sábado, 20 de septiembre de 2025

LA MANERA DE IRSE DEL POETA ANTONIO RIVERO TARAVILLO


Carlos Rodríguez Estacio

No hablaré de las excelencias literarias de Antonio y ni siquiera de su acrisolada bonhomía, capaz de obrar el prodigio de caer bien a todos en un mundo tan complicado como el de las letras, y a pesar de desafiar algunas de las herejías de nuestro tiempo (fue falangista de joven y luego escribió `El ausente´, una biografía novelada de José Antonio, sin intención de redimir ni atacar sino solo de comprender; desde la más radical honestidad y lucidez).
Y la razón de mi renuncia no es otra que la certeza de que otras personas, que lo han tratado más y lo han leído mejor, cumplirán de la manera que merece con los deberes elegíacos.
Solo dejo unas líneas sobre su manera de irse: mirando siempre de frente al terrible Cangrejo. Y contándolo, y cantándolo, que es el sino del poeta. En verso, prosa e imágenes. Se podría hacer un libro extraordinario sobre sus publicaciones en Facebook de estos dos últimos años. Bastaría con recopilar sus entradas y seleccionar algunos comentarios amigos. `Retrato de poeta´, podría llamarse, como el poema que compuso su admirado Luis Cernuda a partir del cuadro que El Greco pintó a Fray H. F. Paravicino.
Cómo se puede vivir una devastación tan brutal sin dejar de trabajar (al más extraordinario nivel) y de transmitir la sensación de existencia plena, vivida desde la finitud sensual del carpe diem, es un misterio que Antonio ya no nos podrá explicar. Probablemente dos palabras pueden proporcionar algunas pistas fecundas: la generosidad y el agradecimiento.
Este fue el último poema que nos regaló, hace solo dos semanas (y la foto que acompaña esta entrada, con su amadísima Teresa, data del último día del pasado agosto, hace nada):
“ESTOS PINCHAZOS
Finas, agudas, obstinadas,
parecen inyecciones, y son báculos
para seguir andando este camino.
Son los pasos que damos por el dolor y el día,
nosotros que venimos de la noche
y, más allá de ella
‒un recuerdo lejano y ya olvidado‒,
la salud.”
Y es que Antonio, que era ante todo poeta, supo hacer poesía en Facebook, una poesía vertical, “multinivel”, interdisciplinada, donde la imagen no era sino la continuación de las palabras por otros medios. Cumplía así hasta el final el mandato de Baudelaire: “Sé poeta siempre aun en prosa”. Sé poeta siempre aun en sombra.
Se me viene a la mente la tumba de Robert Graves, uno de los poetas a los que dio voz ‒o sea, realidad lírica‒ en castellano. Está en un pequeño cementerio, desnudo de alardes, pero con vistas al mar y la montaña. Y donde solo está escrita, a mano, la palabra “poeta”.
Gracias, Antonio, por tanta buena poesía.


Javier Castro Flórez nos aporta, junto a su sentimiento por el fallecimiento del poeta, la información de este magnífico proyecto de libro, que deseamos leer cuanto antes:

Ha muerto Antonio Rivero Taravillo a quien tanto admiraba y quería. Como a todos sus amigos me sorprendía la valentía y serenidad con la que estaba afrontando su enfermedad y me emocioné con los poemas de "Un invierno en otoño" en los que habla de ese proceso.
Hace una semana le propuse que sacáramos en enero sus textos sobre viajes y le hizo mucha ilusión. A mí también me la hacía porque era un modo de pensar en el futuro y ya me veía con él presentando el libro en Sevilla cuando se recuperase. Esta misma mañana le he mandado por mail la portada que Cristina acabó anoche. No sabía que estaba tan malito.
Estoy temblando, pero quiero recordar unos versos suyos porque aunque Antonio ya no está nos ha dejado su voz y la siento aquí a mi lado.

El año acaba, y yo sigo viviendo
Aunque sea calderilla, cómo aprecio
este tesoro inigualable. 

DdA, XXI/6109

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