César Inclán
Hace unos meses tuve la oportunidad de ver un fantástico documental titulado "Benedetti, sesenta años con Luz", película dirigida por Andrés Varela en la que se profundiza en la historia de amor entre el inolvidable poeta y escritor uruguayo y su esposa Luz a lo largo de seis décadas (se conocieron siendo apenas unos adolescentes y su aventura amorosa se prolongó durante sesenta años hasta la muerte de ella por Alzheimer en 2006), un documental en el que aparecen diferentes personajes que se cruzaron en la vida de aquella pareja, entre los que estaban sus compatriotas Pepe Mújica y Eduardo Galeano. Resulta maravilloso que un país tan pequeño como Uruguay, al que con el mayor cariño sus paisanos le dicen el paisito, haya dado al mundo tres personalidades de la talla de Mújica, quien ayer nos decía adiós con la mayor dignidad, Galeano (del que hace unos días volví a leer esa maravilla por la que no han de pasar nunca los años titulada "El libro de los abrazos") y Benedetti, del que hace tanto ya un bibliotecario de mi pueblo llamado Fernando posó sobre mis manos aquel ejemplar de "La tregua", tres maravillosos seres humanos que hicieron de la justicia social su bandera. Mario Benedetti, quien dedicaría todos sus libros de poesía a su esposa Luz, libros en los que solía hablar del amor, la soledad y la amistad, murió tres años después de su mujer otro día del mes de mayo en su querida Montevideo, el mismo lugar donde también ayer nos dijo adiós el ya para siempre inolvidable Pepe Mújica, aquel recordado comandante de los Tupamaro al que le decían Facundo que hizo de este mundo un lugar mejor y de su vida un ejemplo en verdad de coherencia y dignidad.
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