martes, 29 de julio de 2025

LAS ABUELAS HERMANAS DE TURCIA



Félix Población

No sabemos el año en que se hizo esta fotografía. Podría ser tanto antes como después de la guerra de 1936, mal llamada civil, al parecer porque aquello de guerra de liberación nacional no le gustaba a Fraga de cara a Europa. Lo de civil lo concertó según cuentan con el historiador del viejo régimen Ricardo de la Cierva, y ahí sigue, empleado por unos y otros. Tampoco le valía lo de cruzada, como nombró la obispalía aquella tragedia. Ese conflicto cruel tuvo el efecto de llevarnos al tiempo en que la imagen de estas ancianas podía ser tanto de la posguerra como de algunos decenios antes. Algunos conocimos en nuestra temprana niñez y aún después, en alguna aldea más o menos perdida de Asturias, a unas abuelas como Felicidad, Maximiza y Modesta, que así se llaman las tres hermanas de la instantánea, a las que había que añadir en la misma familia a Macarena y Matilde, naturales todas de la localidad leonesa de Turcia. Hay ocasiones en que una imagen lo dice todo y es una lección de historia, con las particularidad de que esta pertenece a la historia silenciada. Parece como si las tres abuelas hermanas de Turcia se hubieran hecho esa instantánea para decírnoslo todo de su vida como reflejo de la de tantas mujeres de los pueblos y aldeas de aquel país atrasado y pobre, de cuyos vientres muchos provenimos. Estas fotografías dan visión y voz a la intrahistoria que no se suele estudiar en los libros de historia. No deberían desconocerlas las jóvenes generaciones. Tampoco ese alto porcentaje de jóvenes votantes de la extrema derecha. Me han entrado ganas de visitar el pueblo de las tres hermanas y observar esta fotografía en el mismo escenario donde vivieron su existencia, un municipio de casi un millar de vecinos, en el valle del río Órbigo, caracterizado -según Google- por ser o haber sido una de las zonas de este país con mayor producción lúpulo, por el monocultivo de la remolacha azucarera y el coto pesquero de sus truchas. Con sus hombros y espaldas vencidos por los trabajos y el tiempo, sus manos curtidas en las labores del campo y de la casa, sus sayas, delantales y pañuelos en la cabeza, las tres abuelas iluminan con la expresión de sus miradas el fondo de sus vidas para que las leemos con el respeto y admiración que merecen cuantos nos precedieron en la lucha por el pan. A Maximiza parece que lo de la fotografía la hizo buscar la risa de su niñez y mocedad lejanas, mientras sus dos hermanas aceptan con conformidad la instantánea. Puede que tras ellas, en ese fondo neblinoso, se escuchara el discurrir de las aguas de los varios ríos que  contribuyeron al nacimiento y existencia del municipio y sus tierras, labradas de sol a sol cuando el sol marcaba los trabajos de los días.

DdA, XXI/6055

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