martes, 14 de octubre de 2025

GAZA: UNA PAZ DURADERA DIFÍCILMENTE SE CONSTRUYE SOBRE UNA FARSA

 El articulista de CTXT considera, partiendo de lo que ayer expresó Pedro Sánchez en la reunión de Egipto deseando que la paz de Trump sea una paz duradera, que difícilmente lo puede ser cuando se construye sobre una farsa. No hay cimientos sólidos para que sea duradera, porque lo más sólido, en el caso de la Franja de Gaza, son los planes urbanísticos de familiares y amigos del "pacificador" armero del genocidio, dispuestos a pegar un gran pelotazo sobre un territorio arrasado a sangre y fuego. 



Gerardo Tecé

Dame pan y llámame tonto. El refranero español tiene cintura para todo tipo de situaciones, incluyendo la de quedar como imbéciles llamando acuerdo de paz a que Israel interrumpa temporalmente un genocidio. “Acuerdo para el fin de la guerra en Gaza”, esa ha sido exactamente la fórmula elegida para bautizar un encuentro internacional que ha reunido en Egipto a líderes mundiales sonrientes por la buena nueva. Entre ellos se encontraba el presidente español, Pedro Sánchez, la mar de satisfecho. Todos lo estamos, aunque todos, incluyendo a Sánchez, hayamos visto lo ocurrido durante estos dos años. Y la verdad es que se parecía poco a una guerra, a no ser que las ambulancias y hospitales bombardeados, los periodistas y voluntarios de oenegés disparados a sangre fría, los convoyes humanitarios atacados o los miles de niños asesinados sean considerados armas de un supuesto ejército palestino. No, no era una guerra, porque en una guerra hay dos ejércitos, y aquí había uno bombardeando a población civil. Pero a cambio de pan para esas personas a las que Israel ha intentado matar de hambre tras destruir sus hogares, por supuesto podemos llamarlo fin de la guerra, si quieren. Si Trump y Netanyahu hubieran preferido llamarlo pulpo y que jurásemos que se trata de un magnífico animal de compañía, lo aceptaríamos encantados, porque la alternativa eran más palestinos enterrados bajo los escombros y más soldados israelíes fotografiándose, entre risotadas, posando con los peluches de niños recién asesinados.

Ojalá sea una paz duradera, ha declarado el presidente español, que debería saber que una paz duradera difícilmente se construye sobre una farsa, una obra de teatro en la que ha decidido participar. Para que las cosas duren, los cimientos deben ser sólidos, y en el caso de Gaza lo más sólido son los planes urbanísticos de familiares y amigos de Trump, dispuestos a pegar un pelotazo urbanístico tras tanta sangre y dolor. Como todo lo anterior, también nos vale. Entre que Jared Kushner, yerno de Trump, pueda entrar en la lista Forbes forrándose en Gaza y que aquello sea un campo de exterminio, pues te deseamos el mayor de los éxitos empresariales, Jared, qué remedio. Y lo llamamos paz y, si mañana fuera necesario, Gaza Banús, como queráis. Quienes retiramos la mirada al ver en el telediario a un niño destrozado tras caerle una bomba somos la mar de flexibles y no vamos a pelearnos por estos pequeños detalles.

Pero cuando el entusiasmo por la paz recién lograda se calme y las hormigoneras de la familia Trump comiencen a entrar en Gaza, quizá de los escombros surjan algunas preguntas. La más importante, ¿qué vendrá después de esto? No me refiero al Nobel de la Paz para Netanyahu, merecidísimo como artífice principal que ha sido de este acuerdo consistente en que él dejará de lanzar bombas sobre civiles y ellos de morir. Desde ya, a propósito, le tenemos que pedir perdón todos aquellos que alguna vez llamamos genocida sin motivos a un hombre de paz. Me refiero a qué sucederá cuando mañana José Bretón, aquel tipo que asesinó a sangre fría a sus dos hijos, anuncie el fin de la guerra entre él y la infancia, cuando anuncie la paz. Y lo que vendrá a continuación, lógicamente, será una celebración como la que estamos viviendo en Egipto. Y así debe ser: ¿quién es el monstruo que se pierde en detalles antes que celebrar la paz?

CTXT  DdA, XXI/6132


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