Lazarillo
Lo nunca visto con una primera mandataria de un país ha ocurrido recientemente en la capital de los Estados Unidos de México con Claudia Sheinbaum, que goza del respaldo mayoritario de la ciudadanía un año después de haber accedido por amplia mayoría de votos al la presidencia de aquella república. Un hombre, al parecer en estado de embriaguez, se acercó a Sheinbaum con la intención de abrazarla, tal como se aprecia en la imagen, en una flagrante actitud de acoso sexual, algo que en México es una lacra bastante extendida entre los varones. La reacción de la propia presidenta, así como la de sus escoltas deteniendo al acosador, debería servir de alerta para que en aquel país -de no existir- se hiciera una campaña tratando de concienciar a la población en contra de este tipo de acosos. También para que, en lo sucesivo, dado el contacto directo que Claudia Sheinbaum mantiene con la ciudadanía -tal como hiciera su predecesor Andrés Manuel López Obrador-, la protección de la primera mandataria sea más diligente de aquí en adelante, para bien de aquella querida nación. Obviamente, ante un caso así de público y notorio, cabe imaginar los que las mujeres mexicanas pueden sufrir en su vida cotidiana. Según ONU/Mujeres, un 70 por ciento de las mexicanas mayores de quinces años han sufrido al menos un caso de acoso sexual en su vida.
DdA, XXI/6158
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