miércoles, 27 de abril de 2005

El matrimonio homosexual: trifulca en el PP y corajina en la Iglesia

Félix Población

La negativa en primera instancia de varios alcaldes del PP de casar a parejas homosexuales, tal como la católica iglesia dispuso una vez aprobada la ley en el Parlamento, ha levantado una nueva trifulca en las interioridades del PP. Sólo el responsable del partido en Cataluña, señor Piqué, actuó con la energía y rigor necesarios expulsando a un militante, alcalde de un pueblecito de aquella Comunidad, por añadir a esa negativa una ofensa intolerable al colectivo afectado. Denigra a una formación política contar entre sus filas a elementos de esa laya, no sólo por su incongruencia mental sino porque constituyen una auténtica rémora para un partido con presencia activa y aspiraciones de representación social en el mundo corriente.

La nueva batahola entre los populares, ya sean alcaldes o concejales, fruto del ardor combativo del Vaticano en su oposición a la ley, no es lo más idóneo para que don Mariano Rajoy encare con lucidez de reflejos y sin ruido de fondo el próximo debate sobre el estado de la nación. Antes del 11 de mayo próximo, la ejecutiva del partido deberá acordar una línea clara de comportamiento ante el problema y eludir los riesgos de prevaricación que apelar a una supuesta objeción de conciencia puede comportar. Las diferencias de actitud entre el alcalde de Madrid, señor Ruiz Gallardón, dispuesto a cumplir la ley, y los alcaldes de Valladolid, León o Ávila, renuentes a ese acatamiento, pueden denotar algo más que diferencias de criterio en el seno de un partido.Máxime después de que un diputado del PP en las cortes valencianas, don Felipe del Baño, haya decidido hacer pública su homosexualidad.

Por lo que respecta a la católica iglesia, es de anhelar que esa primera corajina ceda con el tiempo ante las cuestiones pendientes, contantes y sonantes, que la institución mantiene con el actual gobierno acerca de su financiación. Cabe la posibilidad incluso de que esté utilizando su asonada por la ley en cuestión como fuerza de choque para obtener algunas concesiones que acaso estime más costoso lograr. No lo debe ver muy claro la jerarquía eclesiástica cuando el arzobispo emérito de Barcelona, monseñor Carles, ha llegado al demencial cotejo de asegurar que la obediencia a esa ley nos lleva a Auschwitz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo del emérito de Barcelona es una pasada. Yo creo que el clero está demasiado cabreado para creer que es sólo por meter presión al gobierno y negociar con ventaja lo de las pelas. Es inconcebible en este tiempo que a los curas les siga preocupando tanto la entrepierna. Viven en la obsesión y así no hay manera de entenderse. El Opus, los legionarios de Cristo, los kikos y demás grupos integristas están fornzando mucho la cuerda.

Anónimo dijo...

Lo que no se puede entender es esas reacciones despendoladas de unos cuantos alcaldes para después entrar más o menos por el haro. El clima de crispación que pretende el PP no puede pasar de donde está. La sociedad española no quiere eso. Quiere que le solucionen sus problemas de cada día, que haya paz, que se acabe con el terrorismo y que la gente que trabaja lo haga en las mejores condiciones. Y también buenas escuelas y educación en la calle y en los políticos, que algunos parece que están en guerra con sus resquemores de no pillar poder y poltrona.

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