lunes, 29 de diciembre de 2025

GRITOS CON CITA Y GLOSA (LVI): LA LIBERTAD DEL MÁS FUERTE O EL RETORNO AL MEDIEVO DE LOS PECES MUERTOS


José Ignacio Fernández del Castro

«Retrocedemos cada vez más a unos abominables niveles de desigualdad 
que no se recordaban desde la era del capitalismo temprano.»
Zygmunt BAUMAN (Poznań, Polonia, 19 de Noviembre de 1925- 
Leeds, West Yorkshire, Inglaterra, Reino Unido, 9 de enero de 2017):
This is Not a Diary (2012).

Aquí y ahora, con todo descaro, parapetada tras la nebulosa de esas crisis periódicas (y diversificadas) a cuyo advenimiento tanto contribuyen y que tan bien le vienen para justificar sus actos, la casta política, siempre presta a servir a sus verdaderos amos (que no son precisamente las buenas gentes todavía votantes), está haciendo retroceder las bases de la sociedad (eso que alguna vez se consideró como el contrato social del Estado del Bienestar) a niveles premodernos.

La construcción de la vieja sociedad burguesa en el capitalismo temprano y pujante se hizo a costa, evidentemente, del desarrollo de niveles de desigualdad tan gigantescos como abominables... Pero, al menos, entonces se desarrollaba paralelamente una cierta estructura paternalista a través de la cual la próspera burguesía, de paso que entresacaba de orfanatos y escuelas la mano de obra más adecuada para que todo siguiese funcionando, intentaba minimizar, con economatos u hospitales, el conflicto latente en la propia opresión del proletariado.

Todo ese núcleo del paternalismo burgués (con la progresiva universalización de una escuela más normalizadora que emancipadora, por ejemplo) fue el que, de algún modo, asumido y desarrollado por las más pujantes naciones industriales del siglo XX, dió lugar a la articulación del llamado Estado del Bienestar, cuyas diversas formas e instrumentos no fueron sino intentos institucionalizados de compensación de las desigualdades y fortalecimiento de la cohesión social.

Unas formas e instrumentos devastados hoy por los ajustes impuestos por intereses ligados a una economía neoliberal que se autorrepresenta como única alternativa... Pero lo que realmente se está aceptando con ello es la rendición de la política a un determinado modo de entender la economía (como simple “ley del más fuerte”), la subsidiaridad del poder público ante unos poderes privados que hacen y deshacen a capricho y mantienen las instituciones políticas formales como simples mediadores útiles para legitimar ese antojo (como bien muestran la ola ultra que sacude los parlamentos y gobiernos por todo el mundo)... ¡Ah!, y vincular lo público (residual) al curioso y nada liberal principio de la “privatización de beneficios y socialización de pérdidas”.

Aquí y ahora, pues, en la economía mundializada (que no global), con centros de decisión totalmente separados de los centros de producción y consumo (también drásticamente separados entre sí), el paternalismo ha muerto y el Estado Social de Derecho agoniza en su función postrera legitimadora de “lo que hay”... En este perverso devenir, no sólo crece la desigualdad, sino que también lo hace la insolidaridad (entre personas, colectivos, pueblos o naciones) y se dispara hasta el fratricidio (más o menos simbólico), mientras la libertad se identifica con esa “ley del más fuerte” según la cual, lisa y llanamente, quien más tiene, más puede.

¿Estamos dispuestos a aceptar sumisamente ese retorno a una oscura forma de medievo (aunque sea sin teocracia)? O sea, a comportarnos como seres inertes; porque sólo los peces muertos siguen mansamente la corriente.

DdA, XXI/6212

ZARA TAMBIÉN SE QUIERE MERENDAR LOS MERCADILLOS DE PUEBLO

 

IA Zara cistierna


Lazarillo


Es el mercado, amigos, que diría aquel delincuente que tuvimos por ministro de Economía. Y la gran empresa multinacional de quien nació en la montaña leonesa, Zara, no contenta con su presencia en tantísimas ciudades del planeta (1939 tiendas), se ha propuesto hacer negocio también en aquellas localidades leonesas donde se instala semanalmente el tradicional mercadillo al que concurren los pequeños comerciantes ambulantes. Esta competencia desleal donde la haya se iniciará en Cistierna y proseguirá por otros pueblos y villas de la montaña leonesa, según leemos en el Diario de Valderrueda. A los puestos callejeros de siempre, donde los vendedores hacen frente al frío invernal con sus mercancías a la intemperie, se juntará un confortable camión con dos plantas, espacios expositivos, probadores y una selección de prendas que con toda probabilidad causará el consiguiente perjuicio a quienes se ganan la vida viajando con sus camionetas de pueblo en pueblo, haciendo frente a los duros inviernos y a unas carreteras que en no pocos casos dejan bastante que desear. Sólo hace falta que Mercadona o cualquier empresa similar de alimentación haga lo propio para acabar con los mercadillos rurales. Lo más gracioso es que un portavoz de Zara ha dicho que se pretende "complementar, no sustituir, la oferta comercial existente, sumando un elemento novedoso sin perder la esencia tradicional de los mercadillos". Amancio Ortega nació en la localidad leonesa de Busdongo y de seguro que se sentirá satisfecho con ese criterio. 

DdA, XXI/6212 

¿POR QUÉ OLEIROS SE PERMITE DAR PÚBLICA VOZ A ESTA VERDAD?

 


Félix Población

Creo que a un significativo número de españoles, en cualquiera de las comunidades autónomas de este país, nos gustaría encontrar en las calles de nuestras ciudades un gran cartel como el que luce el municipio coruñés de Oleiros. Después de haber estado tele-asistiendo durante más de dos años al genocidio palestino en la Franja de Gaza y haber soportado la información aportada durante meses por parte de muchos medios sin calificar de asesinatos la masacre de menores, mujeres y ancianos, tener en nuestra calles un mensaje como el que interpreta nuestros sentimientos viene a ser una mínima consolación ante la barbarie. Oleiros consta de nueve parroquias con una población de casi 40.000 habitantes. Detrás de ese cartel está un gobierno municipal representado por Alternativa dos Veciños, una candidatura independiente creada en 1979,  que es a su vez representación de las asociaciones de vecinos del municipio, al que  gobierna  desde 1987. Ángel García Seoane es el alcalde desde 2003, pero ya desempeñó el cargo en años anteriores. No debe venir haciéndolo nada mal porque en las últimas elecciones municipales Alternativa dos Veciños logró el 54 por ciento de los votos. Muy por detrás quedó el Partido Popular, con un 28 por ciento. Personalmente creo que este tipo de noticias deberían ser resaltadas mediáticamente en un país donde los dos partidos hegemónicos se enzarzan en el y tu más de las corrupciones, día tras día, año tras año. A lo peor no se difunden estos buenos y excepcionales ejemplos para que nos acostumbremos al lodazal y creamos que todos los políticos son iguales, cuando sabemos que no. Nuestra enhorabuena al municipio de Oleiros por dar voz al humano sentir ante la barbarie del gobierno de Netanyahu contra el pueblo palestino y su equiparación con la de Hitler en los campos de exterminio. El mensaje casi hasta suena mejor en la lengua de Curros Enríquez y Castelao.

DdA, XXI/6212

domingo, 28 de diciembre de 2025

TRUMP, EL GOBIERNO DE ITALIA Y LA UNIÓN EUROPEA, CONTRA FRANCESCA ALBANESE

El gobierno de Italia, en vez de protegerla, se manifiesta públicamente contra ella, en parte por el oportunismo de congraciarse con Donald Trump, en parte por simple espíritu de sumisión hacia un poder abrumador. Y la Unión Europea se envuelve en las habituales vaguedades para claudicar una vez más de los valores fundamentales que justifican su existencia: ahora sabemos que un poder extranjero puede impunemente despojar de sus derechos a una ciudadana de Europa. (Del artículo publicado por el autor en el diario El País el 27 de diciembre de 2025). A propósito de este artículo, este Lazarillo quiere recordar estas frases de Albanese: "Espero con ansias el día en que haya una investigación sobre el papel de los medios corporativos occidentales en este genocidio”. “Porque no se trata simplemente de un genocidio que se ha pasado por alto”. "Este es un genocidio que ha sido justificado y habilitado por los medios de comunicación".



Antonio Muñoz Molina

Francesca Albanese tiene una de esas caras italianas en las que la desmesura de los rasgos — la nariz grande, la boca grande, las gafas enormes— favorecen la belleza en vez de malograrla. Con su aire de inteligencia y de coraje, se ha enfrentado a los poderes mayores que hoy rigen el mundo, y también al Gobierno ultra de su país, que como tantos de otros formados por patriotas de extrema derecha, compite en la bajeza por adular a Donald Trump. Albanese, ciudadana de un país soberano y de la Unión Europea, vive ahora en Túnez, pero no ha podido escapar al castigo o más bien la venganza de Estados Unidos, que la acusan oficialmente de "amenaza para la economía global" y "antisemitismo descarado".
La lejanía no la salva de nada. No puede tener una cuenta, ni una tarjeta de crédito, ni recibir transferencias, ni donaciones, ni sueldo, ni comprar un billete de avión por internet. Su cuenta bancaria y su apartamento en Nueva York están embargados.
Cualquiera que trate con ella está en peligro de ser sancionado. El gobierno americano la somete al mismo trato que a los terroristas y delincuentes internacionales; y que a los jueces del tribunal internacional de la Haya que han dado orden de detención contra Netanyahu y uno de esos ministros de su gobierno que abogan sin disimulo por el exterminio de la población palestina.
La vida nunca ha sido fácil para los disidentes de las tiranías, ni siquiera cuando han creído ponerse a salvo en el exilio. Desde su expulsión de la URSS en 1929, Leon Trotski vivió en una huida perpetua, de un país a otro, de Turquía a Francia y luego a México, rastreado siempre por los agentes de Stalin. Un hijo suyo fue asesinado en París. Un comunista español, Ramón Mercader, se las arregló para infiltrarse en su círculo más estrecho, en su casa fortificada de Coyoacán, y lo asesinó por fin al cabo de once años de persecución sin respiro.
Para el KGB, la cacería de Trotski requirió un esfuerzo humano y financiero prolongado durante más de una década. Las tecnologías del espionaje y liquidación de enemigos eran implacables, pero también rudimentarias. Había que colarse en viviendas particulares para instalar cables y micrófonos fácilmente detectables, en aparatos de teléfono que estaban fijos en una sola habitación. A los disidentes les bastaba con reunirse a charlar o a leer textos prohibidos en la cocina de un apartamento para no ser escuchados.
Hacían falta decenas de esbirros turnándose para vigilar una casa, seguir a alguien por la calle, en el tren, en territorios extranjeros, con las consiguientes dificultades de logística y dominio de idiomas.
Como en tantas otras actividades, el progreso ha traído grandes ventajas para los espías y los verdugos de los déspotas. En el mundo de Google Earth y de las vigilancias electrónicas masivas ya no queda un lugar donde esconderse. No hay asilo político que lo ponga a uno a salvo de la persecución. Hay utopías que se hacen reales. El sueño de control total de Stalin y Mao solo se ha cumplido en nuestro tiempo. Un disidente o desertor ruso que se esconde con nombre falso en una pequeña ciudad inglesa será descubierto y envenenado con polonio. Hasta las profundidades del Medio Oeste americano puede llegar un sicario enviado por el gobierno chino para ejecutar a un exiliado. A aquel piloto ruso que desertó con su helicóptero en el frente de Ucrania no le sirvió de nada esconderse en un apartamento idéntico a otros miles en una urbanización anónima, en la costa de Alicante.
No hay que hacer grandes gastos en viajes internacionales, en vigilancias agotadoras de entradas y salidas. Basta seguir el rastro electrónico continuo que a cada momento va dejando cada uno de nosotros. Los alegres muchachos de Silicon Valley, con sus sudaderas de estudiantes envejecidos y sus montañas inconcebibles de dinero, además de robarnos, con nuestra ferviente aquiescencia, hasta el rincón más ínfimo de nuestra intimidad, también colaboran activamente con los aspirantes a déspotas y con los déspotas encallecidos para establecer no aquel universo risueño de fraternidad tecnológica que prometían sus primeros gurús, sino una vasta tiranía capaz de espiar y controlar hasta aquel último refugio que ni Stalin ni Mac pudieron vulnerar, el secreto de la conciencia personal.
Pero esa omnipotencia no necesita solo de instrumentos tecnológicos de última generación: también de algo tan antiguo, incluso primitivo, como la propensión humana a la cobardía y al servilismo. Francesca Albanese es ciudadana de Italia y de Europa, el continente que al parecer sigue siendo una isla de libertades en el océano de las oligarquías y las dictaduras. Pero el gobierno de Italia, en vez de protegerla, se manifiesta públicamente contra ella, en parte por el oportunismo de congraciarse con Donald Trump, en parte por simple espíritu de sumisión hacia un poder abrumador. Y la Unión Europea se envuelve en las habituales vaguedades para claudicar una vez más de los valores fundamentales que justifican su existencia: ahora sabemos que un poder extranjero puede impunemente despojar de sus derechos a una ciudadana de Europa. Ya no basta, para sentirse a salvo, con no volver a someterse al capricho de un arrogante oficial de Inmigración al llegar a un aeropuerto americano. Ahora habrá que ponerse en guardia la próxima vez que le falle a uno la tarjeta.

LOS INOCENTES DE ARGELÈS-SUR-MER, BADALONA, GAZA, CISJORDANIA, ESTADOS UNIDOS...

Hoy Europa —esta Europa que se da golpes de pecho hablando de derechos humanos— discute con naturalidad la posibilidad de «externalizar a los refugiados», como quien externaliza residuos tóxicos. Albania, Marruecos, Libia… Palabras que suenan técnicas, neutrales, pero que esconden destinos muy concretos: prisión, esclavitud, violaciones desierto, muerte...Quizá el Día de los Inocentes debería dejar de ser una broma. Quizá debería volver a ser memoria. Memoria de los españoles que durmieron en la arena francesa, de las madres que cubrían a sus hijos con mantas húmedas, de los hombres que cargaban maletas vacías. Memoria de los inocentes de ayer y de hoy.



Paco Arenas

Podría empezar diciendo que esta foto es de refugiados españoles en Francia, pero eso sería quedarse en la superficie, como quien mira una grieta sin preguntarse por el edificio entero. La imagen —una madre con un niño envuelto en mantas, un hombre cargando lo poco que queda de una vida, un crío comiendo como si el hambre tuviera horario— pertenece al invierno de 1939, cuando cientos de miles de españoles cruzaron la frontera huyendo del fascismo. Francia los recibió, sí, pero los recibió con alambradas. Argelès-sur-Mer no fue un balneario: fue un campo de concentración a cielo abierto, arena, viento, frío y vigilancia armada por soldados africanos «tirailleurs marocains». Españoles, republicanos, inocentes. Como los de la foto, los mismos que luego terminando liberando París del yugo nazi, vaya paradoja, ¿no?
Conviene repetirlo despacio, para que no se nos oxide la memoria: los españoles también fuimos refugiados. También fuimos «el problema que molestaba», la escoria para los fascistas franceses, y también para muchos «demócratas» galos. También fuimos hacinados, despojados, vigilados. También nos llamaron indeseables. También nos encerraron «por nuestro bien» y «por seguridad». Cambian los nombres y el color de la piel, pero los mecanismos eran los mismos, el fascismo siempre actúa igual, en París, Badalona, Madrid o en Washington.
Hoy Europa —esta Europa que se da golpes de pecho hablando de derechos humanos— discute con naturalidad la posibilidad de «externalizar a los refugiados», como quien externaliza residuos tóxicos. Albania, Marruecos, Libia… Palabras que suenan técnicas, neutrales, pero que esconden destinos muy concretos: prisión, esclavitud, violaciones desierto, muerte... En Libia, la esclavitud no es metáfora: es mercado. En Marruecos, el abandono en el desierto no es excepción: es método, Europa no mata a los deportados, Marruecos los abandona en el desierto a su suerte, esas personas se mueren solas, y nadie es culpable, vergonzoso. En Albania, les espera la prisión mientras deciden a qué mafia de esclavos los venden en Libia.
Mientras tanto, nos reímos cada 28 de diciembre. Hacemos bromas, compartimos inocentadas, celebramos un día que nació para recordar a los niños asesinados por el poder y que hoy sirve para anestesiar conciencias. Porque la tragedia de los inocentes no terminó en Belén. Ni en Argelès-sur-Mer. Sigue viva, muda y constante, en el Atlántico, en el Mediterráneo que se traga cuerpos, en Gaza que se traga infancias, en las fronteras, no en Badalona, donde su alcalde actúa como si fuese un nazi.
Los muertos del mar no tienen retrato. Los refugiados de hoy no tienen foto en sepia colgada en un museo. Son cifras, «flujos migratorios», «presión migratoria», «sin papeles» Palabras limpias para realidades sucias. Y los que sobreviven —los que nos sirven el café, recogen la fruta o limpian las habitaciones— reciben una etiqueta cómoda: «menas», «ilegales», «okupas», con k, pegándole una patada a la lengua castellana, ellos que se creen tan españoles. Así no hay que verlos a los ojos. Así no hay que recordar Argelès.
Esta foto nos incomoda porque «nos devuelve el espejo». Porque podríamos ser nosotros. Porque lo fuimos. Porque cuando Europa decide hoy mandar a los refugiados fuera de sus fronteras, no está inventando nada nuevo: está repitiendo la misma cobardía de entonces, y que tan mal le salió.
Quizá el Día de los Inocentes debería dejar de ser una broma. Quizá debería volver a ser memoria. Memoria de los españoles que durmieron en la arena francesa, de las madres que cubrían a sus hijos con mantas húmedas, de los hombres que cargaban maletas vacías. Memoria de los inocentes de ayer y de hoy.

DdA, XXI/6211

SI LA UE NO RECUPERA LA DIGNIDAD, ESTADOS UNIDOS ACABARÁ CON LA UE

2025 ha supuesto la renuncia de la UE a ser baluarte autónomo de la paz y la democracia, y el reconocimiento de su sometimiento servil e indigno a Estados Unidos, sin embargo podría disponer de una “bomba” que produciría un daño inmenso a la economía estadounidense si la utilizara: la empresa neerlandesa ASML –sujeta a legislación neerlandesa, normativa europea, y decisiones políticas del gobierno holandés y de la Unión Europea– es la única que fabrica las máquinas de litografía sin las cuales no se pueden grabar los microchips esenciales para las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Ante las amenazas y agresiones trumpistas, Europa podría recurrir al mismo tipo de restricciones que impone Estados Unidos y bloquear la producción de chips. La inacción de Europa es el resultado de muchas décadas de sometimiento al imperio, de democracia inexistente.


Juan Torres López

Hay muchos motivos por los que el año que está a punto de acabar merece ser recordado con frustración y dolor. Hemos vuelto a contemplar auténticos genocidios. Según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), el número de conflictos armados ha vuelto a ser el más elevado desde la Segunda Guerra Mundial, involucrándose en algunos de ellos potencias nucleares, con el riesgo añadido que eso conlleva. Amnistía Internacional ha mostrado que la situación de los derechos humanos se deteriora en todo el mundo. Las causas, según esta organización, son la “inacción colectiva para abordar la crisis climática, revertir las desigualdades cada vez más profundas y restringir el poder de las empresas”, así como “la deriva hacia prácticas autoritarias y crueles medidas represivas contra la disidencia en todo el mundo”.

Hay, pues, numerosos elementos que podrían ser tomados como muestra de la desastrosa situación en la que se encuentra el planeta. Sin embargo, me parece que hay uno que tiene una especial relevancia geopolítica y estratégica, y que yo elegiría como referente de 2025: la renuncia de la Unión Europea a ser un baluarte libre y autónomo de la paz y la democracia, y el reconocimiento público de su sometimiento servil e indigno a Estados Unidos.

Costaría trabajo señalar un solo mes del año en el que no se haya producido una ofensa, un insulto, una amenaza, alguna muestra, en fin, de desprecio, agresividad y enemistad de la administración de Donald Trump hacia la Unión Europea, sus valores fundacionales y su ciudadanía. Y el mismo esfuerzo llevaría encontrar alguna respuesta firme, digna y con coraje por parte de sus mandatarios. 

En febrero de 2025, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente JD Vance criticó que Europa defienda la democracia, y señaló a la extrema derecha neofascista como la portadora de los valores que Estados Unidos quiere compartir en nuestro continente. Poco más tarde, Trump ridiculizó a Zelenski y después los líderes europeos lo visitaron para ser recibidos como alumnos a quienes el director de la escuela apercibe y da instrucciones. Después, la mayoría de los gobiernos europeos se arrodillaron ante “papito”, según llamó el secretario general de la OTAN a Trump, y aceptaron un caprichoso, irracional e injustificado compromiso de llegar al 5 % del PIB en gasto militar. Por si eso fuese poco, la presidenta de la Comisión Europea superó todas las marcas de la indignidad aceptando las imposiciones comerciales del presidente estadounidense en un campo de golf propiedad de este último. La Estrategia Nacional de Seguridad publicada hace unas semanas confirmó de la forma más nítida posible que Estados Unidos desprecia a la Unión Europea y que se dispone a apoyar a las fuerzas políticas que ponen en cuestión su propia existencia. El año termina con sanciones a dirigentes europeos que pusieron en marcha normas comunitarias en defensa de libertades y derechos de ciudadanía elementales.

Ante todo eso, la Unión Europea apenas ha abierto la boca. O ha callado, o no ha ido más allá de mostrar algunas respuestas tibias, tan tímidas, impotentes e ineficaces que, en lugar de reforzar o marcar su posición, lo que han conseguido es producir vergüenza y quedarse en una situación aún más insignificante, en ridículo y en evidencia en el escenario internacional. Ha sido tan sumisa ante las afrentas de Estados Unidos como silente ante las crueldades de Israel en Palestina. En ambos casos, cobarde y, por tanto, cómplice de la autocracia y del crimen.

La única reacción consistente de Europa ha sido el rearme. Una respuesta, sin embargo, que la debilita aún más porque es una estrategia que carece de elementos esenciales para poder ser una sincera y útil apuesta para garantizar nuestra defensa: unidad política y un ejército auténticamente paneuropeo, no depender del material bélico y de la inteligencia de terceros y en concreto de Estados Unidos, autonomía energética e industria potente y, sobre todo, una ciudadanía dispuesta a tomar las armas bajo una misma bandera. El aumento del presupuesto militar sólo lleva a lo único que saben hacer bien los dirigentes y las instituciones europeos, aumentar las ganancias de las grandes corporaciones.

La Unión Europea ha capitulado ante Estados Unidos cuando este se ha mostrado como enemigo de Europa. Y lo peor no es que lo haya hecho ante los aranceles, las anunciadas sanciones a empresas o las ya establecidas sobre personalidades europeas, como he mencionado, o ni siquiera ante la que va a ser cada vez mayor intromisión trumpista en Europa para apoyar al neofascismo europeo. Lo que realmente está dando por bueno es lo que Estados Unidos ya expresa sin ningún disimulo: su nueva y obligada estrategia para sobrevivir como potencia imperial pasa por reducir Europa a la nada, económica y políticamente hablando.

La pregunta clave en esta situación es si la Unión Europea está en condiciones de responder de otro modo, o si necesariamente ha de darse por vencida, aun a sabiendas de que esto sólo la llevará a la irrelevancia internacional y quizá por un camino sin vuelta atrás hacia su progresiva desintegración.

Johnny Ryan, director de Enforce, una unidad del Consejo Irlandés para las Libertades Civiles que supervisa los derechos humanos en las grandes plataformas digitales, escribió en septiembre pasado un artículo significativamente titulado Europa debe tomar la bazuca o será humillada. De él se deduce que si Europa no se está defendiendo es porque sus dirigentes no lo desean, y no porque carezcan de medios para hacerlo. El arma a la que se refería Ryan es, simple y llanamente, que Europa cumpla sus propias leyes –en concreto el Reglamento General de Protección de Datos– y que utilice los instrumentos anticoerción de los que dispone. 

Como señala Ryan en otro un artículo posterior publicado en The Guardian, se sabe que las grandes empresas tecnológicas estadounidenses están entrenando sus modelos de IA con grandes cantidades de datos personales, algo que es ilegal en Europa y que sólo salvan gracias a que la Comisión Europea viene haciendo la vista gorda con la normativa muy laxa en ese aspecto de Irlanda. 

Si la Unión Europea “tuviera el coraje de ejercer esta presión –dice Ryan– estas empresas tecnológicas estadounidenses tendrían que reconstruir sus tecnologías desde cero para gestionar los datos correctamente”. Y a esto se podría añadir que Europa dispone de otra “bomba” que produciría un daño inmenso a la economía estadounidense si la utilizara: la empresa neerlandesa ASML –sujeta a legislación neerlandesa, normativa europea, y decisiones políticas del gobierno holandés y de la Unión Europea– es la única que fabrica las máquinas de litografía sin las cuales no se pueden grabar los microchips esenciales para las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Ante las amenazas y agresiones trumpistas, Europa podría recurrir al mismo tipo de restricciones que impone Estados Unidos y bloquear la producción de chips.

Como dice Ryan, es poco probable que la burbuja de la inteligencia artificial sobreviviera a este doble impacto. La Unión Europea podría frenar en seco la economía estadounidense, actualmente impulsada por la inversión en inteligencia artificial. 

Son sólo dos ejemplos que fácilmente demuestran que Europa sí dispone de instrumentos para enfrentarse inmediatamente a Estados Unidos y negociar en lugar de someterse, si sus dirigentes quisieran; como han querido los de Brasil, por ejemplo, cuando han plantado cara con dignidad a una potencia mucho más poderosa.


No se trata, sin embargo, de una simple falta de voluntad y dignidad de las autoridades europeas. Su inacción es el resultado de muchas décadas de sometimiento al imperio, de democracia inexistente a escala paneuropea, de un diseño institucional concebido para satisfacer la avaricia corporativa en lugar de para generar bienestar y que, por tanto, ha dejado sin suficiente protección ni seguridad a la gente corriente, lo que ahora la lleva a caer cada vez más en brazos de la extrema derecha. En lugar de generar pulsión democrática que le ayudara a defenderse de agresiones exteriores, los dirigentes y las instituciones europeas se han convertido en la fuente de insatisfacción que alimenta al autoritarismo; y la vergüenza y repulsa ante el modo en que se comportan sus dirigentes sustituyen al afecto y la complicidad que son imprescindibles para forjar comunidades unidas, libres y estables.

Quienes han decidido y deciden ahora los destinos de Europa sometiéndose al imperio de las grandes empresas y al interés de Estados Unidos la han convertido en enemiga de sí misma. En una especie de enferma autoinmune, pues ella misma genera los elementos que la atacan, en lugar de producir los valores de la paz, la democracia, el bienestar y la seguridad como las mejores y más efectivas defensas ciudadanas y civilizatorias que son para protegerse de cualquier amenaza exterior. 

Y sólo hay un error mayor que eso: creer que se sufre una simple enfermedad pasajera que desaparecerá cuando Donald Trump abandone la Casa Blanca. En el supuesto optimista que no venga una etapa aún peor en 2028, la vuelta del Partido Demócrata podrá aliviar las formas, pero no evitar lo fundamental, como ya empezó a ocurrir con Obama y Biden, o hubiera sucedido si hubiese ganado Kamala Harris. El problema de fondo no es Trump, sino que el imperio en declive ya no puede pagar aliados, que debe defenderse a sí mismo y que hará lo que sea necesario para que Europa desaparezca del tablero internacional. Es lo que ocurrirá inexorablemente si aquí no se recupera la dignidad y si no se da completamente la vuelta al diseño de la Unión Europea.

CTXT  DdA, XXI/6211

¿Y SI EN EL HALLAZGO DE VELINTONIA ESTUVIERA LA VOZ DE GARCÍA LORCA?

 



Félix Población

En 2027 se abrirá La Casa de la Poesía de Madrid, antigua residencia del poeta Vicente Aleixandre, uno de los poetas de la llamada Generación del 27 que para algunos entre los que me cuento debería llamarse Generación de la República. Aparte de contar con un auditorio, la casa-museo dispondrá como es lógico de un archivo del poeta, Premio Nobel de Literatura en 1977, en cuyas dependencias se va a contar, gracias al descubrimiento del que hoy informa el diario El País, de una pequeña maleta de lona en la que se han encontrado cartas y poemas de Miguel Hernández, Luis Cernuda y Federico García Lorca. En el caso del poeta granadino asesinado en el verano sangriento de 1936 por los militares sublevados, se trataría de más poemas pertenecientes al ciclo Sonetos del amor oscuro. Con todo, lo más interesante del hallazgo podría ser "una pequeña caja redonda con un carrete de alambre (utilizado en las grabaciones de los años treinta y cuarenta), en aparente buen estado, en el que figura la anotación: G.L. Radio Stentor, Buenos Aires, 1933, del que no se conoce el contenido, ya que aún no ha podido ser reproducido". Las iniciales corresponde a los apellido de García Lorca. El poeta y dramaturgo llegó a Buenos Aires en octubre de 1933 y residió en esta ciudad, de la que se sintió enamorado, durante seis meses, aunque en principio pensaba pasar unas pocas semanas. Viajaba Federico a América del Sur por tercera vez, si bien era la primera vez que visitaba Argentina. Su objetivo era promocionar su compañía de teatro La Barraca y comprobar el éxito de crítica y público de su obra Bodas de sangre, interpretada por Lola Membrives. Residió en la Avenida de Mayo, en el Hotel Castelar. Durante su estancia, se incorporó a la vida social de la ciudad hasta el punto de acompañar al piano a Carlos Gardel en casa del cantor de tangos. Tan agasajada y celebrada fue la presencia de García Lorca en Buenos Aires que le escribió a su madre: "Me tratan como a un ministro", según contó su biógrafo Ian Gibson. No se qué pensará Gibson del hallazgo de esa cajita redonda en la maleta de lona de la tantos años abandonada casa de Vicente Aleixandre, maleta oculta posiblemente en el garaje durante la dictadura, pero tengo para mí que podríamos estar ante el hallazgo por fin la añorada voz de Federico García Lorca. 

DdA, XXI/6212

sábado, 27 de diciembre de 2025

DEPORTACIÓN Y NEGOCIO: TRUMP Y LOS MILES DE MIGRANTES EN ALMACENES INDUSTRIALES


En el editorial del diario mexicano La Jornada se habla de los más recientes ejemplos del negocio multimillonario creado o potenciado por la cruzada antimigrante del trumpismo. Como todo en Estados Unidos, localizar, secuestrar, encarcelar y deportar de manera ilegal a personas en situación migratoria irregular –o a quienes se acusa falsamente de estarlo– se ha privatizado y puesto en manos de empresas muchas veces afines a la agenda de la Casa Blanca. Mantener a una sola persona detenida cuesta 150 dólares al día, y la tarifa puede elevarse hasta los 300 dólares si se le mantiene en “instalaciones especializadas”.


El gobierno del presidente Donald Trump pretende habilitar almacenes industriales para encerrar hasta 80 mil personas, al tiempo que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) impulsa un programa de cazarrecompensas que genera millones de dólares en ganancias a empresas privadas. De acuerdo con The Washington Post, los almacenes estarían ubicados cerca de importantes centros logísticos a fin de concentrar a decenas de miles de personas en un mismo punto y acelerar su deportación, mientras The Intercept dio a conocer que los contratos asociados a estos programas superan los mil millones de dólares, a entregarse de aquí a 2027.

Se trata de los más recientes ejemplos del negocio multimillonario creado o potenciado por la cruzada antimigrante del trumpismo. Como todo en Estados Unidos, localizar, secuestrar, encarcelar y deportar de manera ilegal a personas en situación migratoria irregular –o a quienes se acusa falsamente de estarlo– se ha privatizado y puesto en manos de empresas muchas veces afines a la agenda de la Casa Blanca. Mantener a una sola persona detenida cuesta 150 dólares al día, y la tarifa puede elevarse hasta los 300 dólares si se le mantiene en “instalaciones especializadas”. Así, el costo de encarcelar a 80 mil personas asciende a entre 12 y 24 millones de dólares diarios. Además, la política de mover a los secuestrados arbitrariamente de un centro de confinamiento al otro a fin de desarraigarlos de sus comunidades y dificultarles el acceso a servicios legales supone sucesivas facturas para los contribuyentes. Antes del regreso de Trump al poder, el ICE ya gastaba alrededor de 600 millones de dólares en vuelos de traslado y deportación, un monto que sin duda ha crecido conforme aumentan las operaciones de la agencia. Como los traslados se realizan en vuelos chárter, cada uno cuesta entre 25 mil y 100 mil dólares, sin importar que a bordo viajen dos o cien personas.

En la era digital, gran parte de las tareas recaen en empresas de software como Palantir, del millonario ultraderechista Peter Thiel, quien aboga abiertamente por sustituir la democracia por un totalitarismo encabezado por los titanes tecnológicos. Su compañía integra datos de escuelas, hospitales, registros de tráfico y redes sociales para crear perfiles detallados de “objetivos”, un modelo de vigilancia distópica por el que recibe contratos de cientos de millones de dólares. Anduril, de Palmer Luckey, recibirá 250 millones de dólares por erigir el “muro virtual”, consistente en cientos de torres operadas por inteligencia artificial, desplegadas a lo largo de la frontera con México para detectar a cada ser humano en el área y alertar a las autoridades.

Lo anterior es sólo una pequeña muestra de la maquinaria de persecución aceitada con billetes que se enmarca en el presupuesto sin precedentes otorgado a ICE este año, el cual es mayor al de cualquier otra agencia policiaca estadunidense y, de hecho, supera al presupuesto militar de la práctica totalidad del planeta: si el ICE fuera un ejército, sólo los de 16 países (incluido el del propio Estados Unidos) dispondrían de más recursos.

Todo ello, mientras el presidente y sus correligionarios republicanos le dicen a la gente que no hay dinero para financiar sus seguros médicos, escuelas ni la infraestructura más deteriorada entre las naciones “desarrolladas”. Si a ello se suma el impacto económico que deja la pérdida de habitantes y de la mejor mano de obra de que dispone el país, está claro que la política de odio es un enorme negocio para un puñado de millonarios a expensas de hacer a la superpotencia cada vez más pequeña.

LA JORNADA MX.

EL REY COMPITE CON CAMPOFRÍO PARA ENDULZAR LA NOCHEBUENA DE LOS AMOS

Los discurso del rey se tienen que formar con material prefabricado de segunda mano, una versión degradada de algo que ya se hizo otras veces. Nada de reproches. Es un Jefe de Estado dinástico en una democracia. Es peor la prensa mainstream al día siguiente, fingiendo ese efecto que el kitsch dice de antemano que tienes que tener, fingiendo cada año que estamos ante un «alegato por la convivencia», ante una lección que ojalá hayamos sabido escuchar.



Enrique del Teso

Septiembre, octubre, noviembre y diciembre se llaman así porque eran el séptimo, octavo, noveno y décimo mes del año, respectivamente. El año empezaba en marzo y solo había diez meses, porque solo se contaban 304 de los 365 días. En los 61 restantes, de inactividad agrícola, no tenía valor práctico el cómputo de los días. Como en la Luvina de Juan Rulfo, entre diciembre y marzo a nadie le importaba cómo se iban amontonando los días. Numa Pompilio corrigió aquel descuadre cobijando los 61 días salvajes en dos meses nuevos, enero y febrero, para que todo tuviera su sitio. Enero, de januarius, se llama así en honor al dios Jano, el de las dos caras, la que mira hacia atrás y la que mira hacia delante. Cada fin de año, todos somos Jano en miniatura, todos recopilamos lo que pasó y juntamos deseos y temores sobre lo que empieza. La metáfora de Jano es poderosa. Nuestra mente no está diseñada para centrarse en el presente, sino para prever lo que puede pasar, basándose en una recopilación operativa de la memoria acumulada. El presente es solo una ventana efímera poblada de impresiones momentáneas, ecos del pasado y detección de novedades. Recopilamos y prevemos, a eso nos dedicamos. Algunos ensayistas sugieren que la experiencia extraña del arte se debe a que el arte enreda en ese mecanismo y nos clava de manera insólita en un presente radical, sin Jano, que ni recopila ni prevé. A saber.

Terminamos un año de amnesias en el corto y en el largo plazo. La vida pública se vive cada vez más como una serie de episodios de alto voltaje sin conexión entre sí. Cuando intentamos conectarlos nos damos de bruces con el chiste o con el sinsentido sin gracia. Unos más que otros. Pedir a Puigdemont que apoye la moción de censura contra un gobierno que es ilegítimo por haber pactado con Puigdemont es difícil de superar. Este tipo de historias no suceden porque Feijóo o cualquier otro sean idiotas. Surgen porque nos creen idiotas a los demás o, lo que es lo mismo, creen que, con odios debidamente excitados, tenemos el cerebro reducido a tareas de mantenimiento y confiamos la conducta a las tripas bajas. Y no van desencaminados. Luis Argüello pide la dimisión del gobierno en otro tono, fingiendo que es lo que dice la Constitución, como si ahora no estuviéramos en la Constitución y no supiéramos, otra vez como idiotas, lo que siempre está tras el frufrú de las sotanas. Y la amnesia en el largo plazo tiene que ver con un componente básico de la estrategia ultraderechista: el negacionismo, es decir, la desconfianza en los canales de transmisión del conocimiento, es decir, la anulación del conocimiento, es decir, la ignorancia y la barbarie. La guerra civil acabó en el 39, un criminal se hizo con el poder del estado y sucedió lo que no podía ser de otra manera: crímenes, por decenas de miles, primero en masa y luego en goteo incesante. Esperanza Aguirre se agarra a la falacia post hoc ergo propter hoc para decir que cada cosa es el efecto de lo que la precede: si después de la República hubo una guerra, la República trajo la guerra; si después de la dictadura de Franco vino la democracia, la dictadura trajo la democracia; ergo, mejor nos fue con la dictadura que con la República. Esto sería una broma de analfabeta si no fuera complacencia con el crimen a gran escala ¿O no estimula la derecha la violencia diciendo que la violencia contra Sánchez demuestra su ilegitimidad?

El dios Jano se aparece cada año, como un diapasón, con las campanadas y con el discurso del Rey. Poca gente lo escucha, a nadie le importa, pero es como un gong para marcar la Nochebuena. El discurso es siempre engolado, vacío y lleno de topicazos sin contenido: futuro de libertades basado en el diálogo, propósitos compartidos, desafíos internos y externos, perseverancia, convivencia, somos un gran país. No podemos reprocharlo. Es un Jefe de Estado dinástico, no elegido, y en democracia eso quiere decir que tiene un mandato sagrado: oír, ver y callar. Y, como no queda estético callarse, cuando habla no debe decir nada. Sus discursos tienen que ser la quintaesencia del capítulo que Umberto Eco dedicó al kitsch, ese tipo de mal gusto que consiste en hablar anunciando el efecto que debe causar lo que se dice (como cuando en una escena suena un violín para advertir que es romántico lo que sigue) y formar un texto con material prefabricado de segunda mano, una versión degradada de algo que ya se hizo otras veces. Nada de reproches. Es un Jefe de Estado dinástico en una democracia. Es peor la prensa mainstream al día siguiente, fingiendo ese efecto que el kitsch dice de antemano que tienes que tener, fingiendo cada año que estamos ante un «alegato por la convivencia», ante una lección que ojalá hayamos sabido escuchar.

Tronchante. Pero ese material prefabricado dice y calla. La alusión a la dictadura dice la verdad de que fue una etapa en que estábamos lejos de Europa y calla la verdad de que fue una dictadura. La celebrada alusión al auge de los extremismos incluye un plural estilístico. Solo hay un extremismo. Solo uno es una amenaza, por el poder de quienes lo financian y por la amenaza a la soberanía nacional declarada por el imperio que quiere imponerlo. Y también por su programa. Nadie está proponiendo la nacionalización de los medios de producción, la expropiación de la Iglesia, ni la nacionalización de la banca. Pero, en la bancada de enfrente, sí están proponiendo la eliminación de la Seguridad Social y diciendo que curar a los enfermos es inmoral. Y en esa bancada sí se está diciendo que las mujeres que mueren violentamente cada año, en cantidad similar a las que morían asesinadas por ETA, son cosas que pasan y que el estado no debe movilizar recursos contra semejante barbarie; que tampoco salió en el discurso. Solo hay un extremismo, el de la derecha.

Uno de los fantasmas no aparecidos entre la lista de tópicos es la mala hierba del racismo. Lo vimos en Badalona y lo vimos en maqueta en el Natahoyo en Gijón. La gente no es racista por miedo, ni porque crea a extranjeros de otras razas culpables de nada. La gente es racista porque se siente bien así. La gente común sin especiales méritos o éxitos tiene algo que debe flotar sobre cualquier triunfo: la normalidad. Si un individuo se adorna con la vacuna contra el cáncer, la normalidad debe flotar sobre tan notable virtud. Nunca despreciaría a nadie por ser normal. Palabras como donnadie, mindundi o mediocre las reservo para gente plana que quiere figurar, lamiendo culos o haciéndose notar por las circunstancias, sin ningún merecimiento para figurar. Esos mindundis de Badalona que se agavillaban para dejar a la intemperie a gente de otra raza, esos donnadies, algunos del Natahoyo y otros llegados para la ocasión de paúles ultras, son racistas porque se sienten bien, se sienten alguien siendo esos penúltimos que los amos alimentan para el diseño de la sociedad salvaje en que, efectivamente, son los amos. Fue uno de los fantasmas del Rey

El dios Jano, que recopila y prevé, nos dice que la identidad y el pasado, real o inventado a la medida los amos, son regazos de consuelo en el desconcierto y que son portadores de malos contrabandos. Mala patria es la que te ama por ser español y te quita el médico por España. Mala identidad es la que te da el consuelo de tu piel y te evoca un pasado claro y simple y te niega las libertades para recuperar una grandeza imaginaria. Recopilando y previendo, la izquierda debe entender que la gente disfruta más del bien que del mal y que el mal solo crece anclado al mal. Sin injusticia social, la ultraderecha, «los extremismos», no tendrían agarre. No se puede parar a la ultraderecha sin enfrentarse a los amos.

El Rey habló de la carestía de la vivienda como de un fenómeno meteorológico y en vez de pobreza habló del coste de la vida, como otro avatar del tiempo. No lo culpemos. Es un Jefe de Estado dinástico, tiene que callar hasta cuando habla. Y tiene que competir con Campofrío para endulzar la Nochebuena de los amos.

NORTES  DdA, XXI/6210

IZQUIERDA DESUNIDA E IMPOTENTE


Félix Población

Leemos en El Huffpost que el éxito electoral de Unidas por Extremadura (Podemos Extremadura, Izquierda Unida de Extremadura y Alianza Verde) no tendrá su continuidad en una coalición similar que concurra las elecciones autonómicas de Aragón, convocadas para el próximo 8 de febrero. La propuesta de Podemos, consistente en repetir una candidatura que aglutine al partido morado junto a Izquierda Unida y Chunta Aragonesista, no será posible, por lo que Podemos concurrirá a las urnas con una candidatura única, encabezada por María Goicoechea. La propuesta de una fórmula similar a la de Unidos por Extremadura no ha sido aceptada por las otras dos formaciones políticas ni por Sumar. El Movimiento de Yolanda Díaz se ha entendido con Izquierda Unida, y Chunta Aragonesista y Podemos acudirán por separado a las urnas. A falta de saber las razones aducidas por Izquierda Unida, Sumar y Chunta Aragonesista para no aceptar la propuesta de Podemos de repetir la exitosa fórmula de Extremadura -quizá sea mejor no saberlas-, tenemos para las sucesivas elecciones autonómicas en Castilla y León y Andalucía más de lo mismo que en Aragón, por lo que  es muy probable que el Partido Socialista se beneficie del voto con la nariz tapada de aquella ciudadanía que rehúye la abstención o se siente harta, muy harta, de una izquierda tan desunida como impotente para frenar a la extrema derecha. Incluso cuando Extremadura le ha dicho a la izquierda de modo muy claro que desunidos e impotentes, no. Quedamos a la espera de un fracaso anunciado y de cómo se cuenta cuando se cumpla*.

*Cuesta creerlo pero parece que es lo que hay. Tonto de mí por pensar que era posible otra cosa tras Extremadura...(De mi amigo Max).

DdA, XXI/6210