martes, 16 de diciembre de 2025

EN LA DERECHA NO HAY MACHISMO, NI FEMINISMO, NI COSAS RARAS

En la derecha no hay ni machismo, ni feminismo, ni cosas raras, ironiza Tecé. Chimpún. Cari, tráeme una cervecita que van a poner en la tele lo de los puteros sociatas. Tampoco hay puteros en la derecha y que viva el rey, a propósito. No hay babas salpicando, no hay jefes hombres que incomodan a sus subordinadas mujeres entre los herederos políticos del franquismo del señora esto que se lo firme su marido. No existe y el votante de derechas, que tampoco es machista, lo agradece infinitamente. Sería muy desagradable que una histérica, un día, dijese lo contrario dañando al partido, montando un numerito.

Gerardo Tecé

Hablar de lo que estamos convencidos es bastante fácil. Lo jodido es aplicarlo. Aborrezco la impunidad, pero quiero a mis seres queridos. Si un buen amigo me llama –espero que no lo haga o tan buen amigo no sería– para hacer desaparecer a un tipo al que se cargó de un mal golpe, por mucho que haya criticado yo lo de Israel en Gaza, es más que probable que acabe con una pala en la mano ensayando el interrogatorio: ni idea de lo que me habla, señor policía. Todos estamos convencidos de que en el año 2025 el baboso, el acosador, el machista en general, no tiene cabida. Lo que no sabemos es cómo hacer que deje de tenerla cuando el baboso acosador es un ser querido y el machista tú mismo si te despistas un poco. Esta dificultad vale para señoros como yo, pero también para mujeres. Es sencillo gritar “Hermana, yo sí te creo”, pero no lo es tanto soltar la mano del familiar o amigo señalado por esa hermana que, muy probablemente, tendrá razón cuando dice que la persona a la que quieres es un puñetero asco que le hace la vida imposible a otras. “Esto no es nada fácil”, debería decir, alguna vez, alguna pancarta en alguna manifestación.

Que no es fácil lo saben en el PSOE, donde los casos de acoso y abuso de hombres del partido contra mujeres del partido han salido a la luz estos días tras años dándole la razón internamente a aquel que una vez dijo que “el PSOE es el partido que más se parece a España”. Y tanto. En el partido del Gobierno, ante cada nuevo síntoma de comportamiento machista de un miembro, se aplicaba de forma estricta el protocolo: mirar para otro lado y repetir colectivamente que machistas son los otros, aquí eso no pasa. Sí que pasaba. Como pasa en todos lados sin que, en ningún caso, la gestión de ese marrón sea sencilla. No es, desde luego, más sencilla que lo sencillísimo que es no hacer nada y seguir repitiendo mantras, como el que peca, pero luego reza. Tanto se aplicó la estrategia de mirar para otro lado en el PSOE que, hasta que Pedro Sánchez no tenía estirada su mano para estrechársela a Francisco Salazar por su nombramiento como nuevo secretario de organización –qué ojo tiene el perro para sus amigos de 50 años–, las mujeres del partido no empezaron a carraspear con más fuerza de la habitual. Ejem, ejem, Pedro. ¿Ejemplar Paco, no?, preguntó el presidente y le explicaron que no precisamente. Más allá de la marcha atrás al nombramiento y con el asunto fuera del foco mediático, tampoco hubo grandes consecuencias.

Que nadie hablase hasta ese momento explica muchas cosas. Explica, para empezar, que hay márgenes de impunidad que, penosamente, las propias mujeres víctimas de estos acosadores aceptan. Probablemente porque tener al lado a un baboso forma parte de la normalidad para muchas de ellas, especialmente las de ciertas generaciones. Explica que, incluso aceptando esos márgenes de impunidad, saben perfectamente que un baboso es mucho más que eso. Es un peligro dadas las circunstancias y las circunstancias eran que el baboso podría convertirse en jefe con poder. Por eso, ahí sí, alzaron la voz. Repito: “Esto no es nada fácil, oé, oé oé”. Lo saben en el PSOE y lo saben en Podemos o en Sumar. Lo sabemos cada uno y cada una en nuestras casas y círculos de amigos. Una cosa es señalar el machismo y otra, muy diferente, es gestionar el machismo y sus numerosas derivadas.

Donde no pasa es en la derecha. Allí no hay escándalos ni encontramos estos conflictos. En PP y Vox comen palomitas mientras observan abrirse una nueva grieta en el PSOE. Ellos están libres de estas historias porque en la derecha no hay ni machismo, ni feminismo, ni cosas raras. Chimpún. Cari, tráeme una cervecita que van a poner en la tele lo de los puteros sociatas. Tampoco hay puteros en la derecha y que viva el rey, a propósito. No hay babas salpicando, no hay jefes hombres que incomodan a sus subordinadas mujeres entre los herederos políticos del franquismo del señora esto que se lo firme su marido. No existe y el votante de derechas, que tampoco es machista, lo agradece infinitamente. Sería muy desagradable que una histérica, un día, dijese lo contrario dañando al partido, montando un numerito. De momento no sucede, pero, si algún día pasase, dios no lo quiera y no lo querrá, siempre podrá la derecha copiar el modelo de los partidos que se declaran feministas: no hacer gran cosa hasta que no quede más remedio que hacer algo. Si la solución es la misma, quizá en la orilla de los partidos de izquierdas deberían plantearse que tienen un problema. El principal, declararse rotundamente feministas, absolutamente deconstruidos. Lo correcto sería definirse como organizaciones que intentan ser lo menos machistas y más conscientes posibles del problemón que tienen, que todos seguimos teniendo. Un lema claramente peor. Pero también más real.

CTXT  DdA, XXI/6199

No hay comentarios:

Publicar un comentario