jueves, 5 de mayo de 2005

Le enfermera de Hitler y El Hundimiento

Lazarillo

Los flashes de los fotógrafos la acaban de rescatar del último tránsito hacia el silencio. Se llama, en efecto, Erna Flagel y fue la enfermera del Führer hasta el final de su aciago destino aquí en la tierra. En la mirada deslumbrada y suspensa de esa anciana nonagenaria han descubierto los reporteros un fondo incuestionable de noticia. Unas cuantas declaraciones entresacadas de la memoria enmohecida de la protagonista, la orfandad de su ancianidad reclusa en una oscura residencia geriátrica del norte de Alemania y esos ojos, sobre todo esos ojos desvalidos de presente y abismados en la tragedia de un país arrasado, bastan para que el curioso lector evoque o elucubre una vez más lo que pudo ser El Hundimiento.

Dice Erna Flagel que la excelente película de Olivier Hirchbiegel, con un Bruno Ganz sobresaliente en el papel de Adolf Hitler, refleja certeramente lo que sucedió en el búnker del Reichtag, salvados unos mínimos detalles que no especifica. Flagel pretendió salvar al menos a dos de los hijos del matrimonio Goebbels antes de que su madre Magda acabara con sus vidas mediante el veneno que les suministró durante el sueño. La frialdad en la ejecución de esa tragedia es difícilmente superable por la transparencia, el tempo y el vigor de las imágenes, capaces de contagiar al espectador todo el horror que esa actitud comporta: “Yo me debo a mi marido y mis hijos se deben a mí”. Con esas palabras refleja Erna Flagel la respuesta de Magda Goebbels ante su humanitario requerimiento.

Del Führer comenta su anciana enfermera que su autoridad era tan extraordinaria como su afabilidad con los suyos y que sufrió un repentino envejecimiento durante aquellas jornadas de encierro y zozobra. Tampoco ella vio el cadáver de Hitler, detalle que en el film de Hirchbiegel se tiene muy en cuenta con una explícita omisión.

Sólo Erna Flegel y Rochus Misch, el telefonista del búnker que con 88 años aún reside en Berlín, pueden testificar el final del último imperio que apeteció la conquista del mundo a sangre y fuego y acabó en una ratonera. Quizá para Rochus Misch, que mantiene su inquebrantable silencio contra toda llamada mediática, esa memoria no merezca más comunicación que la del olvido.

PS.- Como sabrá el curioso lector, el matrimonio Goebbels tuvo seis hijos, cuyos nombre comenzaban todos por H, curioso capricho de la madre, cuya fanática devoción por Hitler es reconocida. Tanto Magda como Joseph tuvieron un primer amor judío que marcó profundamente sus vidas. Joseph Goebbels idolatraba a Anka Stahlherm y Magda Quandt, cuando era esposa de un multimillonario hombre de negocios, fue amante de Chaim Arlosoroff, uno de los padres del que luego sería el Estado israelí, aunque fuera asesinado mucho antes. Goebbels y Magda se conocieron cuando ambos eran amantes de una y otro. El matrimonio Goebbels estuvo a punto de romperse en varias ocasiones. Hitler lo evitó otras tantas veces pues consideraba a Magda una especie de madre alemana paradigmática. Toda esa información se puede hallar en un libro de sumo interés: "Las mujeres de los nazis", de Anna Maria Sigmund, historiadora alemana sumamente documentada sobre ese negro periodo de la historia de su país. La obra está editada por Plaza y Janés, año 2.000.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué pero me gustaría creer que el telefonista del búnker seguirá mudo, sin ponerse al aparato de esa dudosa gloria que es asomarse a la publicidad para contar el final de tanto odio.

Anónimo dijo...

Hay un error en la documentacion de Lazarillo. Confunde Anka Stahlherm , que no tenia ascendencia judia y que fue el primer amor documentado de Goebbels con ELSE Janke ,que fue su segunda novia y era maestra en la Katholishe Hochschule Dahlaner Strasse. Pero no se apure el lazarillo, pocos periodistas saben de lo que hablan y al final da igual. Como decia Goebbels una mentira, repetida por los medios de comunicacion mil veces, se vuelve verdad.

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