Félix Población
No podía faltar monseñor Sanz Montes a la cita de la obispalía patria, representada por el presidente de la Conferencia Episcopal pidiendo la convocatoria de elecciones ante los casos de corrupción que afectan al Partido Socialista. Y menos mal que esta vez no hicieron de pancarteros como cuando la ley del matrimonio homosexual, que les sacó de sus casillas. Se manejan los prelados con una muy airosa soltura democrática, reclamando la palabra del pueblo, cuando se trata de obedecer a los partidos de la derecha y extrema derecha, ellos que tantas oportunidades han tenido de mostrarse así cuando el lodazal de corruptelas enmierdaba al Partido Popular, con casi treinta casos pendientes de juicio para los próximo meses. El descaro y desvergüenza de la católica institución en España es el propio de una iglesia que arrastra y mantiene muchas de las lacras retrógradas del nacional-catolicismo, de cuyos privilegios sigue viviendo gracias a los gobiernos del Partido Socialista, y es equiparable a los de una derecha y extrema derecha que compiten como partidos reaccionarios. En su prédica del pasado domingo desde el púlpito de la catedral de Oviedo, y bien coreado en las preces por la corporación conservadora del Ayuntamiento de aquella ciudad, habló Sanz Montes de las mentiras narcisistas, las corrupciones diversas, los robos de cuello blanco, las diversiones inmorales que todos pagamos, etc., sin que recordemos a monseñor o a sus colegas haber hecho lo propio en el pasado, cuando tantas oportunidades se le presentaron de denunciar lo mismo con los sucesivos casos de corrupción del Partido Popular. La obispalía patria debería ser un poco más coherente y menos burda al exponer sus criterios, pues contrasta por su desfachatez el servil silencio de entonces con sus soflamas de ahora apelando al pueblo, en las que al parecer no hay excepciones entre los prelados, una vez que su presidente se manifestó como lo hizo, ni siquiera desde Cataluña*. En cuanto a la tímida respuesta del ministro Félix Bolaños, es la que el partido al que pertenece aplica siempre que se topa con las injerencias de una institución a la que no ha dejado de mimar, incumpliendo la promesa de derogar el concordato o manteniendo durante casi medio siglo la educación concertada de la España del cambio, con Felipe el de la OTAN no pero sí.
*Joan Planellas, arzobispo de Tarragona, no comparte la reclamación al gobierno español del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello: «No representa al conjunto de los obispos» A la espera de que algún prelado más lo demuestre.
Léase@también: Los curas quieren votar, por Aníbal Malvar: Puesto en plan celestino o, mejor, casamentero (que esto va de iglesia, y no de sexo libre), yo observo entre Abascal y Argüello ciertas afinidades que pueden llevarles a dar el paso solemne hacia el epitalamio político. Por mucho que la Conferencia Episcopal haya salido enseguida a decir que los obispos no son de ningún partido. Que piden elecciones para que el pueblo vuelva a votar como dios manda. O sea, a la derecha. Me excito pensando en una encuesta del CIS que nos haga saber a quién votan los curas, como se hizo con policías y militares (salió ultra y derecha, of course).
DdA, XXI/6.018
2 comentarios:
Bien podían los obispos poner el grito en el cielo por sus propios desmanes, como son las o matriculaciones, por no hablar de corrupción, en su caso de menores. ¿Eso no son diversiones inmorales?
Las diversiones inmorales del clero durante la dictadura ocupan el recuerdo de buena parte del alumnado de la España franquista y más allá.
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