lunes, 4 de agosto de 2025

"HUÉRFANOS DEL OLVIDO", NUNCA MEJOR SE CONTÓ LA HISTORIA DE LOS "NIÑOS DE RUSIA"

 


Félix Población

Acabo de satisfacer, con el visionado de este sobresaliente film documental más que recomendable, buena parte del interés y curiosidad por uno de los episodios que más me afectaron desde que pescaba de chaval en el mismo escenario desde el que salieron en barco en septiembre de 1937 los llamados Niños de la Guerra, conocidos también como Niños de Rusia por ser la antigua Unión Soviética el destino de la expedición que partió desde el puerto gijonés de El Musel. 

Dirigida por Lino Varela, la película cuenta con el testimonio de algunos de los protagonistas que aún vivían durante la realización de la misma, en su mayoría mujeres. Es de resaltar la posibilidad que tuvieron los realizadores del film de contar para el mismo con imágenes de los archivos vinculados con los Niños de la Guerra que están radicados en varias ciudades de Rusia. Esto nos has permitido observar secuencias tan emocionantes como el acogedor recibimiento de los niños españoles al llegar a la ciudad de Leningrado (hoy San Petersburgo) y otras tan escalofriantes como las de gran masacre humana del cerco de esa localidad durante la invasión de los ejércitos nazis (un millón de muertos), con los cadáveres tendidos sobre la nieve en un invierno que superó los 40 grados bajo cero.

La Gran Guerra Patria, como se la sigue llamando en Rusia, supuso para aquellos niños y niñas que dejaron a su país en guerra el reencuentro con todas las penalidades de un conflicto armado, en el que tanto mataban las armas enemigas como el hambre y el frío. Llama la atención que fueran los niños españoles los primeros en ser evacuados de la ciudad, como asegura una de las protagonistas. Con todo, el testimonio de Manuel Arce Porres nos sirve para recordar que algunos de aquellos adolescentes perecieron en los combates, como el propio hermano mayor de Arce, que llegó a la URSS con doce años, después de alistarse voluntario para luchar contra el mismo invasor que había bombardeado las ciudades republicanas en España. 

Casi todos los ancianos y ancianas de aquella expedición inédita en la historia que son entrevistados en el documental, coinciden en recordar como un pasaje muy doloroso en sus vidas el del retorno a su tierra natal veinte o treinta años después, con unos padres a los que apenas reconocían y un entendimiento de la vida muy dispar entre el de la Unión Soviética y la España franquista. Hay que tener en cuenta que nuestra forma de ser se moldea en el primer y segundo septenio de la vida, como recuerda el psiquiatra Jesús de la Gándara, que se refiere igualmente a la triple orfandad que vivieron los Niños de Rusia por su carácter inesperado, no explicado y no consolado. 

Por si ese retorno a la casa paterna no fuera de suyo bastante doloroso, quienes lo vivieron tuvieron que enfrentarse además con el acoso y los sucesivos interrogatorios de agentes de la CIA y la policía franquista, pues en aquellos años de la guerra fría daban por supuesto una y otra que la presencia de los repatriados de la Unión Soviética podría aportar información acerca de aquel país. Esto llegó a prolongarse hasta los años setenta, sin que todavía pueda consultarse la información que la CIA requirió en esos interrogatorios, ridícula a juicio de algunos de los participantes en el film. 

Todos los ancianos y ancianas que aparecen en el magnífico trabajo  de Lino Varela coinciden en mostrar su gratitud a la Unión Soviética, llegando algunos a anteponer su nacionalidad rusa a la española, manteniendo allí su residencia. Los hubo que una vez en España prefirieron regresar a la que consideraban su segunda patria. Hay quien afirma que su madre, su patria, su escuela y su vida fue la Unión Soviética. 

Por desgracia, en este capítulo tan sensible de nuestra Memoria Histórica, el que los Niños de la Guerra  sólo hayan logrado una prestación y no una pensión -como subraya Dolores Cabra, directora de la asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE)-, deja sin resarcir otra deuda con la memoria republicana del actual Reino de España, que únicamente hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2004 -interviniente también en el documental- reparó en aquellos niños a los que con total precisión y sentido histórico se les puede llamar huérfanos del olvido.

DdA, XXI/6061

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