miércoles, 10 de septiembre de 2025

LA ULTRADERECHA AVANZA CON MENTIRAS Y LA VERDAD NO NOS LLEVA A LA ACCIÓN

La ultraderecha avanza a pesar de sus evidentes mentiras porque, al contrario que la izquierda, se mueve. Las mentiras son solo una excusa para poder dibujar en el horizonte el negro futuro al que aspiran. La derecha ha puesto en marcha un tiempo político basado en la ruptura, la acción y la ley del más fuerte. La izquierda sigue inmóvil acertando de lleno en su diagnóstico: eso no es buena idea. Si la verdad no nos lleva a la acción, ¿qué importa que algo sea verdad o mentira?


Gerardo Tecé

Eres votante de ultraderecha te recomiendo que apartes la vista porque lo que viene a continuación podría herir tu sensibilidad. O tal vez no. Hace poco se publicaron nuevos datos de criminalidad en España. Según la Policía Nacional y la Guardia Civil –esos dos clubs de fans de Pedro Sánchez–, las calles de nuestro país viven uno de sus momentos de mayor tranquilidad. En el primer trimestre de 2025 se cometieron 50 delitos por cada 1.000 habitantes. Son datos tan buenos como los que había en 2005, cuando en España vivían la mitad de inmigrantes que hoy. Dicho de otro modo, en España ha aumentado la población inmigrante hasta doblarse, pero la tasa de delincuencia es la misma. No es necesario hacer un dibujo para entender que los datos policiales confirman que inmigración e inseguridad no van de la mano. Es una realidad aplastante que debería ser suficiente para, como diría el ultracentrista Miguel Tellado, cavar la tumba de una ultraderecha absolutamente dependiente de este relato. Para que Vox desapareciese del mapa y Abascal tuviese que devolverles a las víctimas de su timo los nueve millones de euros que guarda en la Fundación Disenso. El dato, sin embargo, coincide en el tiempo con otro que nos anuncia que Vox, a lomos de su discurso antiinmigración, sigue disparado en las encuestas. La conclusión es que al votante de ultraderecha no le importa que los suyos le traten como a un idiota, sino que lo agradece.

Si es triste que un relato de odio triunfe a pesar de que la realidad lo desmienta, más triste aún es ver cómo la izquierda se ve sobrepasada por una maniobra tan cutre y poco disimulada. Una izquierda incapaz de articular estrategias novedosas y adaptadas a este oscuro tiempo. Si algo debemos aprender del éxito de partidos especialistas en timar a los suyos es que la gente, no importa cuál sea su ideología, no sólo necesita identificar el problema, necesita también escuchar una solución. La ultraderecha triunfa por esto. Se inventa el problema –los inmigrantes generan delincuencia– y le da una respuesta clara y entendible: expulsarlos del país. Hay acción. Hay vida en esa orilla llena de mierda. La izquierda, por su parte, sigue persiguiendo la rueda de los ultras gritando desde atrás que lo que dicen es falso. La izquierda diagnostica que la ultraderecha difunde odio y pone en peligro la convivencia en nuestras sociedades, y es cierto, pero ahí se queda. La ultraderecha aporta soluciones a problemas inventados y la izquierda es incapaz de proponer soluciones a problemas reales. ¿Deberíamos ilegalizar a los partidos que mienten difundiendo odio contra minorías? ¿Deberíamos encarcelar a los responsables de las empresas contaminantes? ¿Deberíamos intervenir militarmente en Israel para frenar el genocidio? La izquierda repite que el cambio climático destruye el planeta y que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. Y tras repetirlo, lo vuelve a repetir otra vez. Y luego una vez más.

La ultraderecha avanza a pesar de sus evidentes mentiras porque, al contrario que la izquierda, se mueve. Las mentiras son solo una excusa para poder dibujar en el horizonte el negro futuro al que aspiran. Las mentiras sirven para justificar esas soluciones que están dispuestos a tomar, y los suyos, por poco espabilados o por demasiado, ayudan a difundirlas. Si la derecha mundial va ganando esta batalla es porque, hoy, uno es capaz de imaginarse un futuro de personas inocentes encarceladas por el color de su piel o niños asesinados sin consecuencia mientras suena utópico meter entre rejas a los responsables del caos planetario, el odio y el genocidio. La derecha ha puesto en marcha un tiempo político basado en la ruptura, la acción y la ley del más fuerte. La izquierda sigue inmóvil acertando de lleno en su diagnóstico: eso no es buena idea. Si la verdad no nos lleva a la acción, ¿qué importa que algo sea verdad o mentira?

CTXT  DdA, XXI/6098

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