No hay contradicción alguna en este Premio Princesa de Asturias de la Cooperación Internacional. Los patronos de la Fundación (banqueros y oligarcas) con el objetivo de perpetuar la desigualdad a través de la Monarquía reclaman de cuando en vez un premio para uno de los suyos, entre tanto premiado progre. Uno di noi: Mario Draghi cumple a la perfección. César Miranda nos recuerda en Nortes los méritos de quien descapitalizó las empresas públicas italianas, cuyo patrimonio acabará en poder de Goldman Sachs.
Celso Miranda
Algo pasa últimamente con las concesiones de premios, que parecen suscitar controversias por no decir directamente chanzas populares. Así ha ocurrido con los últimos premios Planeta a un tal Juan del Val, que no digo yo que no lo merezca porque no conozco ni al autor ni a su obra y no soy capaz por lo tanto de diferenciarlos. Y qué decir del Premio Nobel de la Paz, que consigue Trump pero a través de su delegada para Venezuela, la oligarca María Corina Machado, reconocida golpista que no hace ascos a una invasión armada de su país.
Con más sigilo, cuasi desapercibido en la hojarasca mediática, pasó el flamante Premio Princesa de la Cooperación Internacional 2025, otorgado a Mario Draghi, Supermario en el argot. Cierto es que su currículum es abrumador, pero de ahí a que encarne los valores de la cooperación internacional quien ha hecho de la competitividad santo y seña de su comportamiento político en favor de las élites europeas hay un trecho.
Que le pregunten a Varoufakis, en su época de Ministro de Economía cuando, ahogada por la Troika la economía griega, yendo a pedir apoyo financiero al entonces Presidente del Banco Central Europeo, obtuvo como respuesta una mano, pero al cuello: “El trabajo del banco central no es ofrecer esa clase de soluciones. Ese tema es para los políticos”. Eso, después de haber asesorado al gobierno griego anterior a la llegada de Syriza cómo ocultar la monumental deuda de los bancos griegos, entonces como Vicepresidente operativo de Goldman Sachs, banca privada de inversiones.
Y es que la vida de Don Mario Draghi es un no parar, siempre a caballo en la frontera entre lo público y lo privado, lo técnico y lo político. Hijo de un rico banquero del Véneto, nacido en 1947, Mario fue Director Ejecutivo de una de las instituciones salidas de Bretton Woods, el Banco Mundial, entre 1984 y 1990. De 1991 a 2001, época económica caracterizada por las grandes privatizaciones de la época neoliberal, Draghi ejerce en su país, Italia, como Director General del Tesoro y, como Presidente del Comité de Privatizaciones, impulsa un plan de descapitalización de las empresas públicas italianas, que controlaba como miembro de su Consejo de Administración. Hablamos de grandes empresas, como ENI, dedicada al mundo de los hidrocarburos (petróleo, gas natural, energía eléctrica,…), cuyo patrimonio acabará en manos de Goldman Sachs. Precisamente, el siguiente destino de nuestro premiado, que presidió, en su delegación europea, de 2002 a 2006.
La crisis financiera que nos cambió la vida para siempre, provocada por prácticas como las del Banco de Draghi, la de 2008, pilla ya a nuestro protagonista en un nuevo destino, como Gobernador del Banco de Italia, desde donde alimenta ideológicamente la agenda oculta de Silvio Berlusconi. Liberalismo salvaje, ya saben: flexibilización laboral, reducir el coste de los despidos, privatización de empresas y servicios públicos, rebajar el sueldo de los funcionarios, recortar los gastos sociales,…). A eso se dedicó desde 2006 a 2011, para pasar a ser una de las bestias negras de Varoufakis y el conjunto de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain) como adalid de las políticas mal denominadas de austeridad en Europa de 2012 en adelante.
La profunda crisis de la política italiana lo convierte en Presidente del Consejo de Ministros (Primer Ministro de su país), sin pasar por elecciones democráticas, para acabar entregando el país al gobierno de Meloni.
Termino el artículo sin encontrar contradicciones más allá de las reseñadas en un premio que hasta ahora se otorgaba a ONGs internacionales. En realidad, no hay contradicción alguna en este Premio Princesa. Los patronos de la Fundación (banqueros y oligarcas) con el objetivo de perpetuar la desigualdad a través de la Monarquía reclaman de cuando en vez un premio para uno de los suyos, entre tanto premiado progre. Uno di noi: Mario Draghi cumple a la perfección.
NORTES DdA, XXI/6146
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