El Gobierno Netanyahu está aplicando una política de genocidio por hambre en Gaza -escribe los articulistas- , que viola los principios del derecho humanitario y de la Carta de Naciones Unidas. Es un crimen contra la humanidad y un crimen de guerra. Con una diligencia humanitaria sorprendente, el chef José Andrés, después de muchos meses de hambre en el territorio, se muestra dispuesto a una colaboración solidaria desde World Central Kitchen. El precedente de este genocidio por hambre en Gaza está en el “Plan Backe”, formulado por primera vez el 2 de mayo de 1941 en el marco de la Vernichtungskrieg (guerra de exterminio) nazi contra Europa del Este y la URSS. Su objetivo era crear una hambruna que matase entre 31 y 45 millones de personas, población considerada excedente.
El pasado 24 de julio, el ministro de herencia del gobierno Netanyahu, Amichay Eliyahu, declaró en una entrevista de radio que el objetivo que perseguían era la expulsión de la población palestina de Gaza y que Israel no tenía la menor obligación de alimentarla. “Ninguna nación alimenta a sus enemigos”. Aunque el gobierno israelí no hizo ninguna declaración al respecto, su embajada en Washington aseguró que estaba proporcionando ayuda “con determinación y compromiso”.
Como se puede conocer por la prensa internacional y el dossier que publicamos en SP, esta afirmación es completamente falsa. El Gobierno Netanyahu está aplicando una política de genocidio por hambre en Gaza, que viola los principios del derecho humanitario y de la Carta de Naciones Unidas. Es un crimen contra la humanidad y un crimen de guerra.
Las declaraciones reiteradas en este sentido de los ministros de extrema derecha israelíes como Bezalel Smotrich o Itamar Ben Gvir, que se pueden consultar en internet, no dejan tampoco lugar a dudas. Ni existe la menor duda a nivel internacional de que esta política genocida esta siendo aplicada sistemáticamente desde el bloqueo de toda la ayuda humanitaria y la prohibición de ejercer su mandato a UNRWA entre marzo y mayo de este año. El plan israelí-estadounidense, que se podría llamar el “Plan Fundación Humanitaria Gaza” (PFHG), ha sustituido cientos de puntos de distribución y almacenes de UNRWA en Gaza por media docena de puestos armados por mercenarios contratistas de EEUU y las FDI que arrojan los suministros del Fondo Mundial de Alimentos a una población desesperada mientras es tiroteada por francotiradores.
El director de UNRWA, Philippe Lazzarini, lo ha definido así: “La gente de Gaza no está ni viva ni muerta, son cadáveres andantes”.
Emanuel Ringelblum, resistente judío contra los nazis, escribió en noviembre de 1941: “La mayoría de la población —y no sólo los más pobres— carece incluso de un vaso de agua hirviendo”. ¿Qué diría hoy de los dirigentes del gobierno de Israel?
Y el secretario general de NNUU, Antonio Guterres, ha vuelto estos días a exigir un alto el fuego y la entrada de los 6.000 camiones con ayuda humanitaria bloqueados por Israel en la frontera con Egipto para su distribución por UNRWA y otros organismos de NNUU. 25 países han hecho una declaración en el mismo sentido y más de 100 ONGs se han manifestado de igual manera. La respuesta de Netanyahu, después del fracaso de las negociaciones en Qatar con EEUU y Hamas, ha sido que los países árabes podían lanzar ayuda humanitaria en paracaídas sobre Gaza.
Desde el comienzo de la guerra de Gaza y la aplicación del plan de limpieza étnica y genocidio, con el desplazamiento del 80% de la población y la destrucción sistemática de edificios e infraestructuras, el control de la ayuda humanitaria ha sido un elemento central de dicho plan. Se han orquestado vías marítimas, lanzamientos aéreos, todos fracasados, porque la única estructura sobre el terreno capaz de distribuir ayuda humanitaria es UNRWA. E Israel quiere acabar con UNRWA porque es la incubadora de los servicios sociales de un Estado Palestino. El hambre se utiliza para desplazar por enésima vez a la población palestina desesperada y concentrarla en una “zona humanitaria” que no llega al 10% del territorio de la Franja, que ya sufría uno de los índices de densidad de población más altos del planeta. Qué ocurrirá después, si se utilizará el hambre para expulsarlos a Egipto o acabar con ellos en este campo de exterminio, es aún una incógnita siniestra por despejar del gobierno Netanyahu.
Todo esto es evidente y se ha explicado por los organismos internacionales reiteradamente. Y las consecuencias deberían ser un aumento de las sanciones, el embargo total de armas, la denuncia del Acuerdo de Asociación de Israel con la UE y el aislamiento internacional del estado genocida.
Llegados a este punto, no hay más remedio que recordar los precedentes de este genocidio por hambre en Gaza. No es otro que el “Plan Backe”, formulado por primera vez el 2 de mayo de 1941 en el marco de la Vernichtungskrieg (guerra de exterminio) nazi contra Europa del Este y la URSS. Su objetivo era crear una hambruna que matase entre 31 y 45 millones de personas, población considerada excedente, y alimentar sobre el terreno a la Wehrmacht. El Plan fue diseñado por Herbert Backe y concretado por Hans-Joachim Riecke. La enormidad del plan hizo imposible su aplicación plena, pero sus efectos se pudieron experimentar en el cerco de Leningrado, en el que murió de hambre 1 millón de sus habitantes, y los campos de prisioneros del Este, donde perecieron mas de 3,3 millones de personas por desnutrición, además de 600.000 judíos de los ghettos, solo en Polonia. A mediados de 1941, los alemanes en el Este recibían 2.613 calorías, frente a las 699 de los polacos y las 184 de los judíos. La violencia masiva para la requisición de alimentos en las zonas rurales se acabó combinando con los fusilamientos masivos, con el despliegue de los Einsatzgruppen, pero la enormidad de la tarea acabaría desembocando en los campos de exterminio nazis. El ejecutor del Holocausto nazi, Heinrich Himmler, declaró: “Ya es hora de reunir a esa chusma en guetos, y luego introducir la peste y que la diñen de una vez”. Lo que los nazis hicieron con el pueblo judío los gobernantes israelís lo están haciendo con el pueblo palestino.
Mas de 100.000 niños, de ellos 40.000 bebés, morirán en los próximos días si no entra la ayuda humanitaria de UNRWA en Gaza. Ya han muerto 59.700 habitantes de la Franja y otras 144.477 han sido heridos, 7.485 mientras intentaban recoger comida para sus familias en los puestos de la Fundación Humanitaria Gaza. El verano de 2025 puede pasar a la historia como el del genocidio por hambre de Gaza.
Parar el genocidio se ha convertido en un imperativo moral del que depende la legitimidad del sistema multilateral, de la Carta de Naciones Unidas, del derecho internacional. Hay que pararlo como sea y llevar a sus responsables ante los tribunales, ampliando las causas ante la CIJ y la CPI, como se hizo en Nuremberg.
Los buitres empresariales siguen haciendo negocio en Palestina, lo hacen y tienen planificado hacerlo aún más en el futuro. El genocidio es una oportunidad de negocio. La relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese lo ha dicho reiteradamente: “El genocidio en Gaza no ha cesado porque es lucrativo. Es rentable para demasiadas personas”.
Marek Edelman, resistente judío en el levantamiento del gueto de Varsovia en 1943, escribió años después: “El Holocausto no es verdad que fuera un asunto de esos cien o doscientos mil alemanes que tomaron parte personalmente en el exterminio. No, fue un asunto de Europa y de la civilización europea, que crearon las fábricas de la muerte. El Holocausto es una derrota de la civilización. Y por desgracia esa derrota no se acabó en 1945. Tanto es así que, muchas de las cosas que suceden a día de hoy vienen de la conciencia construida desde entonces: desde el desprecio de la vida humana. Y, por supuesto, del miedo”.
Hace 85 años la humanidad miró hacia otro lado ante el holocausto nazi. ¿Haremos lo mismo ante el genocidio palestino?
“Ve y róbate el último pedazo de mi tierra,
abandona mi cuerpo joven en mazmorras,
saquea mi herencia,
quema mis libros,
alimenta tus perros con mis peces,
ve y esparce tu red de espanto
sobre los techos de mi aldea,
enemigo del hombre,
no habrá tregua
y habré de pelear hasta el fin,
así apagues tus fuegos en mis ojos,
así me llenes de angustia,
así falsifiques mis monedas,
o cortes de raíz la sonrisa de mis hijos,
así levantes mil paredes,
y clavetees mis ojos humillados,
enemigo del hombre,
no habrá tregua
y habré de pelear hasta el fin”.
Samih Al-Qassem (poeta palestino de nacionalidad israelí)
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