viernes, 14 de noviembre de 2025

QUÉ MALA SUERTE: NADIE ESTÁ DISPUESTO A ABOLIR LA PROFESIÓN DE CHACHA


Reflexiones para una semana en la que los informativos abordan uno de los 𝐚𝐬𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬 más incómodos y por ende invisibilizados…

Leticia Gondi

Qué mala suerte que nadie esté dispuesto a 𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐜𝐡𝐚𝐜𝐡𝐚; una de las más antiguas del mundo, cabe señalar.

Qué mala suerte, insisto, para las pobres mujeres [𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐬], casi todas extranjeras, que se ven obligadas a mendigar el tan necesario billete sobre el mármol del mueble de la entrada.
Qué mala suerte que en los contornos de la moral 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞𝐩𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐱𝐩𝐥𝐨𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐥𝐚𝐛𝐨𝐫𝐚𝐥 todavía persistente de mujeres, siempre mujeres, explotadas en la intimidad de los hogares. A puerta cerrada. Sin seguro y sin seguridad, por un salario irrisorio que roza la mendicidad y horarios cabrones que fluctúan de improvisto en base a las obligaciones y responsabilidades de la señora y del señorito de turno, —¿conciliar?, o sea, yo lo flipo, ¿quién le ha enseñado ese concepto a tu 𝐩𝐚𝐧𝐜𝐡𝐢𝐭𝐚?, ya te dije yo que te buscases una rumana o una de esas que no comen jamón.
Digamos que viven para trabajar. Hormiguitas de extrarradio en colectivo, antes de que amanezca caminito al barrio alto. Para aguantar un día más más 𝐦𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐬 cuando no, más 𝐦𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨𝐬.
Y lo que es peor, sin testigos indiscretos que den fe del abuso al que son sometidas, en la más absoluta soledad.
Mujeres empujadas a dejar a su propia prole a cargo del mayor [del mayor, todo sea dicho, que cumple este mes 12 años], para cuidar con mimo y esmero a los herederos de la clase acomodada. Y de sus perros.
Qué pena que nadie, absolutamente NADIE quiera abolir su modus vivendi. Reubicarlas en trabajos más dignos, más humanos, más edificantes. Ofrecerles una salida profesional lejos del infierno del trabajo a domicilio y el estigma que este ocasiona a aquellas que lo practican.
¿No ves claro dónde posicionarte?, pregúntate a ti misma si has soñado esta profesión para tu propia hija, para tu madre, para tu hermana…

DdA, XXI/6166

GAZA, SARAJEVO: DONDE EL TERROR DISIMULA Y EL ODIO SONRÍE

Decía Julia Kristeva que todo crimen -escribe hoy Noelia Adánez en el diario Público-, porque señala la fragilidad de la ley, es abyecto, pero son más abyectos aquellos crímenes que no solo buscan quebrantar la ley, sino poner de manifiesto que su fragilidad es, de algún modo, la de nuestra propia existencia. El hecho de que mientras estaban teniendo lugar episodios como el de Srebrenica, hubiera individuos dispuestos a cruzar a un territorio en guerra para asesinar a sangre fría a civiles (pagando un precio superior a los cien mil euros si el asesinado era un niño), va más allá de la crueldad y nos sitúa en los márgenes sombríos de lo abyecto. Nos lleva al terreno de lo turbio, de lo tenebroso, a ese lugar donde, como decía Kristeva, el terror disimula y el odio sonríe, como los soldados israelíes sonreían mirando a cámara mientras llevaban a cabo el genocidio en Gaza.


 

Noelia Adánez

Aida Selmanagić no existió nunca. Es el nombre que la directora de cine Jasmila Žbanić eligió darle a la protagonista de su sobrecogedora película Quo Vadis, Aida? (2020). En el film, Aida es una traductora bosnia que trabaja para las fuerzas internacionales de Naciones Unidas y que vive en primera persona la masacre de Srebrenica, uno de los hitos fundamentales de la guerra en Bosnia-Herzegovina.

El ciclo de guerras yugoslavas fraguado al inicio de la década de los noventa, constató hace ya treinta años la inexistencia de una política exterior europea, y puso de manifiesto la inoperancia de los organismos internacionales y la omnipotencia de Estados Unidos en un orden global que parecía abocado al multilateralismo.

La descomposición del mundo soviético afectó a los Balcanes de un modo singular, pues singular había sido la autoridad ejercida por Tito sobre unos territorios heterogéneos y sobre unas elites con intereses diferenciados. La disfunción entre un sistema descentralizado y un Estado de partido único, la crisis económica y el desigual reparto de la riqueza entre las repúblicas integradas en la Federación y entre el rural y las ciudades, junto con la "serbianización" de las fuerzas armadas, detonaron una serie de conflictos en cadena de los que emergió el elemento identitario y cultural como factor de distanciamiento decisivo. 

Carlos Taibo habló de la "reaparición de la historia" para explicar la capacidad de movilización de discursos (que hoy llamaríamos de odio) como por ejemplo el de los serbios partidarios de Milošević frente a los planteamientos separatistas de Eslovenia y Croacia y, de manera creciente según avanzaba el conflicto, frente a los bosnios de la República Srpska. 

En suma, fue la instrumentalización del nacionalismo por parte de las elites lo que abocó a que un conflicto civil y político acabara detonando una serie de guerras cruentas que costaron la vida de más de cien mil personas y que provocaron entre un millón y medio y dos millones de desplazamientos forzosos.

En Srebrenica fueron asesinados en el verano de 1995 y en tan solo tres días más de ocho mil hombres adultos, ancianos y niños. Las mujeres fueron deportadas por orden del ejército liderado por el comandante Ratko Mladić, quien fue juzgado y encontrado culpable de genocidio junto con el presidente de la República Srpska, Radovan Karadžić, tanto por el Tribunal Penal Internacional para la exYugoslavia como por el Tribunal Internacional de Justicia. La responsabilidad de Milošević en el genocidio de Sbrenica, así como en los crímenes de guerra y de lesa humanidad por los que estaba siendo juzgado en La Haya como consecuencia de su participación en los conflictos de Kosovo, Croacia y Bosnia, nunca se llegó a determinar, pues Milošević apareció muerto en su celda el 11 de marzo de 2006.

Lo que sí se pudo determinar es que de nada sirvió que Srebrenica hubiera sido declarada un "área segura" por Naciones Unidas desde el momento en que tal seguridad se dejó en manos de un "contingente" de cuatrocientos cascos azules holandeses. 

La Aida del film de Jasmila Žbanić es una de las miles de bosnias refugiadas con su familia en el complejo de Naciones Unidas en Potočari, del que muy pocos hombres salieron con vida. Aida representa a las supervivientes cuyo testimonio constató que fue inútil implorar la protección internacional y rendirse ante el enemigo, lo que de facto estaban haciendo los civiles bosnios confinados en Srebrenica desde tiempo atrás.

Esta masacre precipitó una intervención más activa de la comunidad internacional en el conflicto y, meses más tarde, la firma de los Acuerdos de Paz de Dayton, de los que se cumplirán treinta años el próximo 21 de noviembre. Dayton fue un tratado cicatero que validó un resultado indeseable: la partición étnica del país y una paz basada en gran medida (a pesar de los juicios internacionales posteriores) en el olvido. 

Quo Vadis? ¿A dónde vas? Así interroga Jasmila a las víctimas de la masacre de Srebrenica, y responde en su película, con un montaje cinematográfico tajante, que al martirio, porque no tuvieron escapatoria. Pero su pregunta está también dirigida a Europa y al conjunto de la humanidad. ¿A dónde nos dirigimos  cuando damos por bueno el exterminio de miles de vidas humanas? ¿A dónde nos conduce toda esta crueldad?

De una crueldad sin medida nos habla precisamente la investigación llevada a cabo por varios medios italianos y que ha terminado en manos de la Fiscalía de Milán, que tendrá que esclarecer un presunto delito de homicidio voluntario con la agravante de crueldad y motivos abyectos, tras constatarse que hubo italianos que pagaban por ir a Sarajevo de fin de semana y disparar a civiles durante la guerra, como si se tratara de una cacería.

Decía Julia Kristeva que todo crimen, porque señala la fragilidad de la ley, es abyecto, pero son más abyectos aquellos crímenes que no solo buscan quebrantar la ley, sino poner de manifiesto que su fragilidad es, de algún modo, la de nuestra propia existencia. El hecho de que mientras estaban teniendo lugar episodios como el de Srebrenica, hubiera individuos dispuestos a cruzar a un territorio en guerra para asesinar a sangre fría a civiles (pagando un precio superior a los cien mil euros si el asesinado era un niño), va más allá de la crueldad y nos sitúa en los márgenes sombríos de lo abyecto. Nos lleva al terreno de lo turbio, de lo tenebroso, a ese lugar donde, como decía Kristeva, el terror disimula y el odio sonríe, como los soldados israelíes sonreían mirando a cámara mientras llevaban a cabo el genocidio en Gaza. 

Quo vadis, humanidad?

PÚBLICO  DdA, XXI/6166

LOS PERIÓDICOS DE QUIOSCO


Aurora Mínguez

Este domingo cerró el quiosco de mi calle. Su propietario, Jorge, llevaba meses diciendo que la cosa iba mal. Hace poco me comentó que en un año cerraba seguro. No le salían las cuentas. En su quiosco, al lado del Parque de Berlín, en Madrid, se podían encontrar libros, CDs, vídeos, bolsos, mecheros, camisetas... “Un día”, le dije, “compraremos aquí el pan y la leche”. Sus clientes somos (éramos) personas mayores. Y compraban sobre todo La Razón y Abc, porque en este barrio se vota a la derecha. Al lado del quiosco hay un café muy trendy. Nunca vi a ningún joven adquirir allí un periódico y disfrutarlo con su café. El domingo Jorge se me echó a llorar cuando le pregunté si podía darle un beso de despedida. Llevaba, me dijo, 32 años vendiendo periódicos. Ahora vuelve a su primer empleo, carnicero. Ha tenido suerte de encontrar otro trabajo. Y, mientras, me sorprendo cada vez que veo alguien con un periódico por la calle. Es ya una rareza y, a la vez, una señal de identidad. Somos los restos de la era Gutenberg. Somos digitales, sí, no todos, pero el papel nos recuerda que hubo un tiempo en que tu periódico de papel te definía y te hacía formar parte de una comunidad.

DdA, XXI/6166

MÁS BARBARIE: LOS MILLONARIOS FRANCOTIRADORES DE EXTREMA DERECHA DE SARAJEVO


Félix Población

Dos años después de que Miran Zupanic revelase en su documental Sarajevo Safari las expediciones a esta ciudad sitiada entre 1992 y 1996 de millonarios extranjeros, en su mayoría de extrema derecha, para asesinar como francotiradores a seres humanos, ha llegado a los diarios italianos este nuevo capítulo de la barbarie cuando seguimos sin sobreponernos del genocidio a ojos vista en la Franja de Gaza. Los viajes se realizaban los fines de semanas y se calcula que en este desempeño asesino habría además individuos de otras nacionalidades hasta completar un total de dos centenares. La investigación abierta por el fiscal de Milán, Alessandro Gobbis, por “homicidio voluntario agravado”, busca “identificar a los italianos que, entre 1993 y 1995, pagaron para ‘jugar a la guerra’ y matar a civiles indefensos ‘por placer’”. Al parecer, en este caso, se trata de un centenar. Según Edin Subasic, un exgeneral bosnio, el aspecto más morboso del safari fue que existía una tarifa sobre cuánto debía pagar cada uno de estos francotiradores a los miembros de la República Srpska (serbobosnia) para disparar a civiles, según fueran adultos, mujeres, niños, embarazadas o soldados. (Preferimos obviar esta información). Algunos de estos individuos han muerto, según este testigo, pero otros aún viven y siguen estando al alcance de la justicia. El exmilitar señaló a un oficial serbio, Jovica Stanisic, condenado por crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, como una de las personas que participaba en la organización de estos viajes. Los trayectos se hacían pasar por excursiones de caza al extranjero a modo de cobertura para justificar los vuelos de grupos a BelgradoDurante el sitio de Sarajevo (1992-1996), el más largo de la historia de la guerra moderna, las fuerzas serbobosnias mataron a 11.541 habitantes e hirieron a más de 50.000, según cifras oficiales. Que a pesar de haber sido revelados estos hechos hace dos años en un documental, lleguen ahora a ser noticia en dos diarios italianos, hace que nos preguntemos por este retraso y su difusión cuando han cesado las masacres contra la población palestina en la Franja de Gaza. También nos podemos preguntar por la efectividad de la justicia italiana, a partir de la investigación abierta por la fiscalía en Milán, en la búsqueda de aquellos cazadores de seres humanos, millonarios y de extrema derecha, que han podido vivir hasta ahora sin que no se les pudriese su regalada vida con el recuerdo de los seres humanos asesinados por placer francotirador. Con todo, de los 200 asesinos de seres humanos por diversión, quedará un centenar, repartido por otros países, a los que ninguna justicia posiblemente buscará.

*Me parece que la personalidad de los asesinos que da hoy eldiario.es como titular es insuficiente: gente adinerada, sádica y con gusto de matar.

DdA, XXI/6166

"ANTIGUAMENTE SÓLO SE MORÍA DE VEJEZ"*


Lazarillo

El nombre de lo que el anuncio publicitario promociona en la página de un periódico de 1933, del que ignoramos la cabecera, podría ser el de uno de esos productos actuales que contribuyen a evacuar el vientre cuando se tienen problemas de estreñimiento y que también se publicitan como adelgazantes. A la pregunta publicitaria de por qué la vida es más corta en 1933 que en los tiempos antiguos, cuando "todos vivían más de cien años", el redactor de la propaganda asegura que para volver a esa longevidad se ha de prestar la máxima atención al estómago y los intestinos, porque de su buena salud depende que no se sufran enfermedades del corazón, la cabeza, los nervios, la sangre, etc. Ya lo decía Cervantes en la persona de Don Quijote de la Mancha hablando con Sancho su escudero: "Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago". Para hacer frente a esas enfermedades se requiere mantener el estómago y los intestinos bien limpios y fuertes. A tan saludable fin contribuye, según el anuncio, el tratamiento con Ventre-Libre.

*Del charlestón al jarabe. Crónicas de tiempos agitados. Javier Ablanque

DdA, XXI/6167

jueves, 13 de noviembre de 2025

GENERAL MARCO BERTOLINI: LA OTAN ENFRENTA UNA DERROTA ESTRATÉGICA


La derrota de la OTAN

Entrevista de L’Antidiplomatico con el general Marco Bertolini

—General, la OTAN, fundada como una alianza defensiva, parece haberse transformado radicalmente a raíz de la guerra en Ucrania. En su opinión, ¿podemos afirmar que la OTAN busca una nueva oportunidad apostando por la guerra permanente?

—La transformación es anterior a esta última guerra. Ya con el fin de la Guerra Fría, una alianza defensiva contra un enemigo que se había rendido de facto dejó de tener sentido. Alemania fue entonces abandonada por gran parte de los contingentes internacionales que la habían ocupado, no solo en su parte oriental, comunista, sino también en la occidental. Solo permaneció una fuerte presencia estadounidense, lo que confirmaba el interés de Washington en mantener su control sobre el Viejo Continente. La Alianza Atlántica, por su parte, pareció adoptar un papel diferente, pasando de la defensa común a la exportación del modelo occidental y estadounidense, con las llamadas operaciones de mantenimiento de la paz, principalmente en los Balcanes, donde se erigió un nuevo «Muro de Berlín» en Bosnia entre la Federación Croata-Musulmana, respaldada por la OTAN, y la República Srpska, apoyada por Belgrado. Posteriormente, se construyó otro muro para dividir Kosovo y Serbia, aprovechando la incapacidad de Rusia para proteger los intereses de su aliado clave en los Balcanes.

Pero es precisamente ahora, con la guerra en Ucrania, cuando la OTAN demuestra con mayor claridad su papel como instrumento de presión sobre ese continente euroasiático que Mackinder consideraba el corazón del mundo, la porción que debía ser contenida y controlada para la dominación global. Ciertamente, lo que podemos observar es que, en este caso concreto, el fin de la guerra representaría una derrota para la OTAN y para todo Occidente, dada su implicación en una guerra que se suponía que resultaría en una «derrota estratégica» para Moscú. Una derrota estratégica que, sobre el terreno, ahora parece cernirse sobre la propia OTAN, a pesar de que otras regiones están «preparadas» para recrear el mismo conflicto con Moscú, comenzando por los países bálticos, el Cáucaso y los propios Balcanes, donde la fricción entre estados y Moscú está a punto de estallar. En resumen, no sabemos cómo ni cuándo terminará la guerra en Ucrania, aunque la disparidad de fuerzas sobre el terreno deja pocas ilusiones a Londres, Washington y Bruselas; pero lo que es seguro es que el conflicto que presenciamos no terminará con ella.

Antes de Donald Trump, ningún presidente estadounidense había cuestionado públicamente la existencia de la OTAN. ¿Existe, en su opinión, alguna conexión entre ciertas declaraciones y los conflictos de Donald Trump con el Estado profundo o con un sector de la élite financiera?

—Es muy difícil interpretar el pensamiento de Trump, dejando de lado todas las contradicciones, aceleraciones y posteriores cambios de rumbo que revela. Creo que, en esencia, percibe la enemistad irreductible del Estado Profundo estadounidense, que se resiste a cada uno de sus intentos de redirigir la política de EE. UU., especialmente en lo que respecta al papel de policía global que alguna vez asumió, un papel que él menosprecia. Lo que resulta evidente es un desinterés, incluso casi un desprecio, por la OTAN y la Unión Europea, particularmente resaltado por su reciente cambio de postura sobre las posibilidades de victoria de Ucrania. En cambio, tiende a ver a estas dos entidades más como «clientes» a quienes puede imponer sus costosos productos, desde gas natural licuado hasta armas, dado su interés en mantener una guerra en Ucrania que no beneficia sus principales intereses. Lo cual no significa que no le interese también una Rusia debilitada, pero una con la que mantener relaciones desde una posición de fuerza en un mundo que reconoce está destinado a ser multipolar. En este contexto, resulta relevante su reciente publicación, en la que afirmaba que «tras conocer y comprender plenamente la situación militar y económica de Ucrania y Rusia… Ucrania, con el apoyo de la UE (nota: con el apoyo de la UE), está en condiciones de luchar y vencer…». Sin embargo, concluía diciendo: «Les deseo lo mejor a ambos países. Seguiremos suministrando armas a la OTAN para que esta haga con ellas lo que quiera. ¡Buena suerte a todos!». Esta declaración parece más bien un distanciamiento sarcástico de la Alianza (el uso del pronombre «ellos» es emblemático) y una forma de desentenderse de las intenciones de la Unión Europea.

La OTAN se asemeja cada vez más a una oficina de ventas de la industria militar estadounidense: en este sentido, la Unión Europea ofreció comprar sistemas de defensa antiaérea y misiles Tomahawk para Ucrania. Pero Donald Trump rechazó esta opción. ¿Por qué?

—Trump puede parecer un loco, pero no lo es, y sabe perfectamente que la venta de misiles Tomahawk a Ucrania implicaría a Estados Unidos en el conflicto ucraniano de forma mucho más directa que ahora, en lo que él llama «la guerra de Biden». Esta implicación sería consecuencia de la necesidad de los ucranianos de delegar el uso de esos misiles en personal militar estadounidense, ya que se trata de sistemas de armas cuyo apoyo estadounidense es indispensable. Putin lo sabe y lo ha manifestado abiertamente desde hace tiempo. Además, el Tomahawk también es capaz de transportar ojivas nucleares, y cualquier lanzamiento podría interpretarse como una amenaza estratégica, desencadenando una respuesta devastadora, incluso si estuviera equipado con una ojiva convencional. Por ahora, Trump parece reacio a dar este paso hacia una espiral difícil de detener, pero se enfrentaría al temor de la Comisión Europea y algunos países de la UE de quedarse con las manos vacías si cesaran las hostilidades, relegándolos al papel de derrotados. Por este motivo, aún no se ha dicho la última palabra y no se puede descartar otro cambio de rumbo, dado que la decisión de Trump a favor de deshacerse de estos sistemas podría abrir la puerta a perspectivas aún más dramáticas. En resumen, esperemos que el Titanic no choque con el iceberg que cada vez se vislumbra más tenue a pocos kilómetros de la proa en la oscuridad de la noche.

El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha pedido al Bundestag que tome medidas para reinstaurar el servicio militar obligatorio en Alemania. ¿Qué opina usted de estas declaraciones? ¿Qué consecuencias podría tener tal decisión para Europa?

—El servicio militar obligatorio, conocido como conscripción, fue suspendido (no abolido) en Italia a principios del milenio. Esta medida se originó en la creencia errónea de que el progreso científico y técnico, así como la expansión de la democracia, relegaban a las Fuerzas Armadas principalmente a operaciones de mantenimiento de la paz, y en todo caso, a operaciones de baja intensidad. Por lo tanto, se creía que para satisfacer estas necesidades bastaba con un ejército profesional capaz de integrarse eficazmente con las tecnologías actuales, lo que hacía innecesario recurrir a los principios clásicos del Arte de la Guerra, que, afortunadamente, aún se enseñan en todas las academias militares. Y entre estos principios, el de Masa sigue vigente con toda su dignidad, junto con los de Fuego, Maniobra, Reserva y Protección. En particular, la guerra en Ucrania, con su virulencia y su constante necesidad de carne de cañón para compensar las crecientes pérdidas en el frente, ha demostrado la ingenuidad de la ideología progresista según la cual, citando a Francis Fukuyama, la historia ha terminado, junto con esa antigua y cruel fiesta de la guerra, gracias a la expansión global de las democracias occidentales. Naturalmente, los países se enfrentan a esta nueva realidad, intentando retomar una desmilitarización progresiva que los privaría de las herramientas clave para afirmar su soberanía: unas fuerzas armadas creíbles. Por ello, sobre todo en la izquierda, se observa una sorprendente atención a las cuestiones militares, incluso a riesgo de caer en una beligerancia ridícula e irritante que contradice décadas de retórica pacifista, en un intento desesperado por trasladar al ámbito europeo un rearme militar que, por diseño, tendría su referencia exclusiva en cada patria. De ahí los constantes llamamientos a una «defensa común», un «ejército europeo» para impedir un fortalecimiento de la soberanía nacional, percibido tanto por la izquierda como por el centro, así como por amplios sectores de la derecha, como un mal que debe evitarse.

La militarización de la economía parece posible solo con recortes significativos en el gasto social. ¿Cree usted que los italianos están dispuestos a aceptar tales sacrificios para aumentar el gasto militar y armar al ejército ucraniano?

—Creo que hay acontecimientos, como las guerras, pero también los terremotos y las inundaciones, que superan la voluntad popular de aceptarlos. Tenemos un ejemplo de ello en lo que ocurre en Europa, a pesar de que la opinión pública se opone casi unánimemente a la continuación de la guerra. Y esto también se aplica a los recortes en el gasto social que el esfuerzo bélico, o incluso –ojalá– la mera mención del mismo, puede imponer. Cuando se pregunta «¿Prefieres mantequilla o cañones?», la respuesta en la calle suele ser la de los cañones, mientras que en los hogares siempre se prefiere la mantequilla, especialmente en el caso de guerras que no buscan defender intereses nacionales vitales y directos, como en el caso que nos ocupa. Imaginen si se tratara de gastos destinados a un ejército extranjero, como en el caso del ucraniano. Pero nuestro país, como la mayoría, sufre una merma de soberanía verdaderamente paralizante, que comenzó con la adopción de una moneda que no podemos gestionar según nuestras necesidades, lo que hace que la cadena a la que estamos atados sea particularmente corta. La extraña unanimidad con la que todos los líderes europeos se han opuesto a una solución negociada de la guerra, cuya continuación afectaría visiblemente a nuestros propios intereses, resulta indicativa a este respecto.

La administración Trump había declarado estar dispuesta a celebrar una cumbre con el Kremlin en Budapest, a pesar de las frecuentes declaraciones de Macron, Starmer y Merz sobre el peligro de una invasión rusa. ¿Por qué cree que Estados Unidos no parece creer en esta amenaza?

—La falta de interés o capacidad de Rusia para amenazar a Europa se debe a razones demográficas, económicas y políticas. Desde una perspectiva demográfica, un país de 146 millones de habitantes y un vasto territorio que se extiende desde Europa hasta el Pacífico no tiene por qué buscar problemas fuera de su propio territorio. Ciertamente podría destruirnos con sus armas nucleares, pero no tendría la capacidad operativa para controlar nuestro territorio ni para imponerse sobre poblaciones mucho mayores. Además, Rusia también es un país europeo y sufriría directamente las consecuencias del colapso de nuestros paises en su propio suelo, cuya riqueza representa un recurso en el que invertir. En cuanto al aspecto económico, esto también se aplica al aliado de Rusia, China, que ha invertido precisamente en una Europa próspera con su Ruta de la Seda para obtener beneficios. No podría ganar nada con una Europa en ruinas y destruida.

Finalmente, desde un punto de vista político, Rusia necesita una relación con Europa Occidental para evitar ser rápidamente absorbida por el Este liderado por China, lo que aplastaría la naturaleza europea de su clase dirigente.

Fuente: L´Antidiplomatico

UNA NOVELA MALA Y UNAS MEMORIAS RIDÍCULAS

La columnista del diario El País se muestra dispuesta a leer la novela premiada con el último Planeta y por eso no la juzga, pero le responde al autor con un párrafo muy afortunado en fondo y forma: Si alguien, a estas alturas, cree que ha sido elegido por su calidad literaria entre 1.200 originales de todo el mundo por un jurado independiente para llevarse un millón de euros como adelanto de ventas, es que vive en otro planeta. Añado a lo escrito por Sánchez Mellado que, de seguir hablando hasta las Navidades de la novela del último Planeta y de las memoria del Borbón huido, los dos autores van a a sacarle provecho dinerario a sus respectivos libros como artículo de regalo: se trata de una novela mala más -no hay que leerla para comprobarlo con alguna página suelta- y unas memorias cuyo contenido resulta -por lo que vamos sabiendo- memorablemente ridículo. Ya se sabe que lo malo y lo ridículo fructifican en este país. Ya lo dijo el propio novelista premiado: en España se presta demasiada atención a lo malo y a la gente dañina.


Luz Sánchez Mellado

Lo primero de todo: ¿cómo están los máquinas? Que no, hombre, que es broma. Dejemos en paz a san David Bisbal hasta que empiece a torturarnos las Navidades con El burrito sabanero y nos den ganas de cancelarlo hasta la próxima canción del verano. Tampoco es este otro artículo sobre Rosalía, santa de todas las devociones desde que su último milagro, digo disco, Lux, haya sido puesto de obra maestra para arriba y se haya convertido en pecado sacarle un pero. Personalmente, no me decanto. Lo mismo me oigo berrear sola con Bulería que se me caen los lagrimones con Berghain si me las echan por la radio. En el arte no tengo más criterio que el de que me provoque algo, lo que sea, menos tedio. Y para todo hay momentos en el día y en la vida. No. Esto no va de buenos ni malos artistas, sino del falso dilema entre alta y baja cultura y de la falta de cintura de algunos para encajar las críticas.

No tengo el gusto de conocer a Juan del Val, flamante premio Planeta, pero al escucharle decir que las críticas a su libro, Vera, una historia de amorpor muy feroces que sean, son bullying, me dio la risa. Del Val no se muerde precisamente la lengua criticando al prójimo, hasta el punto de que su patrón, Pablo Motos, lo presenta como “el polémico Juan del Val”, como si ese y no otro fuera su oficio. Personalmente, no opino porque aún no he leído el libro. Pero si alguien, a estas alturas, cree que ha sido elegido por su calidad literaria entre 1.200 originales de todo el mundo por un jurado independiente para llevarse un millón de euros como adelanto de ventas, es que vive en otro planeta. Aun así, no descarto leerlo. Ya he dicho que soy omnívora. Entre otras cosas porque mi padre, hijo de analfabetos, se empeñó en que sus hijos leyeran y compraba los Planeta aunque en casa no hubiera para aceite del bueno. Así leí de Ana María Matute a Terenci Moix y aprendí que no hay obra menor, sino buena o mala, independientemente de que venda libros a palés para regalar a la suegra en Reyes. Y también a saber apreciar que una crítica, por inmisericorde que sea, puede estar mejor escrita que la obra a la que critica y ayudar al autor a despachar más ejemplares para comprobar si es tan mala como la pintan. Así que lloros, los justos.

DdA, XXI/6166

LA RESIGNIFICACIÓN* DE CUELGAMUROS CON LAS DERECHAS QUE TENEMOS


Lazarillo

Tal como se preveía desde que se planteó la resignificación del que fue llamado durante décadas Valle de los Caídos y del que se desalojaron muy tardíamente los restos mortales de quien lo mandó construir, el dictador Francisco Franco, el proyecto aprobado no ha satisfecho a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), ni tampoco a quienes consideramos que resignificar no puede comprender el mantenimiento de una gran cruz y la permanencia de la abadía y sus monjes, tal como determinó el propio dictador con la iglesia católica a su servicio. Si además las obras a emprender van a suponer un gasto de varias decenas de millones de euros, la resignificación nos va a salir demasiado cara, cuando lo único que había que significar era lo que representó el lugar en un tiempo en que el régimen vigente no dejó de celebrar la victoria de quien quiso exaltarse a sí mismo y a su régimen de represión siguiendo aquella soflama nacionalcatólica de Por el imperio hacia Dios. Mucho me temo, además, que la resignificación que se espera con el proyecto aprobado esté a merced a la postre del signo del próximo gobierno y las derechas que lo integren, si es que esto ocurriera. Más valdría, por tanto, proyectar ahora lo que le corresponde a la memoria democrática.

*Me dice una amable lectora que en lugar de resignificación había creído leer resignación. Me parece una equivocación que le da una segunda lectura al titular digna de tener en cuenta por pertinente.

**Las diez razones por las que la ARMH considera inadecuado el proyecto: Aquí están.

DdA, XXI/6166

APLAUSOS EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE ISRAEL A LOS SOLDADOS VIOLADORES


Félix Población

Ningún corresponsal de los que conocemos, dependiente de los medios de comunicación de este país, ha tenido a bien mostrarnos hasta qué punto lo que sugiere la siguiente noticia - como muestra de insensibilidad, falta de humanidad y crueldad hacia el pueblo palestino-, es reflejo de una sociedad enferma en la que una solución pacífica al conflicto es una excepción: Dos soldados de Israel, que admitieron haber violado a un ciudadano palestino detenido, fueron recibidos con aplausos y parabienes cuando llegaron a la sede de Tribunal Supremo de Jerusalén el pasado lunes. "Todos somos la Unidad 100", gritaron los presentes, en referencia a la unidad militar a la que pertenecen los presuntos violadores, según contó el Canal 14 de Israel. Las imágenes nos muestran a los soldados siendo abrazados por quienes se habían congregado allí para recibirlos de modo tan entusiasta. 

Por otra parte, ayer hemos sabido que Youtube procedió a eliminar más de 700 vídeos procedentes de tres cuentas de destacadas organizaciones palestinas de derechos humanos, en las que se documentaban violaciones de los derechos humanos perpetradas por las tropas israelíes en la Franja de Gaza y Cisjordania. Tal medida obedece, como apunta una investigación del diario británico The Intercept, a la presión ejercida por el gobierno de Donald Trump. Teniendo en cuenta que las tres organizaciones palestinas habían colaborado con la denuncia de la Corte Penal Internacional contra el primer ministro Netanyahu y algunos de sus ministros, parece como si el presidente estadunidense estuviese dispuesto a realizar un borrado de los flagrantes testimonios del genocidio perpetrado contra el pueblo palestino. No olvidemos que antes ya asesinó el Estado de Israel a más de 250 informadores palestinos para que no contaran lo que estaba ocurriendo.

De igual modo está procediendo Trump en defensa de su ahijado Netanyahu, después de haber enviado una carta al presidente israelí, Isaac Herzog, en la que solicita el perdón para el primer ministro que, además de prófugo de la Corte Penal Internacional, se enfrente a tres casos de corrupción por soborno, fraude y abuso de confianza. 

Frente a lo que el actual inquilino de la Casa Blanca está representando para la sociedad occidental, con esas repulsivas imágenes filmadas en el Tribunal Supremo de Israel de las que debería avergonzarse cualquier sociedad con un mínimo de decencia y dignidad, no dejamos de felicitarnos por lo que ha ocurrido en la ciudad de Nueva York y la elección de su próximo alcalde. Tanto es así que a veces llego a pensar que se trata de un espejismo. ¿Lo será?

DdA, XXI/6166

miércoles, 12 de noviembre de 2025

SE BUSCA UN PUNTO DE RUPTURA: FRENTE A ESO, VIVIENDA, VIVIENDA, VIVIENDA

Celebro mucho que Guillot, un excelente analista hace ya algunos años cuando escribía sobre la actualidad política en Asturias, sea ahora un columnista de los más leídos en Infolibre, a cuyo director Jesús Maraña puso en antecedentes este modesto Lazarillo cuando Víctor quería salir -como se merecía- de la política regional para entrar a fondo en la nacional. En su excelente artículo de hoy afirma que este país vive un momento antipolítico que pone en tela de juicio la libertad prensa, sin la que no se puede entender la democracia, y la división de poderes, sin la que no es posible un Estado de derecho. El legado de Marchena, su justicia amenazada, será el caos interno dentro del Poder Judicial, y algo más. Qué confianza pueden depositar los ciudadanos en una magistratura que se permite condenar a un hombre inocente después de desestabilizar al conjunto de las instituciones del Estado.


Víctor Guillot

"Está cogido por los huevos”. Así de crudo se expresa un veterano periodista cuajado en mil batallas. Ciertamente, si el fiscal general del Estado fuese condenado, el Poder Judicial se juega su desmoronamiento. El próximo jueves, el magistrado Martínez Arrieta dejará el juicio que se sigue contra Álvaro García Ortiz listo para sentencia. Su inocencia depende de seis periodistas, seis, que han visto cómo desvelar su fuente no es sólo una cuestión profesional (que también), sino personal.

El dilema se disuelve si la absolución o la condena a seis años de cárcel de un fiscal inocente dependen de una decisión ética. La suya y, sobre todo, la de sus fuentes. Nadie se atreverá a desacreditar su valía profesional si con ello consiguen preservar el Estado de derecho. Terrible paradoja sería que las fuentes de Alfonso Pérez Medina, de Miguel Ángel Campos o de José Precedo autorizasen revelar sus identidades para preservar la libertad de un hombre que es inocente. Si algo ha quedado claro de sus testimonios, auténtica clase de periodismo, es que uno son sus fuentes y sus lectores. El periodista nunca es un sujeto sino un medio.

La lógica siempre juega a favor de la verdad. El dilema enunciado por José Precedo se convirtió la semana pasada en una amenaza para el presidente del tribunal, lo que evidencia que a Manuel Marchena, el Napoleón del Poder Judicial, el juicio que se sigue en el Tribunal Supremo contra Álvaro García Ortíz se le ha ido de las manos. Quiere decirse que el lapsus de Martínez Arrieta ante el director adjunto de elDiario pone de manifiesto que Marchena ha perdido el control del proceso o que, por vez primera, “le tienen cogido por los huevos”. Si el FGE es condenado a seis años de cárcel (así se las gasta la Asociación de Fiscales) por revelación de secreto, se abre la puerta a que cualquiera de esos seis periodistas y sus fuentes se presten a decir quién filtró el correo electrónico, inmediatamente después.

Este país vive un momento antipolítico que pone en tela de juicio la libertad prensa, sin la que no se puede entender la democracia, y la división de poderes, sin la que no es posible un Estado de derecho. El legado de Marchena, su justicia amenazada, será el caos interno dentro del Poder Judicial, y algo más. Qué confianza pueden depositar los ciudadanos en una magistratura que se permite condenar a un hombre inocente después de desestabilizar al conjunto de las instituciones del Estado.

Vivimos un momento antipolítico que busca canalizar el resentimiento tanto en una sentencia judicial (o tres) como en el borombombón falangista que exhala sus soflamas bien en la Corte de los Leones, bien en las universidades públicas o en ambas la vez. De eso va la actual coyuntura política. Se busca un punto de ruptura.

El momento antipolítico se sustancia en el Tribunal Supremo como el chirrido de un cuchillo sobre un plato. Transita de las calles a los juzgados pero también desde las pantallas del móvil al escaño, desde el IBEX35 al Congreso y desde los palcos de los estadios a los atrios de los parlamentos. Así lo confirma el último sondeo de Opina 360. Según los datos de la encuesta –realizada a 1.202 personas de todo el país–, un 29,1% de los españoles adultos querría ver a Florentino Pérez aprobando reales decretos. Se vislumbra la leyenda del Cesar Visionario. Lejos de ser un dato menor, esta cifra representa a unos 10 millones de ciudadanos, de un total de 35,5 millones que componen el censo electoral. Es el caso de la banquera Ana Botín (26,2%), con algo más de 9 millones. En el terreno cultural y mediático, el presentador David Broncano irrumpe con cerca de 6 millones de españoles (16,3%) que querrían verle en la tribuna del Congreso. Conviene retener este dato. Concentra simpatías en los votantes de izquierdas y progresistas, muchos de ellos jóvenes, pero también entre los poderes mediáticos, ante un posible asalto de RTVE. Lo mismo ocurre con la actriz Najwa Nimri –quien ha interpretado a una presidenta autonómica en una serie de televisión–, con el apoyo de 5 millones de españoles (14,1%). El luchador hispano-georgiano Illia Topuria también destaca con 4,8 millones de españoles respaldando su salto al ámbito político (13,8%).

Volvemos a la antipolítica. Figuras como la del parlamentario Carlos Hernández Quero (VOX) sustituyen al viejo señoritismo fascista madrileño encarnado hasta ahora en Ortega Smith. La ultraderecha se ha puesto la camisa azul mahón para intentar convertir al lumpen proletariado en sujeto político revolucionario, siguiendo la estela de los viejos fascismos y la vía heterodoxa de Pier Paolo Pasolini. El camino lo marcó Gabriel Rufián hace unos meses cuando indicó desde el atrio del Congreso cuál debía ser la política del Gobierno en lo que nos resta de legislatura: “vivienda, vivienda, vivienda”. Carlos Hernández Quero ya puede presumir de haber cumplido con la promesa hace más de cincuenta años.

La advertencia de Rufián dirigida a Pedro Sánchez se ha articulado a través del discurso político de Vox orientado hacia los jóvenes y las familias en riesgo de pobreza. Pablo Iglesias lo intentó también en su momento político más alto y fracasó estrepitosamente. Desoyó los consejos de Marx por precipitarse hacia el delirio cuando quiso asaltar los cielos. En cambio, en el campamento de la ultraderecha, instalado en el 20% de los votos, los gendarmes de la libertad tienen experiencia en atrapar votos del lumpen proletario. Hernández Quero se ha vestido de Podemos con el yugo y la flecha tatuados en el brazo. La experiencia M (de Mussolini) les ha marcado el camino. El factor H (de Hitler) también. Hoy, Mr. T (de Trump), revisado y actualizado, tiene escrito el manual para excitar a los red necks españoles que siguen en manada las soflamas de un playmobil, Vito Quiles un suponer, a las puertas encadenadas de las universidades públicas de nuestro país. Muera la inteligencia.

El momento antipolítico se vive también en Catalunya. La semana pasada, Miriam Nogueras anunció que la arteria que conecta a Junts con el Gobierno tiene un trombo que bloqueará lo que resta de legislatura. Nunca dirá que su partido irá a una moción de censura, pero Carles Puigdemont cerró el 13 de mayo de 2024 un acuerdo con determinados empresarios para desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Puigdemont se comporta como un trombo en la femoral dispuesto a viajar al corazón del Congreso. El momento antipolítico al que hemos llegado es fruto de ese acuerdo y también el inicio de una operación mucho más ambiciosa en la que Feijóo no está ni se le espera.

Como todo el mundo ya sabe, el PP de Feijóo ofreció la presidencia del Congreso de los Diputados al PNV para ganarse su apoyo durante la investidura de 2023. Conviene recordar la frase pronunciada desde la tribuna del Congreso por el entonces portavoz y hoy presidente del partido vasco, Aitor Esteban: “Algún día se sabrá lo que ustedes nos ofrecieron”.

En el trajín de las conversaciones, se contactó con diferentes barones territoriales para confirmar que la propuesta era cierta. Entre ellos, se consultó al Club de las Pitiusas (Mazón, Azcón, Prohéns y López Miras) que no dio su aprobación hasta que conoció la posición favorable del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Cuando le preguntaron a Bonilla, el líder popular andaluz y amigo personal de Alberto Núñez Feijóo respondió: “Es una de las opciones en las que se está trabajando y otros barones lo ven bien”. A todos ellos se sumó inmediatamente después el beneplácito de Coalición Canaria. La sorpresa llegó cuando Carles Puigdemont también expresó su conformidad desde Waterloo, afirmando que sería muy positivo que la tercera autoridad del Estado estuviera en manos de un nacionalista. Los empresarios catalanes recomendaron a Feijóo que Sánchez fuera a la investidura antes que él. “Deja que se queme mientras seguimos negociando la tuya y convencemos a Puigdemont de que te apoye” fue el mensaje que le transmitieron.

“No fui presidente porque no quise”, fue el mensaje convertido en meme después que continuamente persiguió a Feijóo y que tanta gracia le hizo a Sánchez en una de sus sesiones de control. En el fondo, Feijóo expresaba en la Corte una verdad incontestable. No fue presidente porque hizo todo lo contrario a lo que le habían aconsejado. El expresidente gallego se dejó llevar por la presión de Santiago Abascal, presidente de Vox, que acuciaba diariamente al líder del PP con la misma frase: “A qué estás esperando”.

Las condiciones y términos que articularon la negociación planteada por los empresarios catalanes a Puigdemont fueron expresadas en los mismos términos y condiciones que le fueron transmitidas a Pedro Sánchez. Empezaba con un indulto y terminaba con una consulta soberanista. En ese pacto que no llegó a ser, se barajó el nombre con el que tomar el control de RTVE. Nadie quería perder su porción del pastel. En ese pacto se planificó al detalle el asalto de la corporación pública, con Broncano en la mesa de negociaciones. Y alguien dijo: “la operación es mucho más grande”. ¿Lo sabía José María Aznar? Recuerden lo que dijo cuando Esteban González Pons resucitó a Junts: “Por ahí, no”. ¿Qué recibirían aquellos empresarios a cambio de sus buenos oficios durante la negociación fallida con Puigdemont? Sólo Feijóo y Puigdemont lo saben.

        INFOLIBRE DdA, XXI/6165