lunes, 17 de enero de 2005

Muerte de un actor

Félix Población

Quienes dedicamos una buena parte de nuestra vida, por afición y profesión, al apasionado seguimiento del teatro, no podemos sustraernos hoy a la amarga pesadumbre por la pérdida de uno de nuestros mejores actores.

Pertenecía a la escuela de los cómicos forjados en los rigores de la posguerra. Aquéllos que viajaban a ninguna parte al azar de las leguas en una geografía desolada por tanta ausencia. Nos quedan ya muy pocos de esa altura y hondura retrospectivas, cuyo contribución a la historia del cine y el teatro en nuestro país ha sido esencial a lo largo del último medio siglo.

Dos sobresalientes actores de esa generación acompañaron a nuestro inolvidable Agustín González en el último acto de su trayectoria teatral. Con él, en el teatro Reina Victoria de Madrid y durante los últimos meses, dieron memorable fe de vida y profesionalidad a un oficio al que entregaron lo mejor de sí mismos. Ellos ahora saben y sienten como nadie, con la frescura que dan las vivencias del último trabajo en común, el valor personal y actoral de quien acaba de hacer el definitivo mutis.

José Luis López Vázquez y Manuel Alexandre son testigos del apego de Agustín a la responsabilidad y compromiso por el trabajo bien hecho. Poco faltó para que se nos muriera al pie del proscenio. De no haber asumido con esa formidable y autoexigente entrega, tan habitual en él, su papel en Tres hombres y un destino, quizá esa gripe mal curada no hubiese derivado en la neumonía fatal que nos lo llevó para siempre.

Lo vamos a echar de menos. Al teatro, sobre cuya vitalidad y sobrevivencia tantas sombras se ciernen, cómicos como Agustín le prestaban el calor y pulso de la vieja escuela, una temperatura y un nervio sobre cuyos inefables componentes se sustenta la mejor encarnadura interpretativa de nuestros viejos cómicos.

Menos mal que, pese a perderle como magnífica persona y eminente profesional, nos queda a quienes lo admiramos el testimonio de una filmografía extensa en la que, por cortas que fueran sus actuaciones, supo alumbrar personajes singulares de consistente vigor y enjundiosa credibilidad.

Esperamos que TVE las tenga en cuenta, en sus previsiones de programación más inmediatas, para homenajear a quien sin duda se merecerá el aplauso póstumo y la recordación cariñosa de toda la audiencia.

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