Diario del Aire
miércoles, 3 de diciembre de 2025
LAS MUJERES DE "LA ROJA" NO PIERDEN EL GOZO DE SU FÚTBOL
HUNOSA SE NIEGA A PAGAR A LA BRIGADA DE SALVAMENTO MINERO
Hunosa se niega a pagar a los brigadistas más de 9000 horas que les debe. Ante la desidia de la empresa, llueve sobre mojado, los brigadistas advierten que de no obtener soluciones ya, renunciarán a la Brigada y volverán a sus puestos. Con la Brigada desaparecerían más de cien años de experiencia adquirida de generación en generación que la hacen un grupo de élite.
Armando Nosti
EL PARQUE REGIONAL DE MAMPODRE Y RIAÑO TIENE QUIEN LO HABITA: NO ES UN MUSEO
Quizá este excelente artículo, publicado en un modesto medio de información arraigado desde hace unos cuantos años en aquella abrupta geografía, no llegue a los gabinetes de prensa de los departamentos correspondientes del gobierno de la Junta de Castilla y León. Y si llegara, es probable que tampoco tuviera consecuencias. Hablamos de gobiernos que llevan cuarenta años sin hacer frente a los problemas que se plantean en el siguiente texto, publicado en Diario de Valderrueda. Al contrario, la despoblación prosigue en aquellos municipios porque este parque regional parece como si estuviera condenado a convertirse un museo de sí mismo. A diferencias de otros en este país y en Europa, este parque se le administra desde fuera, como si quienes lo habitan fueran figurantes sin voz. La administración debe estar -escribe con criterio incuestionable el articulista- donde está la vida. Un parque regional sin habitantes no es un Parque, es un decorado, una suerte de vistoso escaparate para turistas, una postal para redes sociales, una excusa para nuevas obras como ese puente sobre el embalse riañés. Un territorio sin alma. Mientras en otros parques europeos la ganadería es vista como columna vertebral del sistema, aquí es tratada como una molestia administrativa. Como primera gran incoherencia de este Parque Regional de la Montaña de Mampodre y Riaño está decir que se protege la naturaleza mientras se asfixia al agente ecológico más importante del territorio. Muy cierto.
Alberto Díez
La última vez que escuché a un cargo público hablar del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre lo hizo con la solemnidad de quien presenta algo grande, importante, casi heroico. Mostraba imágenes de un nuevo puente turístico erguido sobre el embalse riañés, como si esa estructura fuese la llave maestra capaz de abrir un futuro brillante en esta comarca que se ha ido apagando década tras década.
Lo curioso es que, mientras hablaba, yo no veía un puente: veía una grieta. Una grieta entre lo que se promete y lo que realmente se vive aquí. El puente, la pasarela, la obra vistosa… no importa la forma. Importa el fondo: la desconexión profunda entre la Junta de Castilla y León y la realidad cotidiana de quienes habitamos estas montañas.
Y esa desconexión es la que convierte cada anuncio institucional en una pieza de propaganda hueca, porque aquí, a pie de suelo, cada invierno más largo, cada casa apagada, cada explotación que cierra, cada consulta médica que se cancela, confirma lo que la administración se obstina en no ver: este Parque se queda sin habitantes.
No es una metáfora. Es estadística pura. Según los padrones consolidados elaborados a partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), esta zona perdió más de 240 habitantes solo en el último año. En varios municipios la densidad cae por debajo de los cuatro habitantes por kilómetro cuadrado, un valor que en la clasificación europea equivale a despoblación extrema. La provincia de León, por su parte, perdió 1.388 personas en 2023; y las proyecciones oficiales estiman una caída superior a los 17.000 habitantes en los próximos 15 años. Son cifras que cualquier administración mínimamente responsable tendría tatuadas en su frente. Y, sin embargo, aquí seguimos, con anuncios de obras turísticas que no sostienen población. Con discursos que ignoran lo esencial: un Parque sin habitantes está condenado a convertirse en un museo de sí mismo.
Lo que más sorprende es que la Junta actúe como si todo esto fuera una especie de malestar local, como si la despoblación fuese una emoción, una sensación, un prejuicio. Pero aquí no se trata de sensaciones. Se trata de números que se pueden trazar en un gráfico. Y se trata, sobre todo, de vidas que se marchan porque la administración ha decidido que la palabra “protección” significa “preservar el decorado, no a las personas”.
Lo más doloroso de esta deriva es la gran impostura sobre la que se construye la narrativa oficial del Parque: ese paisaje que tanto se fotografía, que tanto se imprime en folletos, que tanto se sugiere como naturaleza impoluta, no existe sin quienes lo han trabajado durante generaciones. Es el resultado de siglos de manejo humano: pastoreo extensivo, siega, desbroce, apertura de pasos, mantenimiento de majadas y caminos. Ese paisaje no es virgen; es cultura. Y la cultura necesita personas. Aquí, la Junta parece querer el paisaje, pero no a los habitantes.
La ganadería extensiva — la misma que Europa reconoce como generadora de servicios ecosistémicos de primer orden — sobrevive en estas montañas no gracias a las políticas del Parque, sino a pesar de ellas. Las exigencias burocráticas, la falta de infraestructuras adecuadas, la tardanza en las compensaciones por daños y las trabas a mejoras básicas convierten la vida de los ganaderos en un ejercicio constante de resistencia.
Mientras tanto, parques como Somiedo o Redes son capaces de integrar a los pastores en la gestión, reconocer su función y convertirlos en aliados. En los Alpes, la compensación económica por mantener pastos abiertos, por prevenir incendios de forma natural, por sostener corredores ecológicos, no es un concepto teórico; es una realidad consolidada. Aquí, en cambio, quien mantiene la montaña abierta trabaja gratis para toda la comunidad.
No es casualidad que, mientras en otros parques europeos la ganadería es vista como columna vertebral del sistema, aquí es tratada como una molestia administrativa. Esa es la primera gran incoherencia de este Parque Regional: decir que protege la naturaleza mientras asfixia al agente ecológico más importante del territorio.
La segunda incoherencia es sanitaria. En los informes del Ministerio de Sanidad se refleja un hecho preocupante: la ratio de profesionales en la atención primaria rural de Castilla y León es insuficiente para un territorio tan disperso. Las listas de espera — publicadas por la propia Junta y citadas en los análisis provinciales recientes — revelan retrasos que, en la vida cotidiana, se traducen en algo crudo: si enfermas aquí, esperas. Y si nieva, puede que esperes más de la cuenta. Cualquiera que viva en un pueblo lo sabe: a veces la medicina depende más del cielo que del sistema. Y nadie fija población donde la salud depende de un golpe de buena suerte.
El panorama educativo no es mejor: las aulas se sostienen en equilibrio inestable, las matriculaciones se tambalean, y cada cierre de escuela supone una sentencia adicional para la vida de un pueblo. En cuanto a vivienda, la política fiscal autonómica presume de deducciones para rehabilitar inmuebles en municipios pequeños, pero sin vivienda accesible, sin servicios estables, sin tejido productivo y sin una estrategia real de asentamiento, esos incentivos se quedan en papel mojado. La fiscalidad no fija población si no se acompaña de vida.
El tejido productivo de la comarca — o lo que queda de él — es otro frente abandonado. Hay ganadería, recursos forestales, producciones alimentarias artesanales, pero falta lo que hace sólida una economía local: centros de transformación, cooperativas territoriales, logística compartida, marca comarcal reconocible, redes agroalimentarias robustas. Todo aquello que parques como Aigüestortes o diversas Reservas de la Biosfera han integrado de forma natural en sus estrategias. La nuestra, en cambio, parece una economía dispersa condenada a defenderse sola, pieza por pieza.
La montaña, sin embargo, aporta mucho más de lo que recibe. Los servicios ecosistémicos — captura de carbono, regulación hídrica, prevención de incendios, mantenimiento de hábitats — son esenciales no solo para el Parque, sino para regiones enteras. Pero aquí no existe ni un programa de compensación ni una política de reconocimiento. Mientras Europa avanza hacia modelos donde quien cuida del territorio recibe un retorno, nosotros seguimos tratando ese cuidado como un deber silencioso de los de siempre.
Y luego está el punto que resume mejor que ningún otro la falta de respeto de la administración hacia este territorio: la sede central del Parque no está en el Parque. Está a kilómetros, en despachos urbanos donde es imposible percibir la temperatura social de las montañas, su latido, su precariedad, sus urgencias. Es quizá la imagen más descarnada de esta gestión: un Parque administrado desde fuera, como si los habitantes fuéramos figurantes sin voz.
Es difícil entender cómo una institución que pretende conservar un territorio no es capaz de tener su centro de decisiones en ese mismo territorio. Por eso lo digo sin rodeos: exigimos que la sede del Parque esté aquí, y no en León ni en Valladolid. Es un acto mínimo de coherencia, de dignidad y de responsabilidad institucional.
Otras regiones lo tienen claro. El Parque Nacional de Aigüestortes tiene su sede en el territorio. Ordesa, también. En los Alpes, las oficinas centrales no se ubican en capitales, sino en los pueblos que forman parte de la montaña. La administración está donde está la vida. Aquí, no. Y esa distancia es política antes que geográfica.
Lo que resulta más frustrante de todo esto es que no estamos pidiendo nada que no exista ya en otros lugares. No reclamamos privilegios ni excepciones. Pedimos políticas que funcionen, estrategias que ya han demostrado ser eficaces, estructuras que pueden replicarse. Pedimos una fiscalidad realista que atraiga familias, un sistema sanitario accesible, datos públicos y actualizados, centros de transformación productiva, una red agroalimentaria territorial, programas de pagos por servicios ecosistémicos, Casas del Parque que actúen como centros de gestión y no como museos y, por encima de todo, una administración presente, cercana y responsable. Porque lo que más se ha roto en estos años no es la demografía ni la economía, sino la confianza. Hay una creciente sensación de abandono, de distancia institucional, de decisiones tomadas sin escuchar a quienes aún viven aquí. Y esa distancia es letal. La población no solo se hunde: empieza a descreer.
Quisiera terminar esta carta abierta con una idea que puede sonar simple, pero que encierra la raíz de todo este conflicto: un Parque sin habitantes no es un Parque, es un decorado. Un escaparate para turistas, una postal para redes sociales, una excusa para nuevas obras. Un territorio sin alma. Pero esta montaña aún tiene alma. Y quienes vivimos aquí queremos seguir teniéndola. Queremos un Parque vivo, con Casas del Parque que sirvan para algo, con caminos transitables, con médicos que lleguen, con aulas que se mantengan, con familias que se queden y no que huyan. Queremos una sede aquí, donde la montaña empieza, no donde termina la burocracia. Yo seguiré aquí, como muchos otros. Pero no sé por cuánto tiempo más si la gestión continúa mirando a la montaña desde lejos.
Diario de Valderrueda DdA, XXI/6186
martes, 2 de diciembre de 2025
DEL CONGRESO CON MOTOSIERA A ACOSAR A PERIODISTAS, Y VOX CRECE EN LAS ENCUESTAS
Lazarillo
La reportera se llama Laura Pavía y pertenece a RTVE. Cubrió como tal la concentración que tuvo lugar junto a la sede del Partido Socialista en Madrid, a rebufo de la que celebró el Partido Popular no muy lejos de allí. En este caso, los congregados habían sido convocados por Vox o una organización afín a este partido de extrema derecha con representación en el Congreso de los Diputados. Fue en el Congreso donde uno de los diputados del citado partido planteó al presidente de RTVE la duda de si Vox iba a entrar en la radio y televisión pública con motosierra o lanzallamas. Lo que ocurrió en la calle de Ferraz, con unos energúmenos acosando e increpando a Laura Pavía, tratando de impedir su trabajo, es una consecuencia de que esos diputados puedan expresarse en el Congreso tal como lo hizo el diputado de Vox. Es digna de encomio la serenidad que en todo momento mantuvo la reportera ante el micrófono y la cámara para mayor resalte de la indecencia mostrada por la patulea de gañanes que la increpaban. ¿Seguirá creciendo Vox en las encuestas?
CIS DEL DÍA DE LA FECHA
DdA, XXI/6185
AL COMUNISTA ANTONIO GONZÁLEZ RAMOS LO ASESINARON A GOLPES EN OCTUBRE DE 1975
Antonio González Ramos, el último asesinado por el franquismo
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El más brutal de los torturadores fue el inspector José Matute Fernández, cinturón negro de judo, que en la noche del 29 al 30 de octubre, en los sótanos de la Subdelegación del Gobierno, golpeó con tanta saña al militante comunista que le causó la muerte, semanas antes de que Francisco Franco falleciera. Fue, por lo tanto, la última persona asesinada del régimen en vida del dictador.
Angelo Nero
Antonio González Ramos era un hijo de la guerra, había nacido en aquel infausto 1936, en el norte de Tenerife, el mismo año que el General Franco había sido nombrado Capitán General de Canarias. En la isla, como en el resto del archipiélago no existió una resistencia que pudiera hacerle frente al alzamiento militar, aunque en Tenerife hubo enfrentamientos en la capital y en el norte, pero estos fueron rápidamente sofocados, y la represión desatada por los fascistas fue brutal. “Si la guerra y la represión fue desde el punto de vista de los vencedores la expiación de los pecados mediante la efusión de sangre, la posguerra y autarquía fue una cuaresma basada en el hambre, la enfermedad, la incultura y la emigración”, señala el historiador Ricardo Guerra Palmero, en su estudio “La larga posguerra en Canarias”.
Antonio fue uno de tantos jóvenes que tuvo que abandonar la isla para huir de la miseria, en los años sesenta, poniendo su horizonte en Alemania. Allí entró a trabajar en una fábrica, donde contactó con miembros del Partido Comunista, y cuando regresó, unos años más tarde, a su isla natal, ya se había convertido en un decidido militante clandestino. Cuentan que, cuando dejó Alemania, pregunto a sus camaradas: “¿Cómo encontraré al partido?”. A lo que le respondieron: “Búscalo en el pueblo”.
Pronto encontró trabajo en la fábrica de tabacos de Philips Morris, y fue uno de los artífices de las primeras Comisiones Obreras en la isla, además de ser un destacado dinamizador del movimiento vecinal, en el barrio de La Laguna. Por su actividad sindical fue represaliado en el trabajo, junto a compañeros como Chicho Montesinos y Luis Molina, y comenzó a militar, primero en la en la OPI (Oposición de Izquierdas del PCE), y después en una escisión del Partido Comunista, que defendía la autodeterminación de Canarias: el Partido de Unificación Comunista en Canarias (PUCC), en el que entró en 1974.
El PUCC, cuyo secretario general fue Francisco Tovar Santos, llegó a ser la tercera fuerza política de las islas, a finales de los años setenta, encuadrada en la coalición Unión del Pueblo Canario (UPC), y en las elecciones municipales de 1979 logró la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, con Manuel Bermejo, y en las generales de ese mismo año también consiguió un diputado en las cortes españolas, Fernando Sagaseta, firme defensor de la no integración en la OTAN y del derecho de autodeterminación del Sahara y Canarias.
Pero Antonio González Ramos no disfrutaría de estos éxitos del PUCC, porque, sólo un mes antes de la muerte del dictador, su vida sería arrebatada por los esbirros de un régimen que ya estaba preparando su transición sangrienta. Como contó su compañero Julián Ayala, compañero de militancia en la OPI (Oposición de Izquierdas del PCE): “En el aciago día 29 de octubre de 1975. En una concatenación de casualidades, Antonio fue detenido por la Brigada de Investigación Social, la policía política del franquismo. En casa de un amigo suyo había sido hallada una maleta con panfletos y documentos del PUCC, que había llevado para que le guardaran y, en otro lugar de la misma vivienda, unos cartuchos de dinamita que el amigo, trabajador ocasional de la construcción, tenía para emplear en la pesca clandestina. Fue lo suficiente para exacerbar el celo de los sicarios, temerosos ante las incertidumbres que estaba abriendo la enfermedad que iba a llevar a la tumba al Caudillo un mes después, y ansiosos de apuntarse el tanto de desarticular una banda terrorista.”
A pesar de que el PUCC no albergaba la oposición armada al régimen en sus postulados políticos, y se encuadraba en la lucha de masas -aunque la lucha armada ya se estaba fraguando en las islas a través del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), liderado por Antonio Cubillo-, los policías de la Brigada Político Social se emplearon a fondo para que Antonio confesase su implicación en actividades terroristas. El más brutal de los torturadores fue el inspector José Matute Fernández, cinturón negro de judo, que en la noche del 29 al 30 de octubre, en los sótanos de la Subdelegación del Gobierno, golpeó con tanta saña al militante comunista que le causó la muerte. Antonio tenía 39 años cuando fue asesinado en las mazmorras de la BPS, dejando una viuda y cuatro hijos huérfanos.
No tardaron en redactar una burda versión oficial, como era acostumbrado entonces, y como lo sería después, en la Transición, en la cual Antonio se había arrojado del coche que lo trasladaba a comisaría en marcha. José Matute Fernández era un fascista de la peor calaña, que había servido en el protectorado español de Marruecos, donde se había destacado por su crueldad con los detenidos, y además era un cobarde: en cuanto se iniciaron las investigaciones por la muerte de Antonio González huyó a Venezuela, para evitar ser juzgado. Aunque no tardó en regresar, un año después, cuando ya se daba por hecho la promulgación de la ley de punto final, la Ley de Amnistía, que en su artículo segundo amnistiaban delitos como los del inspector Matute: “Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas”. Finalmente fue procesado, pero el juicio no llegó a celebrarse, porque, como había calculado, le llegó la amnistía del 77 y se pudo reincorporar a su puesto de policía, con destino a la siniestra Dirección General de Seguridad de Madrid.
En el sumario de la causa se pudieron leer fragmentos tan duros como este, que describen el martirio de Antonio: “Estando con las muñecas a la espalda, fue repetidas veces golpeado por el Inspector, con la mano abierta, en el cuello, propinándole rodillazos en el estómago. Derribada la víctima en el suelo, se dejaba caer Matute, con sus rodillas sobre la caja torácica y boca del estómago, produciéndole múltiples lesiones contusivas de forma circular en región epigástrica e hipocondrio derecho, con hígado desgarrado y con hematoma en celda renal derecha”.
Solo 40 días antes del asesinato del militante comunista, el inspector José Matute Fernández había torturado también al estudiante Julio Trujillo Ascanio, de 21 años, por lo que fue condenado a cinco meses de arresto, y al pago de 75.000 pesetas. También pasó por sus manos el diputado socialista Arcadio Díaz Tejera, que narró así su paso por la comisaría, cuando también contaba poco más de veinte años: “Me detuvieron y durante cinco días recibí dos sesiones diarias de palizas por parte de Matute, en el mismo lugar donde pocos días después moriría Antonio González Ramos. Me daba golpes por todos lados, a veces de frente y a veces por la espalda, cuando yo no tenía posibilidad de preverlo; me pedía información y, sobre todo, el nombre de compañeros.”
NUEVA REVOLUCIÓN
EL PROBLEMA NO ES ELISA BENI, SINO EL MECANISMO QUE LA PRODUCE Y CONSUME
Tras más de una década escribiendo como columnista en elDiario.es, esta semana hemos comunicado a Elisa Beni que no contamos más con ella y prescindimos de su colaboración. Esta decisión, que desde luego asumo, ha levantado el revuelo habitual en estos casos. Varios medios nos acusan de “censura”, de haberla apartado porque no nos gustaba su opinión. Ignacio Escolar, director.
Lucio Martínez Pereda
EL 0,17 POR CIENTO DE ESPAÑA, EN EL TEMPLO DE DEBOD
80.000 asistentes se manifestaron en el madrileño Templo de Debod según cifras aportadas por un Partido Popular que si nunca nos ha mentido no va a empezar a hacerlo a estas alturas. Si nos quedamos con estos datos –obviando que en esa superficie, según la geometría caben 20.000–, cuando los líderes populares aseguraban que allí estaba presente toda España, se referían, en realidad, al 0,17% de España. Un porcentaje similar al de presos de Soto del Real sin carnet del partido. Menos los presos –PP presoak etxera– y las decenas de cargos a la espera de juicio, allí estaba todo el que tenía que estar clamando contra la corrupción.
Gerardo Tecé
Como cada cuatro domingos, España ha vuelto a quedarse al borde del abismo. Como cada cuatro domingos, un país a punto de caer por el acantilado flota en el aire sin nada bajo los pies, como el Coyote tras el Correcaminos. Como cada cuatro domingos, la situación es insostenible y esto no puede durar un solo día más. Como cada cuatro domingos, el pueblo español se echó de nuevo a la calle este finde para decirle, ahora sí que sí, basta al sanchismo. Si no todo el pueblo, buena parte de él. 80.000 asistentes se manifestaron en el madrileño Templo de Debod según cifras aportadas por un Partido Popular que si nunca nos ha mentido no va a empezar a hacerlo a estas alturas. Si nos quedamos con estos datos –obviando que en esa superficie, según la geometría caben 20.000–, cuando los líderes populares aseguraban que allí estaba presente toda España, se referían, en realidad, al 0,17% de España. Un porcentaje similar al de presos de Soto del Real sin carnet del partido.
Menos los presos –PP presoak etxera– y las decenas de cargos a la espera de juicio, allí estaba todo el que tenía que estar clamando contra la corrupción. Un problema que no solo le duele al dirigente del PP, también al votante le duele de forma genuina, sincera. La estrella máxima del bolo, la más aplaudida y jaleada, fue la Ayuso del hermano comisionista, el novio con Maserati y testaferro y los avales públicos a familiares que se perdieron y nadie encuentra; clamando contra el escándalo que supone la entrada en prisión de un exministro como Ábalos. Estuvo también José María Aznar, récord en abdominales y ministros encarcelados e imputados. Por estar, estuvo incluso aquel tipo que se jodió la muñeca reventando discos duros a martillazos. ¿Cómo estás?, le preguntaban cariñosos los asistentes acariciándole el hombro y él respondía que tirando, mejorcito. Gracias a la fisioterapia y mucho esfuerzo, ya puede ir agarrando cosas con esa mano. En la quedada contra la corrupción estuvieron todos los que tenían que estar, pero, sobre todo, estuvieron muchos ciudadanos anónimos que no pueden más con tanto choriceo. De entre todos los personajes desconocidos que acudieron a la mani contra la corrupción, quizá el más pintoresco fuese un tipo gallego con barba y gafas llamado M Punto Rajoy. Como le pasó a un señor de Murcia de pelo blanco al que confundieron durante el encendido navideño con Richard Gere, a este lo confundieron con un presi anterior y se pasó la mañana dando la mano.
En un ambiente que combinaba lo festivo con lo dramático, como sucede cada cuatro domingos, se recordó la urgencia histórica que estaba en juego pero también se alumbró un futuro repleto de esperanza. Tras saludar a los asistentes con un solemne “Anotop At, terrícolas”, Alberto Núñez Feijóo, subordinado de Ayuso con el encargo de sacarnos de esta, desgranó las que serán sus primeras medidas como presidente del Gobierno de España cuando, por fin, el hombre se anime a serlo. Con un tono gritón que de moderado en lo acústico tuvo poco, Feijóo prometió hacer una auditoría para sacar a la luz hasta el último caso de corrupción. Del Gobierno de Sánchez, puntualizó cuando su mirada se cruzó con la de Ayuso y se le empezó a poner cara de Pablo Casado. Más allá de chillidos antisanchistas, Feijóo prometió ante toda España, allí presente, una bajada de impuestos y un endurecimiento en las políticas migratorias, medidas aplaudidas, pero no jaleadas como la ocasión merecía. Cuando has dibujado un panorama en el que una banda criminal tiene secuestrado un país que ha quedado arrasado, qué menos que un lanzamiento de sacos de arroz y medicinas o una buena intervención militar de la OTAN.
A 400 metros de allí, frente a la sede del PSOE en Ferraz, se contramanifestaba la escisión efusiva del PP, la derecha auténtica, la que de verdad piensa que en España las calles las ponen cada mañana Josu Ternera y un narcotraficante sobrino de Maduro. La escisión que actúa en consecuencia cortando calles, la que ejerce su libertad llamando maricones a los ministros, putas a las ministras o pidiendo el paredón contra el presidente democráticamente elegido. “Me gusta la fruta” versus “Perro Sanxe hijo de puta” o “Pedro Sánchez, tiro en la nuca”. Gritos honestos, nada disfrazados, lanzados frente a una cámara de TVE mientras llamas guarra a la periodista y le pasas por la cara una bandera de España a modo de agresión, que es para lo que sirven las banderas. Horas después, Ayuso, encargada de recuperar votos perdidos en la escisión, afea que Vox se manifieste por su cuenta y no bajo el logo de la empresa matriz. Desde Vox responden que la pistola se saca para disparar, el que la saca para enseñarla es un parguela. Es teatro. Los modelos no se enfrentan, se complementan. En el templo de Debod y cortando las calles frente a la sede del PSOE se viene a lo mismo. Tras los discursos y los gritos en un lugar y en otro coincidían los españoles de bien en que el presidente del Gobierno tendría que estar ya en la cárcel. El delito aún no lo conocemos, pero eso no es problema. Podría el Supremo meterlo en prisión y, ya con el ambiente más calmado, ir escribiendo la sentencia que explique lo que pasó. Sería una forma de recuperar esta democracia que está en peligro cada día. Lo seguirá estando dentro de cuatro domingos. Siete años llevamos así y nunca se acaba la dinamita ACME.
CTXT DdA, XXI/6185
LOS AMERICANOS DEL POTE O INDIANOS DE LA MALETA AL AGUA
Félix Población
Por cortesía del Muséu del Pueblu d'Asturies de Gijón nos llega este anuncio, tan significativo de la historia de la emigración en Asturias, caracterizada en la estatua de la Madre del emigrante, del escultor Ramón Muriedas, que se puede admirar frente al mar en la ciudad asturiana. De entre los países iberoamericanos que recibieron más emigración procedente de Asturias estuvo Cuba. Se cuenta que durante la segunda mitad del siglo XIX, un total de 80.000 asturianos partieron de Gijón y otros puertos con destino a La Habana y Matanzas en corbetas, goletas y bergantines. El viaje, como cabe suponer, era toda una aventura trasatlántica que se prolongaba durante 50 días y que algunos de los viajeros, como el poeta y escritor Alfonso Camín, emprendieron con apenas quince años (1905), dejando en este caso detallada constancia literaria del periplo. Antes, en 1894, y como consecuencia de la abolición total de la esclavitud aprobada años antes, se había publicado en los periódicos asturianos anuncios como el que está depositado en el museo gijonés, en los que se convocaba a trabajadores de 20 a 45 años para ir a Cuba. Podían viajar gratis y las condiciones que les ofrecía la real orden de 28 de diciembre de 1893 (ignoro si como ahora se celebraba entonces el Día de los Inocentes) eran un salario de 15 pesos oro, mínimum cada mes, y manutención. El anuncio se publicó en el periódico El Correo de Asturias, que se publicaba en Oviedo, y la real orden obedecía también al impulso que pretendía dar la corona española para establecer un equilibrio étnico entre la población de la isla, tratando de evitar movimientos revolucionarios como los ocurridos en algunas colonias francesas tras la abolición de la esclavitud. También se pretendía ganar mano de obra barata que supliera la de los esclavos liberados, sustituyéndolos por trabajadores pobres, generalmente campesinos, a los que se les ofrecía ofertas de empleo y librar del servicio militar. Se habla siempre de esa minoría de asturianos que al cabo de muchos años regresaron a su tierra como hacendados después de progresar en la isla caribeña, tanto en el siglo XIX como en las primeras décadas del XX. La región ofrece muestras de la preciosa arquitectura indiana con la que quisieron evocar aquel tiempo una vez en su tierra natal. Apenas hay noticia de los que volvieron con los bolsillos vacíos, la mayoría, y se les llamó despectivamente americanos del pote* o indianos de la maleta al agua. Sobre los primeros hubo incluso un cantar que aludía a la venta de objetos personales para poder pagarse el pasaje del viaje de retorno: Americanu del pote,/ ¿cuándo viniste, cuandu llegaste?/ La cadena y el reló,/ ¿ya lo vendiste, ya lo empeñaste? En cuanto a los segundos, justificaban ingenuamente su fracaso diciendo que al subir al barco de regreso se les cayó la maleta al mar con toda su fortuna. Puede que no pocos de ellos se embarcaran para hacer las Américas después de leer un anuncio como el que publicó El Correo de Asturias en 1894, cuatro años antes de que el viejo imperio español fuera desalojado de la Perla de las Antillas. Más allá hay dragones es una novela de Pedro Luis Menéndez, publicada hace ya unos cuantos años, basada en esta diáspora.
*Desconozco por qué lo del pote, quizá porque se lo ofrecieran al mendigar alimento por las casas. Quien lo sepa, sería de agradecer que lo comunicara como comentario a este artículo.
DdA, XXI/6185
lunes, 1 de diciembre de 2025
¿IMPIDIÓ LA CASA REAL UNA ENTREVISTA CON EL REY EMÉRITO?*
GRITOS CON CITA Y GLOSA (LII): EL INDIVIDUO COMO EJE Y FIN DE SU PROPIA ACCIÓN









