martes, 29 de julio de 2025

EUROPA HA DECIDIDO MATARNOS DE VERGÜENZA

Aquí una amiga, una esclava, una sierva, repitió nuestra lideresa Ursula von der Layen ante el señor naranja antes de firmar un amistoso acuerdo comercial consistente en que los europeos pagaremos un 15% por vender nuestros productos en suelo norteamericano, mientras ellos introducirán sus productos en a coste cero, gratis, libres de tasas. Félix Maraña lo ve así: No quiero que se desmayen,/ pero la dueña de Europa,/ se ha desnudado de ropa./ Censuren a Von der Layen,/ y con sus iras explayen/ el malestar ciudadano./ Úrsula entregó su mano/ al dueño de medio mundo,/ ese miserable inmundo,/ demente, iluso, inhumano. Y así lo ve Tecé en CTXT:


Gerardo Tecé

En la barra de un bar hay un chino brindando por liderar el comercio mundial y un estadounidense que responde que su país es la gran potencia armamentística. En una mesa cercana, un brasileño presume de economía emergente, un africano de que su joven continente es el futuro y una persona de Oceanía se muestra orgullosa por liderar la lucha más importante del momento, la climática. ¿Dónde está el chiste? En Europa. En la nada más absoluta. En un continente que pudo habernos hecho sentir orgullosos y que decidió matarnos de vergüenza.

Pudiendo haber sido referencia mundial en estado del bienestar, en Europa decidimos apostar por el capitalismo que defendía los derechos de las grandes empresas mientras se recortaba lo público. Pudiendo mirar por encima del hombro al mundo en defensa de los derechos humanos, nos pusimos a subcontratar los servicios de dictadores para reprimir la inmigración que no queríamos ver. Si la estrategia fallaba, era simple, mirar para otro lado mientras el Mediterráneo se convertía en un cementerio gigante. Pudiendo ser referentes en derecho internacional, Europa sigue meditando, a día de hoy, si 70.000 inocentes asesinados en Gaza, quizá, tal vez, quién sabe, suponen algún tipo de vulneración de alguna cosa. Habrá que seguir estudiando este asunto con calma. Con la misma calma con la que Europa se va yendo por el retrete.

Cuando la autohumillación parecía no poder llegar más lejos, llegó la foto de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, claudicando ante el mayor esperpento político del siglo, Donald Trump. Aquí una amiga, una esclava, una sierva, repitió nuestra lideresa ante el señor naranja antes de firmar un amistoso acuerdo comercial consistente en que los europeos pagaremos un 15% por vender nuestros productos en suelo norteamericano, mientras ellos introducirán sus productos en Europa a coste cero, gratis, libres de tasas. Un win-win, calificó la mar de satisfecha Von der Leyen el acuerdo, y razón no le falta. Es cierto que Trump, tirando sorprendentemente de exquisita diplomacia, ni le había gritado ni le había escupido en la cara a la presidenta. El psicópata de Washington puede volver a casa con la cabeza bien alta porque nos ha humillado más de lo que ya estábamos. Y la cosa no quedó en el 15 a 0 con Ursula de portero. ¿Recuerdan el urgente y necesario rearme europeo?

Bien. Quienes nos repitieron que era necesario que Europa invirtiese en armamento porque así dejaríamos de depender militarmente de Estados Unidos se comprometen ahora a comprarle 600.000 millones de dólares en equipamiento militar a… Estados Unidos. Las risas se han escuchado hasta en Wisconsin. Pero en Wisconsin, Wisconsin, me refiero a pleno casco viejo. Y cuando las agujetas provocadas por tanto jijí y tanto jajá empezaban a resultar insoportables, llegó lo mejor del acuerdo: el epígrafe energético. Europa, el mismo continente contra el que Estados Unidos reconoce que atentó destruyendo en 2022 el gasoducto energético Nord Stream, se compromete a comprarle al autor del atentado energía por valor de 750.000 millones de dólares en los próximos años. Si llegamos a saber la buena acogida que tuvo nuestra iniciativa hubiéramos hecho explotar vuestros gasoductos mucho antes, pensó Trump, pero no llegó a verbalizarlo porque, hasta para él, la humillación tiene sus límites. Sentir vergüenza por lo propio cuando al otro lado de la mesa estaba Donald Trump no era una tarea sencilla, pero se ha conseguido. Enhorabuena a todos los europeos.

CTXT DdA, XX/6.055

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