Descansa en mi hombro cuando quiere consuelo. Comenzó la primera semana que lo tuve. Todavía era pequeño entonces, inestable de pie, siempre buscando un lugar que se sintiera seguro. Nunca imaginé que él decidiría que ese lugar era yo. A medida que se hizo más fuerte, exploró todo. Aprendió a saltar, a planear, a volar a través de la habitación sin chocar contra algo. Pero no importa lo curioso que se volvía, siempre regresaba a este lugar exacto, metido contra mi cuello, apoyándose en mi calor como si fuera mi hogar.
La primera vez que descansó su cabeza sobre mí así, el sol salía por la ventana, y se relajó instantáneamente. Sus plumas se suavizaron, sus ojos se volvieron pesados, y dejó salir el pequeño aliento más silencioso. A partir de ese momento, esta se convirtió en su manera de decirme que se sentía seguro.
Podría estar en cualquier parte. Podría estar posado en el estante más alto, investigando cada rincón de la casa, o siguiendo sombras en el suelo. Pero cuando quiere paz, viene directamente a mí. Presiona contra mi hombro, se sienta y observa el mundo desde el lugar más suave y tranquilo que conoce. Y no es solo consuelo para él. Es consuelo para mí también. Hay algo que se cierra en sentir su pequeño latido cerca del mío, sobre saber que confía en mí lo suficiente como para descansar tan completamente. Él trae su propio tipo de magia silenciosa a mi vida.
No es solo un pájaro que comparte mi espacio. Él es mi compañero. Mi pequeña sombra. Mi recordatorio de que la conexión no tiene que ser fuerte o complicada. A veces es tan simple como un cuervo elegir tu hombro como el único lugar donde realmente puede relajarse. Gracias por dejarme compartir este momento. Y para cualquiera que alguna vez haya sentido el suave peso de un pájaro apoyándose en ellos, sabes exactamente lo especial que es realmente esa confianza. (CROW ADICT)
DdA, XXI/6174

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