miércoles, 29 de junio de 2005

Admirado Miret: La paz es posible

Félix Población

Mi querido Bonhome, amigo de adolescencia y mocedad, me presentó a Enrique Miret con ocasión de un artículo publicado en un diario regional por nuestro profesor de filosofía, don Ramón García de Castro. Ha pasado toda una vida desde entonces y mi admiración por el reconocido polígrafo no ha dejado de alimentarse en la sabiduría de sus aportaciones teóricas a través de libros y conferencias, así como en el dinamismo y eficacia de su proyección social al frente de organizaciones solidarias.

Ahora acabo de leer su última obra, La paz es posible (*), y sin apenas tiempo para madurar y reflexionar el provecho que he sacado del libro, me apresuro a recomendarlo a todo aquel que se interese por las causas de la violencia y agresividad crecientes en esta sociedad nuestra, mucho más preocupantes si se considera las disponibilidades actuales de la tecnología mediática. Miret aboga por el diálogo y el lenguaje como mediadores indispensables para el entendimiento y estudia las claves de las concepciones ideológicas que más socavan ese camino de comprensión: fanatismo, fundamentalismo e integrismo.

Nuestro apreciado y longevo teólogo, lúcido nonagenario, aborda en pocas y substanciosas páginas la historia violenta del catolicismo -en contra del pacifico mensaje evangélico-, así como la prédica de concordia que alienta en el Talmud hebreo y el Corán islámico. La invasión de las sectas, el peligro de los iluminados y falsos místicos, las causas y salidas de la violencia y la imperiosa necesidad de que los españoles sepamos convivir en tolerancia y libertad, son otros tantos capítulos de sugestiva lectura, abordados por Miret Magdalena con la amenidad, documentación e inteligencia que le caracterizan.

Individualmente, para llegar a esa cultura de la paz, sobre la cual escribiera el propio don Enrique un excelente artículo en El País hace unos cuantos años, es necesario alterar la preferencia equivocada que hemos dado en nuestra conducta al tener sobre el ser, según dijo Erich From. Vivimos inmersos -sostiene Miret-en una filosofía pecuniaria como base ideológica única que mueve nuestras acciones. Todo lo demás proviene de esa filosofía: el afán de poder, de sobresalir, de tener éxito y dinero por encima de todo y de todos, del placer inmediato sin respeto a la dignidad de los demás.

Vivimos en un mundo de pasiones, pero no de afectos, y es preciso volver a la definición más correcta que diera Miguel de Unamuno del ser humano: siento luego soy. Porque, como dijo Zubiri, la inteligencia humana ha de ser una inteligencia sentiente, ya que intelegir y sentir no se oponen, se necesitan mutuamente.

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(*)Miret Magdalena, Enrique: La paz es posible. Editorial Espasa, España, 2005.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Miret puede ser muy utópico en una circunstancia como la actual en Irak, que puede pasar de ser coyuntural a durar 12 años.

Anónimo dijo...

Comparto los planteamientos del admirado Miret, desde sus páginas en "Triunfo". La paz es posible: es necesario decirlo, proclamarlo, exigirlo una y otra vez. Sembrar su semilla cambiando actitudes personales y colectivas por doquier.

Anónimo dijo...

Jacint, tú siempre impecable.
Hoy es un día en que se ha visto cómo un país responde a la amenaza terrorista con serenidad y autocrítica, demostrando que no es necesario inventar guerras, invadir países, encarcelar a miles sin un juicio ni pisotear las libertades de sus ciudadanos. Los graves errores que se detallan en las conclusiones de la comisión del 11-M sin duda harán reflexionar a los responsables políticos de entonces.

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