jueves, 14 de agosto de 2025

DE PAJAS Y PARCHES



CHIRIBITAS
Valentín Martín

El anciano ha descubierto que tiene ahora el mismo aciburrio que Mónica. Ella, antes de ser apuñalada por la espalda, subió al podio como el oro olímpico más joven de la historia. Después de tantas batallas, donde hay una pelota de tenis ve dos pelotas de tenis. Ataca con furia la pelota y siempre golpea al aire, porque por un extraño motivo la raqueta se ceba con la pelota que no es.
El anciano había asumido la habilidad emocional de ver siempre a una mujer desnuda, desde aquella mirada diocesana sobre la lavandera portuguesa emergiendo de los campos de carmín, oscura ladera.
Ahora, donde veía a una mujer desnuda ve siempre dos mujeres desnudas. Le ha preguntado a la loquera si esto se debe a un exceso de cachopo y la loquera ha dicho que una paja. Una paja para evitar el declive de los labios, y así comer y beber hasta batir el récord de George Best que antes de morir dejó dicho: gasté casi toda mi fortuna en alcohol y mujeres, el resto lo malgasté. Así que el anciano ha de comprarse pajas para proteger de inundaciones las comisuras. Y un parche para el ojo derecho que se niega a despertar a la vida del patio. No sabe si estará libre el de la princesa de Éboli o ha de acudir a Wallapop por lo del parche. Para la paja ¿alguien tiene buena información?
Porque el anciano ya se rinde ante la derrota de un sueño: presentar el telediario y contar lo que pasa.

DdA, XXI/6072

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