportunidad de estimarle, al margen de sus méritos como estadista, no pueden resistirse en estas circunstancias a mandarle, como el que suscribe, un abrazo de reconocimiento y gratitud por todo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre será recordado por la historia quien supo promover una transición tan difícil, entre los asesinos de ETA, que no dejaban de matar, y las bandas fascistas, que mataron y provocaron un golpe de Estado desde un medio de información que se pasó años haciendo apología del golpismo.

Anónimo dijo...

La última novela de Eco versa sobre la pérdida de la memoria sentimental. El señor Suárez aún mantiene ésa. Es triste porque presupone el acabamiento a que nos conduce una enfermedad, pero en su caso yo preferiría recordar antes mis afectos que la memoria política de una parte de nuestra historia que no debió ser precisamente agradable.

Anónimo dijo...

Para mi el señor Suárez ha sido el mejor presidente del Gobierno durante estos treinta años. Le tocó lo más difícil y prefirió retirarse de la política cuando advirtió que su planteamiento de centro podría escorarse hacia la derecha.

Anónimo dijo...

Cuando se le hizo el homenaje a Carrillo se debió pensar que, antes que él, se lo merecía el señor Suárez, que hizo posible la libertad para Carrillo y quienes defendieron un día a Stalin.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo. España debería haber renido un homenaje a Suárez. ¿No estamos a tiempo aún?

Anónimo dijo...

Sólo quisiera mostrar mi más profunda admiración ante el mejor político que España ha tenido jamás. El Señor Suarez no ha sido reconocido como se merece y por eso creo que los españoles estamos en deuda con este gran hombre,es hora de rendirle nuestro más sincero homenaje. Desde mi persona de deseo lo mejor y me apena pensar la enfermedad por la que está pasando y los golpes que le ha dado la vida a un señor que es digno de respeto y admiración por todos los españoles.

Publicar un comentario