Eso dice Guillot, que ha pasado de comentar la actualidad política regional de su Asturias natal a hacer lo propio con la actualidad política nacional en Infolibre, con la lucidez que ya le caracterizaba en los medios asturianos. Celebro que al cabo Maraña le hiciera caso a este Lazarillo cuando le propuse el fichaje. Aquí nos cuenta Víctor que la mayoría absoluta de Ayuso hace tres años se ha convertido en una excrecencia de la aznaridad y que no son Euskadi ni Cataluña las comunidades autónomas que no encajan en el mapa político español sino esa anomalía llamada Madrid, "un Madrid absurdo y hambriento, permanentemente encabronado y convertido en una taberna donde hacen colas soviéticas todos los paletos". Me gustaría compartir el criterio del articulista, pero lamentablemente tengo mis dudas, quizá por tener más años y más escepticismo histórico.
Víctor Guillot
"Ayuso Entzun,
Euskadi euskaldun” Así reivindicaba la lengua y la cultura
vascas el lehendakari Imanol Pradales durante
su intervención en el Alderdi Eguna (el día del partido) del PNV, así respondía
a Isabel Díaz Ayuso después del
último desplante que la presidenta de Madrid puso en escena durante la
conferencia de presidentes celebrada en Barcelona, cuando Pradales continuaba
su intervención en euskera. La presidenta madrileña respondió este lunes: “Lo de Ayuso entzun,
pim pam pum, es lo que se decía antaño y es preocupante”. La última tabernera
de Sol convirtió el euskera en “amenaza y violencia
verbal, que es lo que están haciendo los socios de Pedro
Sánchez”.
Del mismo
modo que al socialismo le resulta muy difícil gobernar contra Madrid, a Madrid le
resulta prácticamente imposible iniciar la reconquista en Catalunya y el
País Vasco. La última reyerta entre Ayuso e Imanol
Pradales, el último samurai vasco, ha puesto de manifiesto el intento baldío
del centralismo aznarí por despertar los viejos fantasmas de ETA, dejando en
evidencia la debilidad política del PP intramuros. Sugerir,
como viene haciendo la presidenta de la Comunidad desde la última Vuelta
Ciclista a Sarajevo, el resurgimiento del terrorismo se ha convertido en una
extravagancia política que merece una interpretación.
El centralismo
madrileñista del PP es una tara congénita que ha
conjugado mal con el PNV desde que José María Aznar logró
su mayoría absoluta en el 2000. Firmar un acuerdo de investidura con Xabier
Arzalluz, en 1996, no logró aliviar los efectos del jacobinismo popular que
llegó, incluso, a incomodar a un presidente de la Xunta tan jacobino como
franquista llamado Manuel Fraga Iribarne. Fraga
pudo haber sido el padre de todas las derechas en
la divertida década de los 80 y haber nacido con el Estado dentro de su cabeza,
pero nunca logró una mayoría absoluta como la de Aznar ni se codeó con los
mandas del Imperio que repartían juego y misiles por todo el orbe mundial. Así
se mide el poder.
La mayoría
absoluta de Ayuso en 2022 no es sólo una extravagancia
política en el desarrollo de la España plurinacional. Se
ha convertido en una excrecencia de la propia aznaridad que
comienza a entregar más protagonismo a Cayetana Álvarez de Toledo y a Espinosa
de los Monteros (otra pareja feliz) que la inquilina de Chamberí.
La vieja resistencia vasca del PNV, a través del euskera, es hoy un ejercicio modélico de institucionalidad democrática, completamente alejada de los parámetros en los que se mueve el gobierno de la CAM. España se empeña siempre en dar la impresión de que está por hacer, de que al puzle le falta siempre una pieza, sin importar cuándo ni cómo ni por dónde lo mires. Y hoy, la pieza que no encaja en el mapa político español no es el País Vasco ni Catalunya sino una anomalía llamada Madrid, un Madrid absurdo y hambriento, permanentemente encabronado y convertido en una taberna donde hacen colas soviéticas todos los paletos.
Ayuso ha iniciado una política
de acoso y derribo al PNV, a Aitor Esteban, el último sumotori,
a Pradales, a los vascos, cuando los vascos se han enganchado al PNV tanto como
a Bildu y el PSE, o sea, a la democracia y lo que los comunistas han definido
como la vieja correlación de fuerzas. Ayuso hace la guerra por libre, influida
por la estrategia de comunicación de su visir, Miguel Ángel Rodríguez. El ruido
de Ayuso, su pim pam pum, no debe impedirnos observar que el triángulo
virtuoso de la democracia ha dejado al margen de la
institucionalidad (incluida la Corona) al PP, empeñado en convocar elecciones
generales anticipadas en España, obstinado en perder el rumbo, desnortado y
perdido en su propio laberinto.
El anterior
presidente del PNV, Andoni Ortuza, y el actual, Esteban, sostienen un legado
blindado dentro y fuera del País Vasco. En el PNV siempre
fulge el alma de la tradición y la forja industrial de la economía y las
finanzas. El último partido analógico (Juliana dixit) ya no tiene vibraciones
independentistas. Lejos queda la vía Ibarretxe, durante el Gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero, que logró disolver ETA.
Aquel Gobierno dejó surcos y estableció nuevas correlaciones de
fuerzas.
La
estabilidad política de los nacionalistas vascos ha sido
siempre una referencia. Han impregnado la política española de cierta
disciplina que les ha permitido no sucumbir al ruido.
Aitor Esteban y Andoni Ortuzar han sido los dos luchadores de sumo de la
política vasca en la última década. En el arte marcial –el deporte nacional
nipón–, el respeto entre adversarios es sagrado; perder la compostura
descalifica y salirse del círculo, conocido como dohyo, equivale a una derrota. Así es el
PNV en la política española, así es el PNV en el Congreso de los Diputados, así
es el PNV en la Lehendakaritza. En el sumo, lo importante es no
salirse del círculo, expulsar al adversario y evitar
que te expulsen. En la política española también. Se
impone la filosofía del todos dentro. En el sumo, el dohyo simboliza
el cielo y en el Parlamento español, el dohyo es la convivencia.
La irrupción
de Aznar y el eco cacofónico de Ayuso nos
producen la repelente y exasperante sensación de lo ya visto, ya oído, ya
dicho. Hace mucho tiempo que Ayuso y Feijóo se encuentran
fuera del círculo. La presidenta de Madrid ha colocado sus cañones apuntando a
Ajuria Enea y se ha quedado sola. Pradales es el último samurái de la política
vasca y hay quien ha visto en el lehendakari la versión correcta de Pedro
Sánchez. Gobierna con el apoyo de Eneko Andueza. El secretario
del PSE es un buen puente para mantener dentro y fuera del
País Vasco la estabilidad en el
Parlamento español. La relación entre los socialistas de la margen izquierda
del Nervión y la burguesía de Neguri se inspira en las mismas reglas del sumo: todos dentro,
mientras el PP se empeña en estar fuera. Este
arte marcial, que funde la religión y la calle, es tan poderoso y atractivo que
hasta Bildu también lo practica mientras el Euzkadi Buru Batzar observa qué
sucederá con los próximos Presupuestos Generales.
INFOLIBRE DdA, XXI/6120
No hay comentarios:
Publicar un comentario