lunes, 11 de abril de 2005

El extraviado perdón del lehendakari

Félix Población

Cumple señalar sin malevolencia, desde la arribada del actual y fibroso lehendakari a la cúpula del poder político en el País Vasco, que nunca como ahora se ha hecho su perfil tan antipático al resto de la ciudadanía no nacionalista. Su plan y su discurso electoral indigestan por lo fraudulento y chantajista de sus premisas, salvo a quienes comulgan con sus descabellados horizontes de grandeza demagógica y patriotera.

Merced a la larga permanencia del PNV al frente de los destinos de Euskadi, al partido lo arropa un nutrido sector de la sociedad tan inmovilista como satisfactoriamente dependiente del progresivo ensanche de los círculos de poder gestados durante un cuarto de siglo. Lo mismo pasaba en Cataluña con CIU hasta que los votos cambiaron de criterio.

Al señor Ibarreche le recordaba la prensa el pasado domingo, a través de una carta suscrita por la hija de Enrique Cuesta, delegado de Telefónica asesinado por ETA en 1982, la vieja deuda que como presidente de todos los vascos mantiene con las víctimas del terrorismo en aquel país. Cristina Cuesta reclama a Ibarreche que pida perdón por tanta torpeza, maltrato, desconsideración, ignorancia, humillación, ofensa continuada y hasta desprecio como un dolor añadido más, absolutamente innecesario y cruel, por parte de los precedentes gobiernos nacionalistas a lo largo de tantos años.

Sin ese perdón, extraviado sin duda en la agenda megalómana del fibroso lehendakari, su Euskadi seguirá siendo el de un nacionalismo confesional y extremo frente al que apuesta, con el resto de partidos demócratas, por una ciudadanía vasca sin sectarismos, libre y tolerante, capaz de sostener un proyecto de convivencia conjunto no determinado por la vieja y procelosa sombra del terror.

El 53,2 por ciento de los vascos cree actualmente que en su país no se puede ejercer la libertad de expresión sin miedo. El mismo porcentaje sostiene que lo mejor con vistas al futuro sería partir de cero para reformar el actual Estatuto. Quizá esos datos sean un indicativo alentador para que el próximo domingo se empiece a esclarecer un porvenir en paz con algo más de concordia.

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