sábado, 13 de diciembre de 2025

POR CURAZAO NO PASÓ CORINA MACHADO, SEGÚN EL PRIMER MINISTRO DE LA ISLA


Lazarillo

Estos días hemos tenido copiosa información acerca de las vicisitudes experimentadas por la lideresa opositora Corina Machado para salir de Venezuela y llegar a Oslo, donde le esperaba la entrega del Nobel de la Paz por instar a la invasión de su país. Generalmente ninguno de esos medios contó que en la capital noruega hubo manifestaciones populares de protesta en contra de la distinción a la galardonada. Tampoco, obviamente, a las versiones del gobierno de aquella república iberoamericana, que desmentían totalmente la odisea de Machado, que el ministro Diosdado Cabello consideraban propia de un guion de Steven Spielberg. Lo más razonable para saber con la mayor certidumbre si se había escrito o no ese guion -copiado por la mayoría de los medios contrarios al gobierno de Nicolás Maduro-, era buscar fuentes en la propia isla de Curazao, adonde se dice viajó la lideresa para volar desde allí a Oslo, con la ayuda de Estados Unidos, según dijo la propia viajera. Pues bien, este viernes Gilmar Simon Pisas, primer ministro de Curazao, afirmó que ninguna autoridad extranjera compartió con su gabinete información previa o posterior alguna sobre la llegada y salida de Machado de esa isla caribeña. Pisas contactó incluso con el consulado de Estados Unidos solicitando noticias al respecto, sin que haya habido respuesta hasta ahora. O sea que lo del Wall Street Journal sobre un viaje secreto en bote a Curazao de la lideresa venezolana para salir de su país, dándolo incluso como una operación de sumo riesgo por el diario El País, habría que haberlo consultado al menos con la primera autoridad de la mencionada isla, cuyas declaraciones sí recogió la agencia de información NTN24.

DdA, XXI/6196


A FAVOR DE TRUMP, EL NOBEL DE LA PAZ SE DA A QUIEN PIDE SU GUERRA


El pueblo venezolano tiene derecho a resolver sus diferencias sin amenazas militares ni sanciones, sin tutelajes ni premios diseñados para dividir. Y frente a quienes se prestan a ese juego, envueltas en discursos prefabricados y aplaudidas por quienes nunca han querido la soberanía de América Latina, lo que queda es seguir defendiendo la autodeterminación, la dignidad y la paz verdadera: la que nace del pueblo y no la que se otorga como medalla para justificar la injerencia.

Manu Pineda

Hay quien se pregunta cómo pueden otorgarle el Premio Nobel de la Paz a una mujer que pide abiertamente una intervención militar extranjera contra su propio pueblo. Pero esa pregunta está mal formulada: no se lo dan a pesar de pedir una intervención militar; se lo dan precisamente porque la pide. Ese es el mensaje que se quiere enviar. Esa es la función que se le asigna.
Ella jamás ganaría unas elecciones libres en Venezuela. Lo sabe ella, lo sabe su entorno y lo sabe el pueblo venezolano. Porque el pueblo no quiere a quien se coloca al servicio de una potencia extranjera como Estados Unidos; no quiere a quien desprecia a su propio país y pide que ejércitos extranjeros decidan su destino por la fuerza. Su proyecto no es democrático ni popular: es una agenda tutelada desde fuera, diseñada para legitimar la injerencia y la desestabilización.
El Premio Nobel, lejos de reconocer un compromiso con la paz, la convierte en una herramienta utilitaria para presionar y dividir a su nación. Es la operación simbólica que convierte la subordinación en virtud, la obediencia en heroísmo y la petición de intervención militar en discurso humanitario.
Intervención de la Sayona Cipaya en Oslo:
Se presenta ante el mundo envuelta en la retórica de los derechos humanos, pero lo que defiende es la fractura de su propio país. Habla de libertad mientras exige sanciones que castigan al pueblo. Habla de democracia mientras implora que potencias extranjeras decidan el futuro de Venezuela. Repite sin matices los argumentos del Departamento de Estado, como si su función fuera la de portavoz regional de Washington y no la de ciudadana comprometida con su gente.
Su intervención en Oslo es, en esencia, un guion escrito para justificar un mayor nivel de injerencia. El escenario, el galardón y la narrativa se combinan para vender al mundo la idea de que la paz en Venezuela pasa por la tutela externa, por la intervención, por la imposición. Nada más lejos de la realidad.

El pueblo venezolano tiene derecho a resolver sus diferencias sin amenazas militares ni sanciones, sin tutelajes ni premios diseñados para dividir. Y frente a quienes se prestan a ese juego, envueltas en discursos prefabricados y aplaudidas por quienes nunca han querido la soberanía de América Latina, lo que queda es seguir defendiendo la autodeterminación, la dignidad y la paz verdadera: la que nace del pueblo y no la que se otorga como medalla para justificar la injerencia.

DdA, XXI/6196



BAJO EL SOL NEGRO DE LA MENTIRA PROLIFERA LA JUNGLA DEL ODIO Y LA INTOLERANCIA

Colaborador de El viejo topo, el autor nos ofrece este artículo, publicado en abierto en el número de este mes de la revista editada en Barcelona. Es de tener muy en cuenta la cita con la que Antonio Monterrubio lo termina, perteneciente a la crónica que hizo Christopher Isherwood de la República de Wéimar: "Oído en un café: un joven nazi sentado con su novia […] está borracho. «Sí, sí, ya sé que ganaremos, de acuerdo», exclama impaciente, «pero no basta». Y golpea la mesa con el puño: «¡Tiene que haber sangre!». La muchacha le tranquiliza […] «Pero claro que la habrá, cariño», le arrulla apaciguadora, «el Jefe lo ha prometido». Unos días después, Hitler fue nombrado canciller, concluye el articulista, y como todos sabemos -aunque no parezca que sirva de mucho- una marea de sangre y destrucción como nunca en el planeta dio continuidad ampliada a la barbarie de la Primera Guerra Mundial, sólo 21 años después. "La crisis de la conciencia moral, la parálisis de la facultad de juzgar, la capitulación del pensamiento, el agostamiento del sentido y la sensibilidad asedian la ciudadela de la dignidad humana, escribe Monterrubio. Derribados sus muros, quedará a merced de los nuevos bárbaros".


Antonio Monterrubio

Que la historia está lejos de ser un largo río tranquilo, un proceso continuado de progreso y perfeccionamiento, no requiere demostración. En múltiples ocasiones ha hecho gala de su sobrada capacidad para echar el freno y dar marcha atrás. El colapso del mundo micénico, en torno a 1200-1100 a. C., sumergió a Grecia en una Edad oscura que se prolongó hasta la aurora de la época arcaica (s. VIII a. C.). Incluso la escritura desapareció. La caída de Roma acarreó un serio retraso que duró siglos. Hace ya mucho tiempo que la Edad media en su conjunto ha sido rehabilitada de su condición de época tenebrosa sin el menor atisbo de luz. Indudablemente, el eclipse no persistió mil años, pero existió.

No hace falta que una civilización se derrumbe para que los infortunios de los más se incrementen hasta límites que ni sospechaban años atrás. El establecimiento de los Estados absolutistas en el oeste de Europa dio la puntilla al modo de producción feudal y significó la desaparición de la servidumbre, a la par que el desarrollo de una economía cada vez más urbana. En el este del continente, sin embargo, «el Estado absolutista era la máquina represiva de una clase feudal que acababa de suprimir las libertades tradicionales de las clases pobres» (Anderson: El Estado absolutista).
En consecuencia, al este del Elba, sucesivas generaciones de campesinos consumieron sus vidas acechadas por la miseria, el hambre y las epidemias, condenados a una muerte precoz. Así, la Amanda Woyke, cocinera de la servidumbre, creada por Günter Grass en El rodaballo y real como la historia misma. Nacida sierva en 1734, verá perecer de inanición a sus tres hijas pequeñas, una más de las innumerables tragedias que jalonaron su desdichada existencia.
Lloró durante tres días de marzo limpios como la porcelana,
hasta que su planto, filtrado, fue solo un iiih.
(Y también en otras chozas
de Zuckau, Ramkau y Kokoschken,
donde a alguien se le había muerto alguien de hambre
se lloraba así: ihhh…).
Nadie se preocupaba por eso.
Como si no pasara nada, echó brotes el sauce.
La Revolución industrial puso las bases de un progreso material acelerado que culminó en la Sociedad de Consumo y Espectáculo. Pero no todos disfrutaron de sus beneficios, ni mucho menos. Y eso incluso en el mismo centro del proceso.
La clase media triunfante y aquellos que aspiraban a emularla estaban satisfechos. No así el trabajador pobre –la mayoría, dada la naturaleza de las cosas– cuyo mundo y formas de vida tradicionales destruyó la Revolución industrial, sin ofrecerle nada a cambio (Hobsbawn: Industria e imperio).
En nuestro día a día, donde el tecnofeudalismo se va imponiendo mientras se eclipsan los derechos sociales, laborales, ciudadanos y aun humanos, esta frase es de palpitante actualidad. Y los paralelismos no se limitan a aspectos tangibles, con una creciente legión de trabajadores abocados a la precariedad y la estrechez. Igual que entonces, cualidades asociadas a determinados oficios como el saber hacer, la tradición, el orgullo de la obra bien hecha, el valor de la experiencia o una cierta moralidad se han evaporado. La monotonía y la rutina, los ritmos impuestos son incompatibles con casi cualquier labor creativa y gratificante. Ni siquiera la vocación es capaz ya de compensar el carácter alienante del trabajo.
Sociedades al completo pueden caer en una locura colectiva autodestructiva. El suicidio de Europa culminado en el periodo 1914-1945 es una muestra excelente. En apenas treinta años, dos guerras al por mayor y otras de extensión limitada segaron millones de vidas de combatientes y civiles. La miseria se ensañó con las poblaciones. Las epidemias hicieron su agosto, el hambre resultante del paro y la guerra diezmó países enteros. Pero si la catástrofe material fue de dimensiones desconocidas hasta entonces, el apocalipsis moral se reveló aún más funesto. Proliferaron los fascismos, con el fervoroso apoyo de grandes masas. La intolerancia y el odio se propagaron como la peste. Todas las líneas rojas éticas fueron cruzadas, incluso borradas del mapa. Por si la monstruosa cantidad de víctimas de tantos desmanes no fuera suficiente, se alcanzó el non plus ultra de la abyección. Se puso en práctica un programa destinado a exterminar a los miembros de una serie de minorías por el simple hecho de pertenecer a ellas. Judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados, opositores políticos fueron perseguidos, cazados o aniquilados ante la indiferencia distraída o el aplauso más o menos entusiasta del populacho. No es creíble que no supieran. Sí que sabían, pero no les importó. Y esto sucedió en países con altísimas cotas de alfabetización, notables niveles educativos y culturas deslumbrantes. El experimento funcionó en su día; luego, dadas condiciones similares, es perfectamente reproducible. Deberíamos andarnos con cuidado. El Mal no habita ya en el lejano corazón de Mordor. Está cerca de nosotros –en no pocos casos, dentro–.
Asistimos, entre atónitos y desencantados, a un proceso de cristalización del mal que, a corto plazo, parece imparable. De los trágicos fenómenos con los que nos toca convivir, el más funesto a largo término es la propagación viral del espíritu de la servidumbre voluntaria. Enloquecidos profetas hacen las delicias de grandes y chicos profiriendo eslóganes ultraliberales que condenan a la pobreza al grueso de la población mundial. Sabido es que la crítica inmisericorde de las nuevas hornadas humanas por quienes dejaron muy atrás su mocedad es un lugar común de venerable antigüedad. Aun así, es difícil negar que hoy una porción no desdeñable de ellas –en particular masculina– enarbola ideas, actitudes y conductas que solo pueden calificarse de nefastas. Cierto es que tampoco en otras generaciones todos, ni siquiera la mayoría de sus miembros, estuvieron movidos por los generosos valores que líricamente se atribuyen a la juventud. Esto no quita que la situación actual sea extremadamente preocupante y presagie, de no cambiar, un futuro poco halagüeño para el planeta y sus pasajeros. Entre el enfervorecido público de los gurús del Egoísmo Salvaje se sitúan en las primeras filas muchos de quienes sufrirán, tarde o temprano, las consecuencias de sus actos. Pero nada parece capaz de detener la marcha hacia el desastre de una humanidad atrapada en su bucle melancólico. Creencias irracionales, prejuicios tribales o sumisiones incondicionales que creíamos desvanecidos en las tinieblas de la historia aparentan haberse conservado en nitrógeno líquido para resurgir ahora, tan frescos, en este invierno de nuestro descontento.
La crisis de la conciencia moral, la parálisis de la facultad de juzgar, la capitulación del pensamiento, el agostamiento del sentido y la sensibilidad asedian la ciudadela de la dignidad humana. Derribados sus muros, quedará a merced de los nuevos bárbaros. Una audiencia cada vez más amplia y enardecida alterna las loas al amo con el odio al desvalido, hace profesión de intolerancia, rinde culto de latría al malismo. La ignorancia y la inhumanidad amenazan con asfixiarnos, no solo metafóricamente. Es momento de actuar, y no de limitarse a discutir sobre si estamos ante un renacer del fascismo o ante un totalitarismo de nuevo cuño. Esto recuerda demasiado la discusión de los conejos acerca de si sus perseguidores eran galgos o podencos. La cuestión es que el Mal con mayúscula, a la par radical y banal, ha regresado, armado hasta los dientes. «Siempre después de una derrota y una tregua, la Sombra toma una nueva forma y crece otra vez» (Tolkien: El señor de los anillos).
El atoramiento de la indignación, último latido de la ética, parece una evidencia. Presenciamos impasibles un desfile incesante de injusticias monstruosas, estremecedoras catástrofes y masacres devastadoras, con o sin coartada bélica. Dedicamos la misma indiferencia a las imágenes de ahogados en el Mare Nostrum convertido en solar de la muerte líquida y las de cadáveres despanzurrados por bombas, misiles y miseria moral. Nada tiene el vigor suficiente para sacarnos de nuestra zona de confort, a la cual nos aferramos con uñas y dientes. Somos la confirmación a gran escala de la validez del axioma neurocientífico que sostiene que al cerebro no le importa la verdad, sino la supervivencia. Si necesita crear un relato que justifique cualquier atrocidad, no le temblarán las neuronas. Y en todo caso, no dudará en dirigir la atención hacia otro lado con tal de ahorrarse el dolor o la angustia.
Allá donde mora el emperador y donde, por ende, se corta el bacalao, comienzan a proliferar signos de un autoritarismo con vocación autocrática. En apenas seis meses de ejercicio, el gobierno Trump bis ha traspasado innumerables límites morales, legales y constitucionales. Lo menos que puede decirse de la troupe circense que escolta al César es que su virtud es de lo más distraída. Forofos de la mentira, la calumnia, las fake news y los hechos alternativos, habitan una realidad paralela a la cual pretenden teletransportar al grueso de la población, idealmente a la sociedad en su conjunto. Una parte considerable vive ya en esa Matrix corregida y aumentada que es el show de Trump, mucho más falso (y letal) que el de Truman. El destino de los réprobos –a pesar del biopoder, la psicopolítica y el tecnototalitarismo, los habrá– será poco envidiable. Tenemos delante a un tipo que amenaza con detener a todo un gobernador de California por el delito de no bailarle el agua. Los ignorantes atrevidos son legión en su gabinete, desde el vicepresidente hasta los inenarrables secretarios de Defensa o Sanidad. El antivacunas militante y conspiranoico de pro Robert F. Kennedy ha despedido a los diecisiete miembros del comité asesor sobre las vacunas para sustituirlos por expertos que comparten su pensamiento mágico y su ideario paleopolítico. Pero seguramente el elemento más representativo de la vileza de las políticas trumpianas sean los pogromos contra los inmigrantes, persecuciones, arrestos y deportaciones arbitrarias –y a menudo ilegales– que cuentan, no lo olvidemos, con el beneplácito entusiasta de nutridos contingentes ciudadanos. Ya se sabe: primero se llevaron a los mexicanos, pero como yo no era mexicano…
Creer que estamos ante un simple puñetazo en la mesa, una subida de la testosterona, una exhibición de fuerza de cara a la galería, sería pecar de ingenuidad. Todo esto responde a una estrategia orquestada a fin de polarizar a la sociedad, justificando así la implantación de medidas de excepción. El objetivo es asentar un poder cada vez más autoritario y sin contrapeso alguno.
Apenas jurado su cargo, el magnate-presidente ya insinuó que la prohibición constitucional de un tercer mandato se le daba un ardite. El programa de control del poder judicial sigue en marcha, al igual que los de establecimiento de un cuasimonopolio mediático o el aplastamiento de la disidencia intelectual y universitaria. Su olímpico desprecio a las reglas democráticas, las normas legales y los imperativos éticos reflejan un insaciable apetito autocrático. Su sueño poco secreto es convertirse en caudillo del MAGA de los mil años. A su vez, esa es la pesadilla de millones de sus conciudadanos y de tantos en el resto del mundo. Pues un gobierno autoritario en los Estados Unidos refuerza los que ya existen en otros países, haciéndolos aún más atrevidos y opresivos. Y facilita enormemente el advenimiento de otros destinados a durar. La sombra amenaza de nuevo con devorarnos.
Muchas son las entidades tenebrosas que se han dejado sueltas en los últimos tiempos. Pero la Princesa de las Tinieblas es la Mentira. Los hechos se ocultan, se transforman, se invierten. La historia se reescribe constantemente ante nuestras narices. Hasta los testigos presenciales terminan creyendo a pies juntillas la versión amañada y autorizada. Todo dato, suceso o cifra puede ser vilipendiado, menospreciado, disimulado o negado si afecta a la imagen del poderoso. Simétricamente, infundios sin pies ni cabeza mutan en dogmas de fe cuando contribuyen a la eliminación de los réprobos. Por racionales y sapiens que insistamos en creernos, confiar en las buenas artes del Sistema Nervioso Central para actuar como estabilizador automático sería un error de bulto. Si nuestro cerebro necesita relatos a modo de alivio, queda muy lejos de su ánimo el contrastarlos con fuentes fiables.
Bajo el Sol negro de la mentira prolifera una tenebrosa jungla de intolerancia y odio. A su sombra se reúnen hordas cada vez más nutridas de orcos y demás criaturas malignas. Todos ellos, incluidos los más orgullosos, como los horripilantes Espectros del anillo, son meros sirvientes, piezas de ajedrez desechables en el Gran juego del Señor Oscuro. Este cuenta con que sus sofisticadas artes nigrománticas serán suficientes para hacerle dueño no ya de la Tierra media, sino del planeta entero. Pero no descarta, si lo considera oportuno, recurrir a terapias más agresivas. Estas vísperas recuerdan otras pasadas.
"Oído en un café: un joven nazi sentado con su novia […] está borracho. «Sí, sí, ya sé que ganaremos, de acuerdo», exclama impaciente, «pero no basta». Y golpea la mesa con el puño: «¡Tiene que haber sangre!». La muchacha le tranquiliza […] «Pero claro que la habrá, cariño», le arrulla apaciguadora, «el Jefe lo ha prometido».
Estas frases proceden de «Diario berlinés (Invierno, 1932-33)», el capítulo que cierra Adiós a Berlín de Christopher Isherwood. Unos días después, Hitler fue nombrado canciller.
DdA, XXI/6196
DdA, XXI/6194

LA VIDA DE LOS VIEJOS NO ES MÁS QUE UNA PREVISIÓN DE INGRESOS



De respetados y consejeros en las sociedades antiguas, a esto. Todos somos mientras producimos una previsión de ingresos en la sociedad vigente, así que el neoliberalismo considera que, sin producir, debemos serlo con mayor motivo. Incluso hasta el extremo de privarnos de la sanidad que hemos pagado cuando se sufre una pandemia y esa desasistencia provoca la muerte de los ancianos enfermos, tal como ocurrió en este país (casi 8.000 en Madrid), muertes hasta ahora impunes: 

Juan José Millás

Nadie nos obliga a comprar en un supermercado concreto, ni a contratar un seguro determinado, ni a vivir en un edificio gestionado por tal o cual fondo buitre. Somos, en apariencia, individuos con capacidad de elección. Pero, si lo examinamos con calma, esa capacidad es un espejismo semejante al que quizá tengan las gallinas en el interior del corral.

Los grandes grupos empresariales —la distribución, la banca, la salud pública externalizada, la vivienda convertida en mero producto de mercado, las residencias de mayores gobernadas por colosos del dinero— fingen seducirnos, pero en realidad nos seleccionan como piezas de su engranaje industrial. La libertad que creemos ejercer es la última fase de un proceso en el que nos inscriben antes de nacer. Piénsenlo: algoritmos que anticipan nuestros gustos, empresas que moldean nuestros hábitos, instituciones que fijan los entornos en los que nos movemos, partidos políticos que actúan como correas de trasmisión de tales entramados.

El ejemplo más feroz tal vez sea el de las residencias de ancianos, convertidas en tuétano de un negocio global donde los residentes son meros activos financieros. De ahí que durante la pandemia de la covid murieran (solo en Madrid y abandonadas a su suerte) casi 8.000 personas mayores sin que nadie haya respondido por esta masacre todavía. La vida de una vieja o de un viejo institucionalizados no es más que una previsión de ingresos. Y si esto ocurre en el tramo final de la existencia, ¿por qué habría de ser distinto en las etapas anteriores? Los supermercados nos segmentan, las plataformas de entretenimiento nos perfilan, las aseguradoras nos calculan, los fondos inmobiliarios nos eligen o descartan como inquilinos garantizados. Cada uno de estos actores casi monopolísticos nos va colocando un collar invisible. Aunque no sintamos su tacto en la piel, podemos percibir, si prestamos atención, los tirones de la correa. Son nuestros amos.

El País DdA, XXI/6196


LOS HOMOSEXUALES EN LOS TIEMPOS DEL "PÓNTELO, PÓNSELO"


Javier de la Puerta

Solo en 1991 se atrevieron en España a hacer una campaña masiva para propiciar el uso del preservativo en las relaciones sexuales. Aunque la campaña se dirigía a toda la sociedad, era evidente que solo el SIDA era en ese momento mortal y los homosexuales éramos el colectivo más afectado. Eso sí, en la publicidad oficial se ve que ponían al mismo nivel la gonorrea y el mortal SIDA. Solo en 1995-1996 se encontró un cocktail de pastillas que empezó a salvar vidas a los enfermos de AIDS, pero para entonces miles de personas habían muerto, con una sociedad que en lugar de ayudar, nos trató a todos los gays como leprosos. Yo he vivido dos pandemias.
La gente joven no puede entender lo reaccionaria y ultraconservadora que era la sociedad española de los años 70, 80 o 90. Para ellos solo había una moral y quien no la seguía era un "pecador". Me enorgullezco de haber "pecado" durante toda mi vida.
La publicidad "Póntelo. Pónselo", sufrió una dura campaña en contra, por parte de los de siempre. No necesito citarlos.

DdA, XXI/6196


viernes, 12 de diciembre de 2025

RENOMBRAR EL CUERPO DE LA MUJER TAMBIÉN ES REPARAR



África Bovaira

Durante siglos, las mujeres fueron excluidas de la ciencia y de la medicina.
El estudio del cuerpo humano, especialmente del cuerpo femenino, estuvo monopolizado por hombres, que solían dar su propio nombre a los descubrimientos anatómicos.
La paradoja es que estos nombres se siguen usando hoy en día, aunque desde 1895 se desaconsejan en el ámbito médico oficial.
¿Por qué? Porque no explican ni la función ni la forma. Y porque dan la sensación de que el cuerpo femenino sigue siendo territorio conquistado.
Nombres que no cuentan nada… salvo quién los descubrió
Aquí van algunos de los más conocidos:
• Trompas de Falopio
En realidad, se llaman trompas uterinas y son los conductos que comunican los ovarios con el útero.
• Glándulas de Bartolino.
Se encuentran a cada lado de la abertura vaginal y segregan líquido lubricante. El nombre correcto sería glándulas vestibulares mayores.
• Glándulas de Skene
Se sitúan junto a la uretra y ayudan a lubricar y proteger de infecciones. También se llaman glándulas periuretrales.
• Folículos de De Graaf
Se conocen como folículos ováricos.
• Conductos de Gartner
Son restos embrionarios del conducto mesonéfrico que a veces persisten en la vagina o el útero.
• Punto G
Ernst Gräfenberg
Es la raíz interna del clítoris.
¿Y si los renombramos?
Por ejemplo: glándulas Lucy, Betsey y Anarcha, en honor a tres mujeres esclavizadas que fueron utilizadas para experimentos ginecológicos por el médico James Marion Sims, considerado durante mucho tiempo “el padre de la ginecología moderna”.
Renombrar también es reparar
Es una forma de visibilizar a las mujeres que la historia médica ha ignorado.

DdA, XXI/6195


VOX LOS PROPONE EN VALENCIA, ¿LLEGARÁN SUS PLANES DE DEPORTACIÓN A LA MONCLOA?

 


Lazarillo

Como las encuestas siguen siendo favorables al crecimiento de Vox en las urnas, haciendo con ello posible un gobierno en el país PPVOX, no está de más recordar que en la Comunidad de Valencia la extrema derecha no sólo ha estado gobernando con Mazón durante la nefasta gestión del president que dio como resultado la muerte de más 200 personas por las riadas hace más de un año, sino que en la agenda del partido de Santiago Obiscal, que dice Trump el Deportador, hay unos planes de deportación (retorno lo llaman) de inmigrantes a sus países de origen. Lo que el grupo parlamentario de la extrema derecha tiene en cartera como proposición no de ley en aquella región es la deportación de cualquiera inmigrante si comete delitos graves, no quiere integrarse en la cultura española o haya accedido ilegalmente a nuestro país, a tal fin supervisaría las concesiones de nacionalidad de los últimos años para evitar el fraude y revocaría la de aquellos inmigrantes que la haya obtenido de manera fraudulenta. Leyendo esa proposición cabe deducir, dado que para estas dos últimas finalidades un gobierno autonómico no tiene competencias, que Vox nos anuncia en la Comunidad de Valencia lo que podría acordar con competencias en el gobierno central si Feijóo llegara con Vox a La Moncloa. ¿Se imaginan en España redadas de inmigrantes que no respeten la "cultura" de la tauromaquia o el "toro de fuego"? 

DdA, XXI/6195


¿ES POSIBLE CUALQUIER ATROCIDAD EN EL CARIBE DESPUÉS DE GAZA?

La editorialista del diario mexicano La Jornada, después la acción de piratería perpetrada contra  un petrolero con bandera turca en la costa venezolana, que transportaba petróleo de este país, cree que los niveles de agresión contra la soberanía de América Latina y el Caribe por parte del gobierno de Donald Trump reflejan su confianza en la posibilidad de acometer cualquier atrocidad con total impunidad, impresión confirmada por la ausencia de consecuencias que tuvo la invasión y el genocidio del pueblo palestino que Estados Unidos junto al gobierno de Netanyahu vienen ejecutando desde hace más de dos años en la Franja de Gaza, con un alto el fuego de apariencia que no deja de incrementar el número de asesinatos de la población civil gazatí.

 


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que la Guardia Costera de su país incautó frente a las costas de Venezuela “el petrolero más grande jamás confiscado”, aunque, como es habitual en su gobierno, no lo identificó ni especificó el lugar de la intercepción. La medida se produjo en medio de una masiva acumulación militar estadunidense en la región, que incluye un portaviones, aeronaves de combate, buques de desembarco y decenas de miles de tropas. Asimismo, el magnate amenazó al presidente de Colombia, Gustavo Petro, con que “podría ser el siguiente”, en referencia a que Washington iría por él tras deponer, por medio de la fuerza militar, al gobierno de Venezuela.

El ataque contra la principal fuente de ingresos del Estado venezolano hace pensar que el despliegue bélico estadunidense en torno a la nación caribeña no tiene y nunca tuvo la intención de combatir el narcotráfico, sino el de consumar el anhelo compartido por los pasados cinco inquilinos de la Casa Blanca: expulsar al chavismo del poder e instalar en Caracas un régimen títere que entregue a las corporaciones occidentales el control sobre las mayores reservas petroleras del planeta.

Esa ansia de hidrocarburos, que debería haberse mitigado conforme el mundo transita hacia fuentes de energía renovables y bajas en emisiones de gases de efecto invernadero, ha vuelto al primer plano con el trumpismo y su determinación de extraer y quemar tanto petróleo como le sea posible. Por ejemplo, en julio la administración republicana eliminó una norma que limitaba emisiones contaminantes de autos y plantas energéticas y hace una semana relajó los topes de consumo de combustible de los vehículos. Se estima que esta última medida provocará un aumento en el uso de gasolinas y diésel de alrededor de 380 mil millones de litros hasta 2050, así como un alza de 5 por ciento en la producción de dióxido de carbono.

De manera complementaria, cabe preguntarse si los embates contra Caracas y Bogotá forman parte de un plan de Washington para apoderarse de las rutas de trasiego de cocaína existentes y abrir nuevas, por ejemplo, a través de Venezuela, por donde en la actualidad no pasa ni la vigésima parte de la que se produce en su vecino occidental. En este sentido, debe recordarse que la Casa Blanca y sus agencias de inteligencia han trabajado una y otra vez con gobiernos que usan un discurso de mano dura contra el crimen a fin de ocultar su carácter delictivo, como ocurrió con el calderonato en México y el narcoparamilitarismo de Álvaro Uribe en Colombia. En el primer caso, los mismos estadunidenses han reconocido que su hombre fuerte en nuestro país, Genaro García Luna, fue el gran dirigente del narcotráfico mientras encabezaba las instancias encargadas de combatirlo. Las perspectivas de que Uribe vuelva a gobernar Colombia por medio de testaferros tras las elecciones del año entrante sin duda incentivan a Washington a cerrar la pinza en torno a Venezuela, la última ficha que les faltaría para tener un dominio total sobre el lucrativo negocio de los estupefacientes en Centro y Sudamérica.

Al mismo tiempo, los niveles de agresión contra la soberanía de América Latina y el Caribe reflejan la confianza del trumpismo en su posibilidad de perpetrar cualquier atrocidad con total impunidad, impresión confirmada por la ausencia de consecuencias en el genocidio que lleva dos años ejecutando de la mano de Israel sobre el pueblo palestino. La presencia de gobiernos de derecha y de ultraderecha alineados con Washington en Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana, El Salvador, Trinidad y Tobago, aunada a la probable llegada al poder de un grupo político abiertamente pinochetista en Chile y la amenaza del uribismo en Colombia, es otro factor que envalentona al trumpismo al mostrarle que la región se encuentra dividida y sin posibilidad alguna de resistir el injerencismo, venga en forma de sanciones ilegales, de actos de piratería como el cometido ayer contra el petrolero o de bombardeos y masacres.

Ni de Trump ni de sus aliados cabe esperar actos de respeto a la legalidad internacional, por lo que México y las escasas democracias que se mantienen en pie en el ámbito latinoamericano deben prepararse para tiempos oscuros, de lo cual son una anticipación las constantes agresiones diplomáticas que nuestro país ha sufrido a manos de regímenes de facto y autoritarios en la región andina.

LA JORNADA MX.

CUANDO EL PAPA DE ROMA HABLABA CON ROMANELLI, PÁRROCO DE GAZA

 


Félix Población

Ayer le dieron el Premio Nobel de la Paz en Oslo, una ciudad que registró por ello protestas ciudadanas en las calles sin que los grandes medios de comunicación dieran noticia de la mismas*, a una señora que defiende la barbarie perpetrada por el Estado de Israel en la Franja de Gaza y que goza de la fraterna amistad de Donald Trump, máximo valedor de esa barbarie y de un alto el fuego durante el que se siguen contabilizando asesinatos de la población civil palestina. Javier de la Puerta nos facilita hoy desde Jerusalén este vídeo de la situación que se vive en los extensos campos de tiendas de campaña en que se ha convertido la existencia de un pueblo masacrado y unas ciudades arrasadas por los bombardeos israelíes. Aunque las temperaturas siguen siendo suaves, la lluvia hace mucho más penosas las circunstancias en las que los gazatíes se ven obligados a vivir, sin infraestructuras de ningún tipo. Es el padre Gabriel Romanelli, párroco de la única iglesia católica de Gaza, el que ha colgado este vídeo para que tengamos cabal idea de la situación. Como recordarán, Romanelli recibía a diario la llamada telefónica del anterior Papa Francisco para tener información en directo del episodio histórico más brutal ocurrido en el planeta desde el holocausto en los campos de exterminio nazis. El actual pontífice no debió de considerar propio de su ministerio en la tierra mantener ese contacto con el único representante de su iglesia en la tierra arrasada de Gaza. Es un modo de deserción, a su vez, del mensaje de Cristo, sobre el que no he escuchado ni leído ningún comentario. Con razón Javier escribe que cuanto más escucha y lee la palabras de León XIV, más echa de menos la autenticidad de su predecesor, otra excepción loable en la iglesia de Roma. Me pregunto si ese hilo directo que mantenía el Papa Francisco con el padre Romanelli para saber de la barbarie israelí en Gaza lo ha interrumpido Robert Francis Prevost por no importunar a su compatriota Donald Trump, el forjador de un alto el fuego igualmente asesino. La guerra no terminó, nos dice Romanelli.

*Es de hacer notar que mientras la edición digital de El País España dedicaba ayer un amplio espacio a la supuesta odisea vivida por Corina Machado para salir de su país con dirección a la capital noruega, sin una sola alusión a las protestas en las calles de Oslo, la edición de El País América sí las tenía en cuenta, como hicieron otros medios de América Latina. 

DdA, XXI/6195

NOBEL DE LA PAZ HACIA EL ABISMO DEL DESPRESTIGIO

El Nobel de la Paz a Corina Machado  justifica el golpe blando, sanciones, bloqueos, y si hace falta, una "intervención humanitaria" como en Libia o Irak. Nada de Paz, esto ha sido un cheque en blanco para que el imperialismo campe más a sus anchas de lo que ya hace.



Juan Tortosa

Confirmado: Tras la performance organizada en torno a la ceremonia del Nobel de la Paz por parte de Corina Machado y quienes la apoyan, pocas dudas quedan ya de que se interpretó un guion estudiado al detalle. Todo perfectamente medido durante varios días, con la dosis de suspense reglamentaria, para obtener la máxima repercusión. ¡Oh, casualidad!, la premiada solo consiguió llegar una vez que su “contrita” hija Ana Corina Sosa Machado había recogido ya en su nombre la medalla de oro y el diploma acreditativo y leyera el discurso de aceptación donde proclamó a los cuatro vientos que su madre solo aspira a “vivir en una Venezuela libre”. Un debut en el mundo del show business demasiado perfecto para estar improvisado.
El Premio Nobel de la Paz de este año ha sido una decisión política con la intención de blanquear y justificar el cambio de régimen al que la internacional del ultraderechismo aspira en Venezuela. Ni una palabra sobre las violaciones de los derechos humanos y sobre los ataques que rozan el terrorismo de Estado que está protagonizando EEUU en aguas de Venezuela. Muy elocuente la presencia de los cuatro mandatarios latinoamericanos que asistieron al acto: el argentino Javier Milei, el panameño José Raúl Mulino, el paraguayo Santiago Peña y el ecuatoriano Daniel Noboa, cuyo sueño húmedo es tener pronto como colega a Machado para rendir juntitos todos ellos descarada pleitesía a un Donald Trump, dispuesto a descuartizar América Latina.
Esto no va paz, ni de libertad ni democracia. Va de petróleo, de gas, de litio y de joderle el patio trasero a China y Rusia. Va de intereses económicos y geopolíticos. Un guiño descarado a los halcones de Washington y Bruselas cuyo objetivo más urgente es acabar con Nicolás Maduro de una vez. El Nobel de la Paz lleva años en crisis de legitimidad, y este año se ha tirado de cabeza al abismo. Premiar a Machado no es más que legitimar intervenciones disfrazadas de humanitarismo, erosionando la autoridad moral del premio.
Venezuela tiene las mayores reservas de crudo del planeta. Con Maduro alineado con Pekín y Moscú, Occidente babea por un gobierno títere que abra las puertas a Exxon y Chevron. Machado es el rostro perfecto: liberal, anticomunista, y dispuesta a privatizar todo lo que huela a soberanía. El Nobel justifica el golpe blando, sanciones, bloqueos, y si hace falta, una "intervención humanitaria" como en Libia o Irak. Nada de Paz, esto ha sido un cheque en blanco para que el imperialismo campe más a sus anchas de lo que ya hace. Punto.

LAS CARGA EL DIABLO DdA, XXI/6195