Félix Población
Puede que sea este el primer año en que, con motivo de la fecha en que falleció en Salamanca Miguel de Unamuno (31 de diciembre de 1936), más artículos he leído en los periódicos sobre la posibilidad de que el escritor vasco y rector varias veces de la Universidad de Salamanca fuera asesinado por los militares sublevados ese año, dando lugar a la infausta y larga, demasiado larga, Guerra Civil.
Artículos así hace unos cuantos años eran algo bastante impensable porque la muerte de don Miguel contó durante buena parte del actual periodo democrático con la versión oficial como dominante, del mismo modo que ocurrió en la España dictatorial. A favor del asesinato de Unamuno, sin llegar hasta ahora a certificarlo porque se carece del análisis científico de sus restos mortales, se han aportado algunas publicaciones y un excelente documental (Palabras para el fin del mundo, 2020), de Manuel Manchón. Uno de los últimos y valiosos documentos proclives a esta hipótesis es la carta que don Miguel escribió al escritor Henry Miller, dos meses después de su enfrentamiento con el general felón Millán Astray en el paraninfo de la Universidad y tres semanas antes de fallecer en extrañas circunstancias en su casa, donde había sido recluido bajo vigilancia por las autoridades golpistas.
En esa carta, aportada por el investigador Carlos Sa Mayoral y depositada en la Casa-Museo Unamuno de Salamanca, el escritor vasco comunica a su colega que teme ser asesinado, tal como el propio investigador ha expuesto en sus trabajos a propósito de la involucración del general Franco en la persecución sufrida por don Miguel en los últimos meses de su vida. Llega a decir Unamuno que hay orden de asesinarle si trata de huir (algo que participó también en alguna otra comunicación epistolar) y describe la terrible situación que se vivía en la España dominada por los sublevados, instando a Miller a denunciarlo en París.
Sa Mayoral es autor de un interesante libro, comentado en este mismo DdA (Miguel de Unamuno: ¿muerte natural o crimen de Estado?), una de cuyas copias originales tuvo la amabilidad de entregarme hace unos años, en el que sostiene que el general Francisco Franco pudo haber planteado incluso la muerte de don Miguel. Que la carta a Miller fuera secuestrada por el Servicio de Información Militar contribuye a defender la teoría de Carlos Sa Mayoral.
Un reciente artículo de Miguel Aizpuru, publicado en el diario El Correo, hace constar que hay indicios de criminalidad en la muerte del autor de Vida de don Quijote y Sancho. Trabajan en ello dos grupos de investigación, uno de la Universidad de Salamanca y otro de la Universidad del País Vasco. Francisco Javier de Santiago, director del Máster de Análisis de la Conducta Criminal del primero de los centros, cree que hay evidencias que apuntan a un asesinato. Asegura que en el transcurso del año académico podrán darse significativos avances al respecto.
Según leo en El Correo, está sobre la mesa la posibilidad de que los restos mortales del escritor sean exhumados, opción para la que el grupo investigador cuenta con el equipo de medicina legal Aranzadi, especializado en la exhumación y reconocimiento de las víctimas del franquismo enterradas en fosas y cunetas sin nombre . Según Javier de Santiago, se trata de una posibilidad que los descendientes de don Miguel están sopesando, si bien les preocupa la politización y revuelta mediática que podría originarse con la noticia.
La exhumación podría descartar o certificar finalmente, 89 años más tarde, si Unamuno fue víctima de un asesinato por parte de los vencedores de la Guerra Civil, como lo fueron algunos sus amigos: Casto Prieto, alcalde de Salamanca, Atilano Coco, pastor protestante o Valeriano Vila, rector de la Universidad de Granada. Si se encontrara pelo en el nicho, hasta se podría saber si fue envenenado, tal como se comentó en los días de su repentina muerte estando en su casa con el falangista Bartolomé Aragón, y también me dijo hace algo más de treinta años una anciana profesora de una de las familias más carismáticas de la cultura y la enseñanza de Salamanca.
También podría haber fallecido don Miguel a causa de una inyección letal o por muerte violenta. Desde luego, a causa de una hemorragia bulbar, sin haberle practicado autopsia al cadáver, no, porque en estos casos era obligada. El certificado médico, extendido por un doctor que fue amigo de Unamuno, podría ser una pista para indicar que una muerte por tal motivo y sin autopsia daba lugar a ser cuestionada. Como es sabido, don Miguel fue enterrado con precipitación, sin que ningún familiar estuviera junto al féretro. Su cadáver fue conducido al cementerio a hombros de falangistas, hasta el punto de que algún investigador habla de secuestro.
Félix Maraña, autor a su vez de un artículo titulado Vuelve a morir Unamuno, publicado también en el diario El Correo (28/12/25), me comenta que la exhumación de los restos mortales del escritor es una obligación moral que hasta debería incumbir al Estado, como un reconocimiento tardío pero necesario de la memoria de don Miguel, que el 12 de octubre se enfrentó al general Millán Astray después de que éste gritara ¡Viva la Muerte! y ¡Muera la inteligencia!.
Maraña, al tiempo que celebra en su artículo el interés de la Universidad del País Vasco por esclarecer la muerte de Unamuno, insta al centro académico a recuperar y activar la Cátedra Unamuno, por el arraigo a su país natal que tanto el escritor como su esposa Concha, natural de Gernika, mantuvieron a lo largo de su vida. Si los últimos meses de la existencia de don Miguel estuvieron marcados por su episodio frente al general mutilado, el arresto bajo vigilancia en su domicilio y su extraña muerte con indicios por ahora de criminalidad, ¿cómo habría reaccionado Unamuno si hubiera vivido cuatro meses más ante el bombardeo y el ¡Viva la muerte! de los aviones de la Legión Cóndor sobre la Gernika de su mocedad con Concha, a la que conoció de adolescente?
*Muy recomendable es el artículo que Félix Maraña publicó también en El Correo (27/12/25) sobre Eduardo Ortega y Gasset, el gran apoyo de Unamuno en el exilio. Con el hermano del filósofo publicó Unamuno durante su destierro en Hendaya la revista mensual Hojas Libres, donde se escribieron las críticas más duras contra el rey Alfonso XIII y el dictador Miguel Primo de Rivera. Me gustaría creer en la posibilidad de que se recuperase la colección íntegra de estas Hojas, de las que Maraña tiene algunos números, adquiridos en Nueva York.
DdA, XXI/6213


1 comentario:
Parece muy improbable que nadie, en medio de este tiempo caótico y apremiante en otros sentidos para casi todos los que tienen el poder de promoverlo vaya a mover un dedo por el asunto... Salvo el memorialismo (tan acorralado por las guerras culturales de los ultras y la lucha de intereses por dominar el relato) y Luis García Jambrina (estudioso de su figura y novelador de una ficticia y curiosa vertiente detectivesca que lo torna mucho más progre de lo que fue).
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