domingo, 28 de diciembre de 2025

LOS INOCENTES DE ARGELÈS-SUR-MER, BADALONA, GAZA, CISJORDANIA, ESTADOS UNIDOS...

Hoy Europa —esta Europa que se da golpes de pecho hablando de derechos humanos— discute con naturalidad la posibilidad de «externalizar a los refugiados», como quien externaliza residuos tóxicos. Albania, Marruecos, Libia… Palabras que suenan técnicas, neutrales, pero que esconden destinos muy concretos: prisión, esclavitud, violaciones desierto, muerte...Quizá el Día de los Inocentes debería dejar de ser una broma. Quizá debería volver a ser memoria. Memoria de los españoles que durmieron en la arena francesa, de las madres que cubrían a sus hijos con mantas húmedas, de los hombres que cargaban maletas vacías. Memoria de los inocentes de ayer y de hoy.



Paco Arenas

Podría empezar diciendo que esta foto es de refugiados españoles en Francia, pero eso sería quedarse en la superficie, como quien mira una grieta sin preguntarse por el edificio entero. La imagen —una madre con un niño envuelto en mantas, un hombre cargando lo poco que queda de una vida, un crío comiendo como si el hambre tuviera horario— pertenece al invierno de 1939, cuando cientos de miles de españoles cruzaron la frontera huyendo del fascismo. Francia los recibió, sí, pero los recibió con alambradas. Argelès-sur-Mer no fue un balneario: fue un campo de concentración a cielo abierto, arena, viento, frío y vigilancia armada por soldados africanos «tirailleurs marocains». Españoles, republicanos, inocentes. Como los de la foto, los mismos que luego terminando liberando París del yugo nazi, vaya paradoja, ¿no?
Conviene repetirlo despacio, para que no se nos oxide la memoria: los españoles también fuimos refugiados. También fuimos «el problema que molestaba», la escoria para los fascistas franceses, y también para muchos «demócratas» galos. También fuimos hacinados, despojados, vigilados. También nos llamaron indeseables. También nos encerraron «por nuestro bien» y «por seguridad». Cambian los nombres y el color de la piel, pero los mecanismos eran los mismos, el fascismo siempre actúa igual, en París, Badalona, Madrid o en Washington.
Hoy Europa —esta Europa que se da golpes de pecho hablando de derechos humanos— discute con naturalidad la posibilidad de «externalizar a los refugiados», como quien externaliza residuos tóxicos. Albania, Marruecos, Libia… Palabras que suenan técnicas, neutrales, pero que esconden destinos muy concretos: prisión, esclavitud, violaciones desierto, muerte... En Libia, la esclavitud no es metáfora: es mercado. En Marruecos, el abandono en el desierto no es excepción: es método, Europa no mata a los deportados, Marruecos los abandona en el desierto a su suerte, esas personas se mueren solas, y nadie es culpable, vergonzoso. En Albania, les espera la prisión mientras deciden a qué mafia de esclavos los venden en Libia.
Mientras tanto, nos reímos cada 28 de diciembre. Hacemos bromas, compartimos inocentadas, celebramos un día que nació para recordar a los niños asesinados por el poder y que hoy sirve para anestesiar conciencias. Porque la tragedia de los inocentes no terminó en Belén. Ni en Argelès-sur-Mer. Sigue viva, muda y constante, en el Atlántico, en el Mediterráneo que se traga cuerpos, en Gaza que se traga infancias, en las fronteras, no en Badalona, donde su alcalde actúa como si fuese un nazi.
Los muertos del mar no tienen retrato. Los refugiados de hoy no tienen foto en sepia colgada en un museo. Son cifras, «flujos migratorios», «presión migratoria», «sin papeles» Palabras limpias para realidades sucias. Y los que sobreviven —los que nos sirven el café, recogen la fruta o limpian las habitaciones— reciben una etiqueta cómoda: «menas», «ilegales», «okupas», con k, pegándole una patada a la lengua castellana, ellos que se creen tan españoles. Así no hay que verlos a los ojos. Así no hay que recordar Argelès.
Esta foto nos incomoda porque «nos devuelve el espejo». Porque podríamos ser nosotros. Porque lo fuimos. Porque cuando Europa decide hoy mandar a los refugiados fuera de sus fronteras, no está inventando nada nuevo: está repitiendo la misma cobardía de entonces, y que tan mal le salió.
Quizá el Día de los Inocentes debería dejar de ser una broma. Quizá debería volver a ser memoria. Memoria de los españoles que durmieron en la arena francesa, de las madres que cubrían a sus hijos con mantas húmedas, de los hombres que cargaban maletas vacías. Memoria de los inocentes de ayer y de hoy.

DdA, XXI/6211

SI LA UE NO RECUPERA LA DIGNIDAD, ESTADOS UNIDOS ACABARÁ CON LA UE

2025 ha supuesto la renuncia de la UE a ser baluarte autónomo de la paz y la democracia, y el reconocimiento de su sometimiento servil e indigno a Estados Unidos, sin embargo podría disponer de una “bomba” que produciría un daño inmenso a la economía estadounidense si la utilizara: la empresa neerlandesa ASML –sujeta a legislación neerlandesa, normativa europea, y decisiones políticas del gobierno holandés y de la Unión Europea– es la única que fabrica las máquinas de litografía sin las cuales no se pueden grabar los microchips esenciales para las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Ante las amenazas y agresiones trumpistas, Europa podría recurrir al mismo tipo de restricciones que impone Estados Unidos y bloquear la producción de chips. La inacción de Europa es el resultado de muchas décadas de sometimiento al imperio, de democracia inexistente.


Juan Torres López

Hay muchos motivos por los que el año que está a punto de acabar merece ser recordado con frustración y dolor. Hemos vuelto a contemplar auténticos genocidios. Según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), el número de conflictos armados ha vuelto a ser el más elevado desde la Segunda Guerra Mundial, involucrándose en algunos de ellos potencias nucleares, con el riesgo añadido que eso conlleva. Amnistía Internacional ha mostrado que la situación de los derechos humanos se deteriora en todo el mundo. Las causas, según esta organización, son la “inacción colectiva para abordar la crisis climática, revertir las desigualdades cada vez más profundas y restringir el poder de las empresas”, así como “la deriva hacia prácticas autoritarias y crueles medidas represivas contra la disidencia en todo el mundo”.

Hay, pues, numerosos elementos que podrían ser tomados como muestra de la desastrosa situación en la que se encuentra el planeta. Sin embargo, me parece que hay uno que tiene una especial relevancia geopolítica y estratégica, y que yo elegiría como referente de 2025: la renuncia de la Unión Europea a ser un baluarte libre y autónomo de la paz y la democracia, y el reconocimiento público de su sometimiento servil e indigno a Estados Unidos.

Costaría trabajo señalar un solo mes del año en el que no se haya producido una ofensa, un insulto, una amenaza, alguna muestra, en fin, de desprecio, agresividad y enemistad de la administración de Donald Trump hacia la Unión Europea, sus valores fundacionales y su ciudadanía. Y el mismo esfuerzo llevaría encontrar alguna respuesta firme, digna y con coraje por parte de sus mandatarios. 

En febrero de 2025, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente JD Vance criticó que Europa defienda la democracia, y señaló a la extrema derecha neofascista como la portadora de los valores que Estados Unidos quiere compartir en nuestro continente. Poco más tarde, Trump ridiculizó a Zelenski y después los líderes europeos lo visitaron para ser recibidos como alumnos a quienes el director de la escuela apercibe y da instrucciones. Después, la mayoría de los gobiernos europeos se arrodillaron ante “papito”, según llamó el secretario general de la OTAN a Trump, y aceptaron un caprichoso, irracional e injustificado compromiso de llegar al 5 % del PIB en gasto militar. Por si eso fuese poco, la presidenta de la Comisión Europea superó todas las marcas de la indignidad aceptando las imposiciones comerciales del presidente estadounidense en un campo de golf propiedad de este último. La Estrategia Nacional de Seguridad publicada hace unas semanas confirmó de la forma más nítida posible que Estados Unidos desprecia a la Unión Europea y que se dispone a apoyar a las fuerzas políticas que ponen en cuestión su propia existencia. El año termina con sanciones a dirigentes europeos que pusieron en marcha normas comunitarias en defensa de libertades y derechos de ciudadanía elementales.

Ante todo eso, la Unión Europea apenas ha abierto la boca. O ha callado, o no ha ido más allá de mostrar algunas respuestas tibias, tan tímidas, impotentes e ineficaces que, en lugar de reforzar o marcar su posición, lo que han conseguido es producir vergüenza y quedarse en una situación aún más insignificante, en ridículo y en evidencia en el escenario internacional. Ha sido tan sumisa ante las afrentas de Estados Unidos como silente ante las crueldades de Israel en Palestina. En ambos casos, cobarde y, por tanto, cómplice de la autocracia y del crimen.

La única reacción consistente de Europa ha sido el rearme. Una respuesta, sin embargo, que la debilita aún más porque es una estrategia que carece de elementos esenciales para poder ser una sincera y útil apuesta para garantizar nuestra defensa: unidad política y un ejército auténticamente paneuropeo, no depender del material bélico y de la inteligencia de terceros y en concreto de Estados Unidos, autonomía energética e industria potente y, sobre todo, una ciudadanía dispuesta a tomar las armas bajo una misma bandera. El aumento del presupuesto militar sólo lleva a lo único que saben hacer bien los dirigentes y las instituciones europeos, aumentar las ganancias de las grandes corporaciones.

La Unión Europea ha capitulado ante Estados Unidos cuando este se ha mostrado como enemigo de Europa. Y lo peor no es que lo haya hecho ante los aranceles, las anunciadas sanciones a empresas o las ya establecidas sobre personalidades europeas, como he mencionado, o ni siquiera ante la que va a ser cada vez mayor intromisión trumpista en Europa para apoyar al neofascismo europeo. Lo que realmente está dando por bueno es lo que Estados Unidos ya expresa sin ningún disimulo: su nueva y obligada estrategia para sobrevivir como potencia imperial pasa por reducir Europa a la nada, económica y políticamente hablando.

La pregunta clave en esta situación es si la Unión Europea está en condiciones de responder de otro modo, o si necesariamente ha de darse por vencida, aun a sabiendas de que esto sólo la llevará a la irrelevancia internacional y quizá por un camino sin vuelta atrás hacia su progresiva desintegración.

Johnny Ryan, director de Enforce, una unidad del Consejo Irlandés para las Libertades Civiles que supervisa los derechos humanos en las grandes plataformas digitales, escribió en septiembre pasado un artículo significativamente titulado Europa debe tomar la bazuca o será humillada. De él se deduce que si Europa no se está defendiendo es porque sus dirigentes no lo desean, y no porque carezcan de medios para hacerlo. El arma a la que se refería Ryan es, simple y llanamente, que Europa cumpla sus propias leyes –en concreto el Reglamento General de Protección de Datos– y que utilice los instrumentos anticoerción de los que dispone. 

Como señala Ryan en otro un artículo posterior publicado en The Guardian, se sabe que las grandes empresas tecnológicas estadounidenses están entrenando sus modelos de IA con grandes cantidades de datos personales, algo que es ilegal en Europa y que sólo salvan gracias a que la Comisión Europea viene haciendo la vista gorda con la normativa muy laxa en ese aspecto de Irlanda. 

Si la Unión Europea “tuviera el coraje de ejercer esta presión –dice Ryan– estas empresas tecnológicas estadounidenses tendrían que reconstruir sus tecnologías desde cero para gestionar los datos correctamente”. Y a esto se podría añadir que Europa dispone de otra “bomba” que produciría un daño inmenso a la economía estadounidense si la utilizara: la empresa neerlandesa ASML –sujeta a legislación neerlandesa, normativa europea, y decisiones políticas del gobierno holandés y de la Unión Europea– es la única que fabrica las máquinas de litografía sin las cuales no se pueden grabar los microchips esenciales para las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Ante las amenazas y agresiones trumpistas, Europa podría recurrir al mismo tipo de restricciones que impone Estados Unidos y bloquear la producción de chips.

Como dice Ryan, es poco probable que la burbuja de la inteligencia artificial sobreviviera a este doble impacto. La Unión Europea podría frenar en seco la economía estadounidense, actualmente impulsada por la inversión en inteligencia artificial. 

Son sólo dos ejemplos que fácilmente demuestran que Europa sí dispone de instrumentos para enfrentarse inmediatamente a Estados Unidos y negociar en lugar de someterse, si sus dirigentes quisieran; como han querido los de Brasil, por ejemplo, cuando han plantado cara con dignidad a una potencia mucho más poderosa.


No se trata, sin embargo, de una simple falta de voluntad y dignidad de las autoridades europeas. Su inacción es el resultado de muchas décadas de sometimiento al imperio, de democracia inexistente a escala paneuropea, de un diseño institucional concebido para satisfacer la avaricia corporativa en lugar de para generar bienestar y que, por tanto, ha dejado sin suficiente protección ni seguridad a la gente corriente, lo que ahora la lleva a caer cada vez más en brazos de la extrema derecha. En lugar de generar pulsión democrática que le ayudara a defenderse de agresiones exteriores, los dirigentes y las instituciones europeas se han convertido en la fuente de insatisfacción que alimenta al autoritarismo; y la vergüenza y repulsa ante el modo en que se comportan sus dirigentes sustituyen al afecto y la complicidad que son imprescindibles para forjar comunidades unidas, libres y estables.

Quienes han decidido y deciden ahora los destinos de Europa sometiéndose al imperio de las grandes empresas y al interés de Estados Unidos la han convertido en enemiga de sí misma. En una especie de enferma autoinmune, pues ella misma genera los elementos que la atacan, en lugar de producir los valores de la paz, la democracia, el bienestar y la seguridad como las mejores y más efectivas defensas ciudadanas y civilizatorias que son para protegerse de cualquier amenaza exterior. 

Y sólo hay un error mayor que eso: creer que se sufre una simple enfermedad pasajera que desaparecerá cuando Donald Trump abandone la Casa Blanca. En el supuesto optimista que no venga una etapa aún peor en 2028, la vuelta del Partido Demócrata podrá aliviar las formas, pero no evitar lo fundamental, como ya empezó a ocurrir con Obama y Biden, o hubiera sucedido si hubiese ganado Kamala Harris. El problema de fondo no es Trump, sino que el imperio en declive ya no puede pagar aliados, que debe defenderse a sí mismo y que hará lo que sea necesario para que Europa desaparezca del tablero internacional. Es lo que ocurrirá inexorablemente si aquí no se recupera la dignidad y si no se da completamente la vuelta al diseño de la Unión Europea.

CTXT  DdA, XXI/6211

¿Y SI EN EL HALLAZGO DE VELINTONIA ESTUVIERA LA VOZ DE GARCÍA LORCA?

 



Félix Población

En 2027 se abrirá La Casa de la Poesía de Madrid, antigua residencia del poeta Vicente Aleixandre, uno de los poetas de la llamada Generación del 27 que para algunos entre los que me cuento debería llamarse Generación de la República. Aparte de contar con un auditorio, la casa-museo dispondrá como es lógico de un archivo del poeta, Premio Nobel de Literatura en 1977, en cuyas dependencias se va a contar, gracias al descubrimiento del que hoy informa el diario El País, de una pequeña maleta de lona en la que se han encontrado cartas y poemas de Miguel Hernández, Luis Cernuda y Federico García Lorca. En el caso del poeta granadino asesinado en el verano sangriento de 1936 por los militares sublevados, se trataría de más poemas pertenecientes al ciclo Sonetos del amor oscuro. Con todo, lo más interesante del hallazgo podría ser "una pequeña caja redonda con un carrete de alambre (utilizado en las grabaciones de los años treinta y cuarenta), en aparente buen estado, en el que figura la anotación: G.L. Radio Stentor, Buenos Aires, 1933, del que no se conoce el contenido, ya que aún no ha podido ser reproducido". Las iniciales corresponde a los apellido de García Lorca. El poeta y dramaturgo llegó a Buenos Aires en octubre de 1933 y residió en esta ciudad, de la que se sintió enamorado, durante seis meses, aunque en principio pensaba pasar unas pocas semanas. Viajaba Federico a América del Sur por tercera vez, si bien era la primera vez que visitaba Argentina. Su objetivo era promocionar su compañía de teatro La Barraca y comprobar el éxito de crítica y público de su obra Bodas de sangre, interpretada por Lola Membrives. Residió en la Avenida de Mayo, en el Hotel Castelar. Durante su estancia, se incorporó a la vida social de la ciudad hasta el punto de acompañar al piano a Carlos Gardel en casa del cantor de tangos. Tan agasajada y celebrada fue la presencia de García Lorca en Buenos Aires que le escribió a su madre: "Me tratan como a un ministro", según contó su biógrafo Ian Gibson. No se qué pensará Gibson del hallazgo de esa cajita redonda en la maleta de lona de la tantos años abandonada casa de Vicente Aleixandre, maleta oculta posiblemente en el garaje durante la dictadura, pero tengo para mí que podríamos estar ante el hallazgo por fin la añorada voz de Federico García Lorca. 

DdA, XXI/6212

sábado, 27 de diciembre de 2025

DEPORTACIÓN Y NEGOCIO: TRUMP Y LOS MILES DE MIGRANTES EN ALMACENES INDUSTRIALES


En el editorial del diario mexicano La Jornada se habla de los más recientes ejemplos del negocio multimillonario creado o potenciado por la cruzada antimigrante del trumpismo. Como todo en Estados Unidos, localizar, secuestrar, encarcelar y deportar de manera ilegal a personas en situación migratoria irregular –o a quienes se acusa falsamente de estarlo– se ha privatizado y puesto en manos de empresas muchas veces afines a la agenda de la Casa Blanca. Mantener a una sola persona detenida cuesta 150 dólares al día, y la tarifa puede elevarse hasta los 300 dólares si se le mantiene en “instalaciones especializadas”.


El gobierno del presidente Donald Trump pretende habilitar almacenes industriales para encerrar hasta 80 mil personas, al tiempo que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) impulsa un programa de cazarrecompensas que genera millones de dólares en ganancias a empresas privadas. De acuerdo con The Washington Post, los almacenes estarían ubicados cerca de importantes centros logísticos a fin de concentrar a decenas de miles de personas en un mismo punto y acelerar su deportación, mientras The Intercept dio a conocer que los contratos asociados a estos programas superan los mil millones de dólares, a entregarse de aquí a 2027.

Se trata de los más recientes ejemplos del negocio multimillonario creado o potenciado por la cruzada antimigrante del trumpismo. Como todo en Estados Unidos, localizar, secuestrar, encarcelar y deportar de manera ilegal a personas en situación migratoria irregular –o a quienes se acusa falsamente de estarlo– se ha privatizado y puesto en manos de empresas muchas veces afines a la agenda de la Casa Blanca. Mantener a una sola persona detenida cuesta 150 dólares al día, y la tarifa puede elevarse hasta los 300 dólares si se le mantiene en “instalaciones especializadas”. Así, el costo de encarcelar a 80 mil personas asciende a entre 12 y 24 millones de dólares diarios. Además, la política de mover a los secuestrados arbitrariamente de un centro de confinamiento al otro a fin de desarraigarlos de sus comunidades y dificultarles el acceso a servicios legales supone sucesivas facturas para los contribuyentes. Antes del regreso de Trump al poder, el ICE ya gastaba alrededor de 600 millones de dólares en vuelos de traslado y deportación, un monto que sin duda ha crecido conforme aumentan las operaciones de la agencia. Como los traslados se realizan en vuelos chárter, cada uno cuesta entre 25 mil y 100 mil dólares, sin importar que a bordo viajen dos o cien personas.

En la era digital, gran parte de las tareas recaen en empresas de software como Palantir, del millonario ultraderechista Peter Thiel, quien aboga abiertamente por sustituir la democracia por un totalitarismo encabezado por los titanes tecnológicos. Su compañía integra datos de escuelas, hospitales, registros de tráfico y redes sociales para crear perfiles detallados de “objetivos”, un modelo de vigilancia distópica por el que recibe contratos de cientos de millones de dólares. Anduril, de Palmer Luckey, recibirá 250 millones de dólares por erigir el “muro virtual”, consistente en cientos de torres operadas por inteligencia artificial, desplegadas a lo largo de la frontera con México para detectar a cada ser humano en el área y alertar a las autoridades.

Lo anterior es sólo una pequeña muestra de la maquinaria de persecución aceitada con billetes que se enmarca en el presupuesto sin precedentes otorgado a ICE este año, el cual es mayor al de cualquier otra agencia policiaca estadunidense y, de hecho, supera al presupuesto militar de la práctica totalidad del planeta: si el ICE fuera un ejército, sólo los de 16 países (incluido el del propio Estados Unidos) dispondrían de más recursos.

Todo ello, mientras el presidente y sus correligionarios republicanos le dicen a la gente que no hay dinero para financiar sus seguros médicos, escuelas ni la infraestructura más deteriorada entre las naciones “desarrolladas”. Si a ello se suma el impacto económico que deja la pérdida de habitantes y de la mejor mano de obra de que dispone el país, está claro que la política de odio es un enorme negocio para un puñado de millonarios a expensas de hacer a la superpotencia cada vez más pequeña.

LA JORNADA MX.

EL REY COMPITE CON CAMPOFRÍO PARA ENDULZAR LA NOCHEBUENA DE LOS AMOS

Los discurso del rey se tienen que formar con material prefabricado de segunda mano, una versión degradada de algo que ya se hizo otras veces. Nada de reproches. Es un Jefe de Estado dinástico en una democracia. Es peor la prensa mainstream al día siguiente, fingiendo ese efecto que el kitsch dice de antemano que tienes que tener, fingiendo cada año que estamos ante un «alegato por la convivencia», ante una lección que ojalá hayamos sabido escuchar.



Enrique del Teso

Septiembre, octubre, noviembre y diciembre se llaman así porque eran el séptimo, octavo, noveno y décimo mes del año, respectivamente. El año empezaba en marzo y solo había diez meses, porque solo se contaban 304 de los 365 días. En los 61 restantes, de inactividad agrícola, no tenía valor práctico el cómputo de los días. Como en la Luvina de Juan Rulfo, entre diciembre y marzo a nadie le importaba cómo se iban amontonando los días. Numa Pompilio corrigió aquel descuadre cobijando los 61 días salvajes en dos meses nuevos, enero y febrero, para que todo tuviera su sitio. Enero, de januarius, se llama así en honor al dios Jano, el de las dos caras, la que mira hacia atrás y la que mira hacia delante. Cada fin de año, todos somos Jano en miniatura, todos recopilamos lo que pasó y juntamos deseos y temores sobre lo que empieza. La metáfora de Jano es poderosa. Nuestra mente no está diseñada para centrarse en el presente, sino para prever lo que puede pasar, basándose en una recopilación operativa de la memoria acumulada. El presente es solo una ventana efímera poblada de impresiones momentáneas, ecos del pasado y detección de novedades. Recopilamos y prevemos, a eso nos dedicamos. Algunos ensayistas sugieren que la experiencia extraña del arte se debe a que el arte enreda en ese mecanismo y nos clava de manera insólita en un presente radical, sin Jano, que ni recopila ni prevé. A saber.

Terminamos un año de amnesias en el corto y en el largo plazo. La vida pública se vive cada vez más como una serie de episodios de alto voltaje sin conexión entre sí. Cuando intentamos conectarlos nos damos de bruces con el chiste o con el sinsentido sin gracia. Unos más que otros. Pedir a Puigdemont que apoye la moción de censura contra un gobierno que es ilegítimo por haber pactado con Puigdemont es difícil de superar. Este tipo de historias no suceden porque Feijóo o cualquier otro sean idiotas. Surgen porque nos creen idiotas a los demás o, lo que es lo mismo, creen que, con odios debidamente excitados, tenemos el cerebro reducido a tareas de mantenimiento y confiamos la conducta a las tripas bajas. Y no van desencaminados. Luis Argüello pide la dimisión del gobierno en otro tono, fingiendo que es lo que dice la Constitución, como si ahora no estuviéramos en la Constitución y no supiéramos, otra vez como idiotas, lo que siempre está tras el frufrú de las sotanas. Y la amnesia en el largo plazo tiene que ver con un componente básico de la estrategia ultraderechista: el negacionismo, es decir, la desconfianza en los canales de transmisión del conocimiento, es decir, la anulación del conocimiento, es decir, la ignorancia y la barbarie. La guerra civil acabó en el 39, un criminal se hizo con el poder del estado y sucedió lo que no podía ser de otra manera: crímenes, por decenas de miles, primero en masa y luego en goteo incesante. Esperanza Aguirre se agarra a la falacia post hoc ergo propter hoc para decir que cada cosa es el efecto de lo que la precede: si después de la República hubo una guerra, la República trajo la guerra; si después de la dictadura de Franco vino la democracia, la dictadura trajo la democracia; ergo, mejor nos fue con la dictadura que con la República. Esto sería una broma de analfabeta si no fuera complacencia con el crimen a gran escala ¿O no estimula la derecha la violencia diciendo que la violencia contra Sánchez demuestra su ilegitimidad?

El dios Jano se aparece cada año, como un diapasón, con las campanadas y con el discurso del Rey. Poca gente lo escucha, a nadie le importa, pero es como un gong para marcar la Nochebuena. El discurso es siempre engolado, vacío y lleno de topicazos sin contenido: futuro de libertades basado en el diálogo, propósitos compartidos, desafíos internos y externos, perseverancia, convivencia, somos un gran país. No podemos reprocharlo. Es un Jefe de Estado dinástico, no elegido, y en democracia eso quiere decir que tiene un mandato sagrado: oír, ver y callar. Y, como no queda estético callarse, cuando habla no debe decir nada. Sus discursos tienen que ser la quintaesencia del capítulo que Umberto Eco dedicó al kitsch, ese tipo de mal gusto que consiste en hablar anunciando el efecto que debe causar lo que se dice (como cuando en una escena suena un violín para advertir que es romántico lo que sigue) y formar un texto con material prefabricado de segunda mano, una versión degradada de algo que ya se hizo otras veces. Nada de reproches. Es un Jefe de Estado dinástico en una democracia. Es peor la prensa mainstream al día siguiente, fingiendo ese efecto que el kitsch dice de antemano que tienes que tener, fingiendo cada año que estamos ante un «alegato por la convivencia», ante una lección que ojalá hayamos sabido escuchar.

Tronchante. Pero ese material prefabricado dice y calla. La alusión a la dictadura dice la verdad de que fue una etapa en que estábamos lejos de Europa y calla la verdad de que fue una dictadura. La celebrada alusión al auge de los extremismos incluye un plural estilístico. Solo hay un extremismo. Solo uno es una amenaza, por el poder de quienes lo financian y por la amenaza a la soberanía nacional declarada por el imperio que quiere imponerlo. Y también por su programa. Nadie está proponiendo la nacionalización de los medios de producción, la expropiación de la Iglesia, ni la nacionalización de la banca. Pero, en la bancada de enfrente, sí están proponiendo la eliminación de la Seguridad Social y diciendo que curar a los enfermos es inmoral. Y en esa bancada sí se está diciendo que las mujeres que mueren violentamente cada año, en cantidad similar a las que morían asesinadas por ETA, son cosas que pasan y que el estado no debe movilizar recursos contra semejante barbarie; que tampoco salió en el discurso. Solo hay un extremismo, el de la derecha.

Uno de los fantasmas no aparecidos entre la lista de tópicos es la mala hierba del racismo. Lo vimos en Badalona y lo vimos en maqueta en el Natahoyo en Gijón. La gente no es racista por miedo, ni porque crea a extranjeros de otras razas culpables de nada. La gente es racista porque se siente bien así. La gente común sin especiales méritos o éxitos tiene algo que debe flotar sobre cualquier triunfo: la normalidad. Si un individuo se adorna con la vacuna contra el cáncer, la normalidad debe flotar sobre tan notable virtud. Nunca despreciaría a nadie por ser normal. Palabras como donnadie, mindundi o mediocre las reservo para gente plana que quiere figurar, lamiendo culos o haciéndose notar por las circunstancias, sin ningún merecimiento para figurar. Esos mindundis de Badalona que se agavillaban para dejar a la intemperie a gente de otra raza, esos donnadies, algunos del Natahoyo y otros llegados para la ocasión de paúles ultras, son racistas porque se sienten bien, se sienten alguien siendo esos penúltimos que los amos alimentan para el diseño de la sociedad salvaje en que, efectivamente, son los amos. Fue uno de los fantasmas del Rey

El dios Jano, que recopila y prevé, nos dice que la identidad y el pasado, real o inventado a la medida los amos, son regazos de consuelo en el desconcierto y que son portadores de malos contrabandos. Mala patria es la que te ama por ser español y te quita el médico por España. Mala identidad es la que te da el consuelo de tu piel y te evoca un pasado claro y simple y te niega las libertades para recuperar una grandeza imaginaria. Recopilando y previendo, la izquierda debe entender que la gente disfruta más del bien que del mal y que el mal solo crece anclado al mal. Sin injusticia social, la ultraderecha, «los extremismos», no tendrían agarre. No se puede parar a la ultraderecha sin enfrentarse a los amos.

El Rey habló de la carestía de la vivienda como de un fenómeno meteorológico y en vez de pobreza habló del coste de la vida, como otro avatar del tiempo. No lo culpemos. Es un Jefe de Estado dinástico, tiene que callar hasta cuando habla. Y tiene que competir con Campofrío para endulzar la Nochebuena de los amos.

NORTES  DdA, XXI/6210

IZQUIERDA DESUNIDA E IMPOTENTE


Félix Población

Leemos en El Huffpost que el éxito electoral de Unidas por Extremadura (Podemos Extremadura, Izquierda Unida de Extremadura y Alianza Verde) no tendrá su continuidad en una coalición similar que concurra las elecciones autonómicas de Aragón, convocadas para el próximo 8 de febrero. La propuesta de Podemos, consistente en repetir una candidatura que aglutine al partido morado junto a Izquierda Unida y Chunta Aragonesista, no será posible, por lo que Podemos concurrirá a las urnas con una candidatura única, encabezada por María Goicoechea. La propuesta de una fórmula similar a la de Unidos por Extremadura no ha sido aceptada por las otras dos formaciones políticas ni por Sumar. El Movimiento de Yolanda Díaz se ha entendido con Izquierda Unida, y Chunta Aragonesista y Podemos acudirán por separado a las urnas. A falta de saber las razones aducidas por Izquierda Unida, Sumar y Chunta Aragonesista para no aceptar la propuesta de Podemos de repetir la exitosa fórmula de Extremadura -quizá sea mejor no saberlas-, tenemos para las sucesivas elecciones autonómicas en Castilla y León y Andalucía más de lo mismo que en Aragón, por lo que  es muy probable que el Partido Socialista se beneficie del voto con la nariz tapada de aquella ciudadanía que rehúye la abstención o se siente harta, muy harta, de una izquierda tan desunida como impotente para frenar a la extrema derecha. Incluso cuando Extremadura le ha dicho a la izquierda de modo muy claro que desunidos e impotentes, no. Quedamos a la espera de un fracaso anunciado y de cómo se cuenta cuando se cumpla*.

*Cuesta creerlo pero parece que es lo que hay. Tonto de mí por pensar que era posible otra cosa tras Extremadura...(De mi amigo Max).

DdA, XXI/6210

viernes, 26 de diciembre de 2025

EL REY QUISO SUPERAR LA MARCA DE EQUIDISTANCIA DEL ANUNCIO DE CAMPOFRÍO

 Al rey que en 2017 se disfrazó de vehemente defensor de la democracia señalando a catalanes subidos al capó de un coche, le tocaba ahora seguir la estrategia del chóped, el pavo y el york haciéndose un Mortadelo. Es decir, disfrazándose de cactus para pasar desapercibido en medio de la mayor crisis democrática en décadas y evitar posicionarse. Ni a favor ni en contra de quienes estos días acosan a inmigrantes en Badalona. Ni a favor ni en contra de quienes piden que se respeten los derechos humanos en Badalona. Quienes apuestan por encarcelar al rival político usando la justicia como arma tramposa y quienes piden que el juego sea limpio son, para Felipe VI y Campofrío, extremos que deberían entenderse. 


Gerardo Tecé

Desde el Palacio Real de Madrid, discurso de Navidad de Felipe VI en el Salón de Columnas. Un sitio ideal si necesitas esconderte detrás de una y mucho más vistoso que un parking. La fecha de 2025 era especial. Se cumplían 50 años, medio siglo que se dice pronto, desde que su santo padre inaugurase en 1975 la tradición de estos bolos televisados. En aquel primero, el cadáver de Franco estaba aún caliente y nadie imaginaba que hoy, ese mismo cadáver seguiría emanando pestilencias desde la Meseta Central convirtiendo la vida política, de un litoral a otro, en una cosa infumable. Al parecer, así lo anunció el rey en el arranque de su speech, también se cumplían 40 años desde la entrada de España en la Unión Europea. No se habla de otra cosa en las pescaderías. Así que –tachaaaán, que diría Juan Tamariz– su majestad se centró en la “España europea” como concepto abstracto barra clavo ardiendo barra cubilete para esconder la bolita y no tener que hablar con detalle de la España actual, la más dividida en décadas, un marronazo. El Borbón al mando podía haber elegido los 42 años del España-Malta y hablarnos de espíritu de remontada o los 36 años del lanzamiento de la Game Boy para reflexionar sobre tecnologías. Lo que fuese con tal de irse a la cama seco a pesar del tremendo chaparrón. Lo que haga falta para igualar la plusmarca mundial en equidistancia establecida semanas atrás por el anuncio de Campofrío. Ya saben: Ana Rosa Quintana llamando hijo de puta al presidente del Gobierno a un lado y quienes denuncian el auge del fascismo al otro. Crispados todos. A ver si nos dejamos de crispación, hombre ya. Vender productos genéricos, como el chóped o la monarquía, a veces requiere de equilibrios imposibles y de esto iba el discurso de Navidad de Felipe VI.

Al rey que en 2017 se disfrazó de vehemente defensor de la democracia señalando a catalanes subidos al capó de un coche, le tocaba ahora seguir la estrategia del chóped, el pavo y el york haciéndose un Mortadelo. Es decir, disfrazándose de cactus para pasar desapercibido en medio de la mayor crisis democrática en décadas y evitar posicionarse. Ni a favor ni en contra de quienes estos días acosan a inmigrantes en Badalona. Ni a favor ni en contra de quienes piden que se respeten los derechos humanos en Badalona. Quienes apuestan por encarcelar al rival político usando la justicia como arma tramposa y quienes piden que el juego sea limpio son, para Felipe VI y Campofrío, extremos que deberían entenderse. Felpudo VI, como lo llaman con gran salero los españoles más fetén, habló poco –fue el discurso navideño más corto de su reinado– y lo hizo en clave. “Europa”, “convivencia” y “confianza” fueron los tres pilares sobre los que construyó una huida pretendidamente equidistante y encriptada. Desencriptémosla. Europa nos ha traído progreso, repitió varias veces asimilando los tiempos del progreso a los de la monarquía. Del borbonés al castellano: ¿tú qué prefieres, una monarquía parlamentaria moderna como esta o una España aislada del mundo con vete tú a saber quién al frente del Estado? España está viviendo un problema de convivencia, explicó, pero no lo achacó ni al auge del fascismo, ni a la industria del bulo y el odio, ni al quien pueda hacer que haga, sino a una crisis de confianza. Como las mejores canciones, la gracia de estas letrillas es que cada uno pueda interpretarlas como quiera. Con gran posibilidad de acierto, a la derecha lo de la crisis de confianza les sonará a que para recuperar la confianza hay que cargarse a Xabi Alonso –Xabildu lo llaman ahora porque son los mejores en lo suyo–, cargarse a Pedro Sánchez y cargarse a cualquiera en el que, por algún motivo que no tienen por qué explicar, desconfíen. Con ellos al mando, como dios manda, quedará obviamente solucionado ese problema de confianza y la convivencia mejorará una barbaridad.

A falta de más contenido que echarnos a la boca, la noticia, según destacan los medios entusiasmados, fue la puesta en escena. Será de lo más moderna, llevaban todo el día avisándonos y la modernidad consistió en que el rey caminó primero y habló de pie después. Una modernidad relativa, ya que el Australopithecus ya hacía esto mismo hace cuatro millones de años sin tanta algarabía. Algún día lo verdaderamente moderno será que el jefe de un Estado en riesgo por el auge de la ultraderecha –roja satánica llaman a la reina y esposa de Felpudo VI– le hable a la ciudadanía con tanta claridad como lo hacen quienes destrozan la “convivencia” porque tienen absoluta “confianza” en una victoria basada en la ley del más fuerte que dejará a “Europa”, como tantas veces a lo largo de la Historia, sumida en el mismo fango. Si sigue al frente algún Borbón, será entonces buen momento para recuperar en el discurso el 12 a 1 a Malta, a ver si así nos animamos un poco.

CTXT  DdA, XXI/6209

¿Y SI JESÚS HUBIESE NACIDO EN BADALONA EN 2025?


Paco Arenas   
Imaginemos que Jesús no nace en Belén, sino en Badalona, diciembre de 2025, cuando el frío muerde y la lluvia se cuela por los huesos como un cobrador con llave maestra. Imaginemos que la estrella de Oriente no es estrella, sino una farola municipal con luz de led, y que el pesebre no es pesebre: es un edificio abandonado, un antiguo instituto convertido en refugio de urgencia, porque descansar con dignidad se ha vuelto un lujo y, ya se sabe, lo rentable son los pisos turísticos.
Allí vivían cientos: muchas personas migrantes, muchas sin papeles, casi todos trabajadores. De esos que levantan el país por dentro y se quedan fuera por la noche. Gente que madruga para un trabajo duro —a veces sin contrato— y que, cuando llega el final de mes, descubre el milagro moderno: el sueldo no llega, pero la culpa sí. La culpa siempre llega puntual.
Y entonces, en las puertas de la Navidad lo inevitable: llega el desalojo. No con incienso, sino con porras. No con villancicos, sino con órdenes. Y no desde una cueva, sino desde un despacho del alcalde, por quien se proclama cristiano con la misma solemnidad con la que los jueces del Tribunal Supremo, se proclaman jueces independientes. Unos cuatrocientos expulsados —la cifra baila, pero el suelo no—; el resultado es el de siempre: «a la puta calle», dicho con esa poesía administrativa que tanto se estila. Y se obra el milagro más español: hacer desaparecer a la gente a base de echarla a la intemperie, como si el espacio público fuese una papelera grande y los pobres, basura que afea la postal navideña.

A partir de ahí, el Evangelio se reescribe con sello de caucho y tinta de hipocresía.
Porque José —carpintero pobre, piel oscura, semita de los de entonces (que los semitas no eran solo «los buenos de la historia», eran lo que eran: carne humana con hambre)— se nos convierte en un obrero mal pagado de una ebanistería de Badalona, manos encallecidas, espalda doblada, contrato o promesa de contrato, que viene de lejos a buscar lo mismo que busca cualquiera: techo, pan, descanso. Y lo que encuentra es que la posada ahora se llama «recurso habitacional» y siempre está «al límite». Siempre «al límite», qué casualidad: el límite nunca es para el de arriba.
María, joven y embarazada, no encuentra comadrona: encuentra un formulario. En un idioma que no entiende, con una ventanilla que no siente su palpitar. Y en vez de «no había sitio en la posada», oye «no se puede». Y si insiste, le explican —con ese tono de que lo arregla todo— que lo suyo es «un problema de ocupación ilegal». Como si el vientre fuese delito y el frío, una sanción merecida.
El detalle esencial es este: en 2025 no se expulsa al extranjero, se expulsa al pobre. Al que viene a trabajar. Al que estorba. Al que afea el escaparate. Si eres rubio y vienes de Europa, si llegas con billetera llena desde Estados Unidos, si aterrizas con acento amable y tarjeta dorada, eres bien recibido. Si vienes con la mochila gastada, eres «problema». Eso tiene nombre, aunque no salga en los villancicos: aporofobia. Y cuando la aporofobia se disfraza de orden, huele a racismo con colonia cara y ética de saldo.
Los Reyes Magos, ya lo sabemos, tampoco lo tendrían fácil. Si llegaran, serían tres migrantes cruzando mares y alambradas para traer oro, incienso y mirra… y acabarían, como poco, bajo sospecha preventiva: «algo habrán hecho». Porque siempre queda el milagro del prejuicio: convertir a cualquiera en culpable sin pruebas, solo por el acento o el tono de la piel. Baltasar, desde luego, lo tendría muy negro; tan negro que hasta la sospecha le haría sombra. Y si uno de ellos llamara a una parroquia pidiendo techo, quizá se toparía con el coro vecinal del «aquí no»: esa liturgia moderna que se reza a grito pelado y luego se remata con villancicos y cava, para que la conciencia con las angulas y las gambas bajen mejor. Luego a rezar de rodillas y darse golpes de pecho en la Misa del Gallo, son tan buenos cristianos.
Lo más esperpéntico es que, mientras tanto, habría quien se colgaría una medalla de cristiano en la solapa, como quien se pone un pin de «buenas personas» o de «gente normal», «españoles de bien». Y ahí la escena se vuelve Valle-Inclán con reguetón: presumen de Evangelio mientras empujan a los sin techo hacia la calle; se declaran defensores de la «dignidad» mientras reparten humillación; se santiguan con una mano y con la otra cierran el albergue —o lo descartan— porque «no es la solución». Es decir: el problema es el pobre, no el frío. El problema es que exista, no que sufra.
El alcalde, por su parte, dice que esto no va de inmigración, sino de «ocupación ilegal». Y también se nos añade el «pero» de rigor: que dentro había delincuencia, mafia, prostitución o drogas. Puede que sí. El abandono institucional es un excelente criadero de monstruos. Pero incluso si el infierno estuviera dentro, la pregunta sigue siendo obscena y simple: ¿se combate el infierno arrojando a los más débiles al frío? ¿Se limpia una ciudad dejando a decenas —o cientos— durmiendo al raso, bajo puentes, con bolsas por maletas y cartones por mantas? La escoba moral siempre barre hacia abajo.
En los Evangelios, Herodes manda matar niños. En el nuestro, Herodes no necesita espada: le basta con burocracia, indiferencia y propaganda. No hace falta «matar»: basta con «desalojar» y mirar a otro lado mientras la noche hace su trabajo, que es lento, silencioso y perfecto. Por eso, cuando expertos de la ONU condenan el desalojo de cientos de migrantes y advierten del riesgo de dejar a personas vulnerables sin alternativa, no están escribiendo poesía: están describiendo una crueldad moderna con corbata y expediente.
Y no: esto no es solo un debate moral. Es política con consecuencias. Hubo denuncias por posible delito de odio; hubo entidades que improvisaron acogida cuando las instituciones no llegaban; hubo realojos parciales (Generalitat y Cruz Roja) y, aun así, hubo gente que se quedó fuera, en ese frío donde el Estado se vuelve niebla. Y la niebla, ya se sabe, también mata: solo que no deja huellas en el parte oficial. Este episodio deja al descubierto el catecismo real de algunos: la caridad, «que la haga otro»; la compasión, «mientras no moleste»; la dignidad, «si no se me planta en el portal». Y el cristianismo convertido en pegatina: sirve para perfumar la conciencia, no para abrir la puerta.
Porque un cristiano —uno de verdad— no presume: práctica. No expulsa en pleno invierno ni convierte la intemperie en política pública. No parece una excavadora: se parece a un refugio, a una mesa puesta, a un «pasa, que hace frío». Lo demás es teatro: mucha cruz al cuello y poco prójimo en la calle.
Y lo más trágico —por eso mismo, lo más sarcástico— es que, si Jesús naciera hoy en Badalona, acabaría etiquetado como «okupa», «ilegal», «problema», «amenaza», «efecto llamada». Y quienes dicen seguirlo, en vez de arrimarle una manta, le arrimarían un eslogan.
Que me llamen sectario si quieren: yo no comulgo con ese belén de plástico donde los pobres sobran y los villancicos se cantan desde el salón con calefacción. No felicito «a troche y moche» a quien convierte el frío en castigo y la pobreza en delito. No es odio: es memoria. Memoria de lo que significaba —o debería significar— eso de «tuve hambre», «tuve frío», «fui forastero».
A quienes luchan por un mundo más justo —en Badalona y fuera—, a quienes ponen el cuerpo donde otros ponen la excusa, a quienes se arremangan para que nadie duerma en la calle y no confunden el Evangelio con un eslogan de campaña: a esos sí.

Felices Fiestas. Feliz Solsticio. Y salud para 2026. Porque la hipocresía tiene muchos techos. La dignidad, en cambio, solo necesita uno.

DdA, XXI/6209

jueves, 25 de diciembre de 2025

LA CIERVA DE JAVI ALONSO SE GANA LA PROTECCIÓN POPULAR


Lazarillo

Como bien se sabe en la provincia, León sufrió este pasado verano los incendios forestales más devastadores de su historia. Se sabe menos que algunos de los pueblos más afectados por la catástrofe, después de una pésima gestión del gobierno autonómico, siguen sin recibir las ayudas prometidas. Un buen día de primavera, la cierva de Javier Alonso, el del Bar El Cruce de La Vecilla, buscó refugió y alimento en el corral con cuatro ovejas del hostelero leonés. Desde entonces, ha preferido su doméstica compañía y la de Javier a la azarosa libertad de los montes. Pocas veces se piensa en la fauna salvaje cuando se producen los incendios, pero a lo mejor Pepa, la cierva de Javi, ha encontrado un seguro de vida (caza y depredadores aparte) frente a los riesgos cada vez mayores de que vuelvan a quemarse los bosques y los pueblos, como sucedió de un modo inédito este pasado verano. Sobre todo, si los gobiernos siguen sin tomarse en serio mayores medidas y medios de prevención frente al cambio climático. Lo que sigue es una información resumida de lo publicado hoy en Heraldo de León, donde también publica Félix Población Las voces y los votos de un pueblo quemado).

HERALDO DE LEÓN

El respaldo social ha sido clave. Un total de 27.000 firmas han reclamado que se permita a Pepa convivir en el entorno del ganadero y que se evite su traslado y posible sacrificio como res cinegética. La campaña, impulsada en paralelo a las gestiones administrativas, superó los 8.500 apoyos en sus primeras 48 horas y continuó creciendo de forma exponencial. Desde la Asociación Empatía se había solicitado desde el inicio que se estudiara la posibilidad de regularizar la situación de Javier para que Pepa pudiera seguir viviendo con él, “la persona a la que ella misma ha elegido”, siempre bajo las condiciones y garantías que contempla la ley. La Asociación Empatía, junto a la Fundación Santuario Vegan, presentó un escrito formal ante el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en el que solicitaban que se descartara el sacrificio de la cierva y se mantuviera su custodia en su actual cuidador. El documento pedía expresamente que el Gobierno autonómico “descarte expresamente el sacrificio de la cierva”, así como cualquier destino cinegético o traslado a fincas, reservas o espacios donde el animal “pueda verse expuesto a actividades de caza, atendiendo a su situación etológica y al riesgo grave, previsible y evitable que ello supondría para su integridad”. El escrito también reclamaba que se valorase “con carácter prioritario” la posibilidad de que Javier Alonso García, vecino de La Vecilla, pudiera mantener a la cierva bajo su custodia de forma regularizada. Para ello, se solicitaba facilitarle “el acceso a la figura administrativa que resulte legalmente procedente” y establecer las condiciones, controles y garantías necesarias para asegurar el bienestar del animal y el cumplimiento de la normativa vigente. Por el momento, el principio de acuerdo alcanzado con la administración abre la puerta a que Pepa continúe en La Vecilla junto a Javier, cerrando un conflicto que ha unido sensibilidad social, protección animal y debate administrativo, y que apunta ahora a un desenlace favorable para ambos.

DdA, XXI/6208

EL IMPERIO DE LA NECESIDAD, ENEMIGO ACÉRRIMO DE LA REPÚBLICA DE LA LIBERTAD

El escritor sanabrés añade a lo afirmado en el titular que la aceleración de la sociedad tardocapitalista, el culto a la prisa, son síntomas de estar huyendo de una legión de peligrosos demonios, de los cuales el más astuto y maligno mora dentro de cada uno y es, por tanto, imposible de despistar. Con estos mimbres, el malestar existencial puede tenerse a raya en ciertos momentos, pero acaba por aflorar. El antídoto de la agitación que deriva en una vida vicaria y, en el fondo, dolorosa, es conocido desde antiguo. Las éticas helenísticas lo posicionaban como un elemento cardinal de sus sistemas. Su nombre es phrónesis, que cabe verter por ‘sensatez moral’ o ‘prudencia’, virtud de la cual todas las demás –así, la templanza o la justicia– serían manifestaciones parciales. La supresión de la filosofía y los estudios clásicos es para Monterrubio una catástrofe cultural y un tremendo drama social y político de incalculables y nefastas consecuencias. Pues no es difícil establecer un nexo entre esto y la proliferación de jóvenes lobotomizados que repiten cual loritos las consignas fascistas y ultracapitalistas que sus maîtres-à-penser virtuales vomitan día tras día por cuenta del Señor oscuro. 



Antonio Monterrubio

La hegemonía ejercida por el Poder con mayúscula y las élites que lo detentan se establece gracias a la ideología que se posesiona de las mentalidades colectivas y anida en cada conciencia. Por ideología entendemos aquí «una representación de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia» (Althusser: Posiciones). Esta definición no supone, desde luego, que la impronta de tal ente se limite al ámbito espiritual, o intelectual, si se quiere. Es obvio que tiene una presencia y una consistencia material. Se hace carne cada día ante nuestros ojos, determinando caracteres o visiones del mundo, comportamientos concretos y conductas. Lo real es suplantado por lo ideológico, que se convierte en lo único tangible, proporcionando una conciencia falsa o alienada que sustituye el contacto directo con el entorno por un holograma venido de otra parte y cuyo fin último e ignorado es el beneficio de unos pocos.

Cuando el individuo cae en las garras de la ideología, esta tiende a absorberlo, a construirlo según plano, a crearlo a su imagen y semejanza. Disfraza la realidad, la volatiliza y pone en su lugar un espectáculo de idealismo maquillado, de modo que los súbditos ya no ven hechos o datos, elementos objetivos: viven en y de las interpretaciones. Seres y colectivos dominados comparten jubilosamente y sin reparos las de sus dominadores. Y no se sostiene el tópico tranquilizador de que, al estar al servicio de quienes controlan los resortes de la sociedad, deben proceder del cogollito. Los que están debajo elaboran igualmente arquitecturas teórico-prácticas que contribuyen a mantenerlos allí, amén de obsequiarlos con dosis no inocuas de conciencia infeliz. Pero si la ideología quita, también da. Ofrece compensaciones a cambio de conformismo, es decir, de sumisión.

Que el libre albedrío dista de ser absoluto e incondicionado es un hecho que no admite discusión. Paralelamente, la libertad no se reduce a un mero residuo, a un resto. Es pluripotencial y está siempre lista para ponerse en acción.

Sentir todo de todas las maneras,/ vivir todo por todos los lados,/ ser la misma cosa de todos los modos posibles al mismo tiempo,/ realizar en mí mismo toda la humanidad de todos los momentos/ en un solo momento difuso, profuso, completo y lejano. (Pessoa: El paso de las horas)

Ahora bien, conquistar y ejercer la libertad posible, justa y necesaria es empresa sumamente arriesgada. Requiere valor, pues se podría perecer en el intento. Más fácil y confortable es dejarse acunar por las nanas posmodernas, persistir en la infancia mental y dormir el sueño de los injustos. Un ansia patológica de dependencia, aceptación y reconocimiento lleva a multitudes amorfas a rendirse antes de haber combatido, a capitular sin condiciones acomodándose a la inercia heterónoma, a la supervivencia huera de sentido y de gratificaciones, a la infelicidad a crédito. El Imperio de la necesidad es enemigo acérrimo de la República de la libertad. La aceleración de la sociedad tardocapitalista, el culto a la prisa, la obsesión por la novedad son síntomas de estar huyendo de una legión de peligrosos demonios, de los cuales el más astuto y maligno mora dentro de cada uno y es, por tanto, imposible de despistar. Con estos mimbres, el malestar existencial puede tenerse a raya en ciertos momentos, pero acaba por aflorar. 

El antídoto de la agitación que deriva en una vida vicaria y, en el fondo, dolorosa, es conocido desde antiguo. Las éticas helenísticas lo posicionaban como un elemento cardinal de sus sistemas. Su nombre es phrónesis, que cabe verter por ‘sensatez moral’ o ‘prudencia’, virtud de la cual todas las demás –así, la templanza o la justicia– serían manifestaciones parciales. Ser capaz de evaluar, con ecuanimidad y sabiduría, las personas, las cosas y los hechos, decidir racionalmente apreciando al tiempo la sublime potencia que atesoras y sus inevitables limitaciones, es el camino hacia una vida realizada. En el Enchiridion dice Epícteto:

Si deseas algo de lo que no está en nuestro dominio, forzosamente serás infeliz, y si es algo que es noble desear, nada está lejos de tu alcance. Recurre solamente a elegir y rechazar, y con todo suavemente, con reservas y sin forzarte.

Y añade el filósofo, el cual, habiendo nacido esclavo, conocía muy bien el inestimable valor de la más auténtica libertad, la interior, que «perturban a los hombres, no las cosas, sino sus opiniones sobre las cosas».

He aquí una nueva demostración de por qué es una tragedia la progresiva supresión de la enseñanza de la filosofía, así como la práctica desaparición de los estudios clásicos en nuestros sistemas de enseñanza. Se trata de una catástrofe cultural, desde luego, pero a la vez de un tremendo drama social y político de incalculables y nefastas consecuencias. Pues no es difícil establecer un nexo entre esto y la proliferación de jóvenes lobotomizados que repiten cual loritos las consignas fascistas y ultracapitalistas que sus maîtres-à-penser virtuales vomitan día tras día por cuenta del Señor oscuro. Otro gallo cantaría si se siguiera la senda de Epicuro cuando aconseja, para engendrar una vida feliz, «un cálculo prudente que investigue las causas de toda elección y rechazo, disipando las falsas opiniones de las que nace la más grande turbación que se adueña del alma» (Carta a Meneceo). Desgraciadamente, el Tinglado ha cerrado el paso a esos caminos, hoy abandonados y polvorientos, desviando el tráfico hacia la impoluta y reluciente autopista que conduce a la cumbre de toda buena fortuna: el centro comercial.

Más que un derecho, decidir es un deber. Múltiples –no infinitas– opciones se abren a la conciencia del sujeto, a su inteligencia y su voluntad. La responsabilidad de elegir la óptima, a la par posible, conveniente y justa, atañe a cada uno y puede resultar angustiosa. La tentación de dimitir es demasiado fuerte para muchos, que se privan así del placer que proporciona el orgullo de resolver por sí mismo, de ser libre. Y al hacerse presente la libertad, ante su epifanía, la persona siente una excedencia de su ser que lo transfigura.

La liberación es un juego, cuenta Spinoza, en el que querer agudamente se instala completamente en nuestro intelecto y lo sostiene en su apertura al absoluto, es más, sencillamente le conduce, con alegría (Negri: Spinoza subversivo).

En El ser y la nada, Sartre afirma sobre el ser-para-sí que «decir que en él la existencia precede y condiciona la esencia es decir […] que el hombre es libre». La libertad como posibilidad concreta está ahí antes y al margen de todo proceder y de toda voluntad, no tiene origen ni meta, es estructura ontológica del para-sí. Por supuesto, esa libertad ontológica va a toparse una y otra vez con barreras, límites y prohibiciones, pero «esos obstáculos y resistencias no tienen sentido sino en y por la libre elección que la realidad humana es» (La náusea). El ejercicio racional de la libertad de decisión y de acción es una característica inherente a nuestra naturaleza. Renunciar a ella para seguir el dictado de las modas y los modos impuestos por otros es caer en el pozo de la indignidad.

Si no todos, muchos son los caminos que están abiertos. Escogerlos con tino y recorrerlos con determinación, sin temor ni temblor, es nuestra misión indelegable. Incluso si el libre albedrío fuera un espejismo, nada ni nadie nos autoriza ni obliga a prescindir de él. Como Hölderlin dejó escrito, «el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona» (Hiperión).

Es posible que, bien mirado, nada tenga sentido. Pero ello no le quita a la vida su brillo ni su capacidad de despertar entusiasmo. «Así saco de lo absurdo tres consecuencias, que son mi rebelión, mi libertad y mi pasión» (Camus: El mito de Sísifo). La suerte está echada. Levántate, anda y sé libre, o inténtalo al menos.

DdA, XXI/6208