miércoles, 19 de noviembre de 2025

SÁNCHEZ Y ZELENSKI ANTE EL GUERNICA EN UNA EUROPA DESALMADA


No es el presidente de Ucrania, cuya personalidad política y la de su régimen quedan reflejadas en el comentario que sigue, sino una representación del pueblo palestino masacrado en Gaza, después de que el gobierno de Netanyahu perpetrara contra la población de este territorio un genocidio, la que debería ser invitada por nuestro presidente del gobierno a visitar en su compañía el Guernica de Pablo Ruiz Picasso. Lamentando como es de humanidad las víctimas de cualquier maldita guerra, creo que lo que representa esta obra del pintor malagueño -el brutal bombardeo de la ciudad vasca por la aviación de la Alemania nazi y el horror ante la barbarie bélica- sólo es política e históricamente comparable con lo que acaba de vivir el pueblo palestino en la Franja de Gaza, que no fue una guerra: fue otro holocausto del que fuimos teniendo imágenes y noticias día tras día. Ni la Novena Sinfonía de Beethoven ni el Guernica de Picasso son obras de las que nuestra Unión Europea pueda hacer uso con dignidad porque con su sumisión a Estados Unidos y su respaldo a Israel contra el pueblo palestino esa Europa ha perdido el alma. Es una Europa desalmada, esto es, falta de conciencia. Lazarillo

Alejandro Álvarez López

Pero, ¿podemos considerar a Zelenski nuestro héroe y hermano?
¿A un individuo rodeado de corrupción, cuya mano derecha, al que pretendía proteger, acaba de caer en una operación por el cobro de suculentas comisiones de fondos que debían ir destinados a mejorar la situación de los ucranianos pero acabaron en los bolsillos del círculo de Zelenski?
¿Un individuo que considera héroes a los nazis ucranianos que lucharon al lado de Hitler?
¿Un individuo que desde su presidencia promovió leyes racistas que excluían explícitamente de derechos a ciudadanos ucranianos de etnia rusa?
¿Un individuo desde cuya presidencia se proclamaron leyes fascistas que prohíben a todos los partidos de izquierdas?
En definitiva, ¿recibimos con honores a un presidente fascista, racista y corrupto?
¿Qué sentido político y ético preside esa decisión de recibir a Zelenski como si fuera un ejemplo político de honradez, defensor de la democracia y garante de los derechos humanos, siendo todo lo contrario?
Quizá este sinsentido sea simplemente el reflejo de una política sometida a intereses ajenos y en la que los principios carecen de cualquier valor.

DdA, XXI/6172

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