sábado, 3 de mayo de 2025

AQUELLOS VOTOS DE 1936

 


Félix Población

Quiero suponer y posiblemente acierte, después de haber andado revisando a lo largo de media vida profesional buena parte de la prensa republicana de los años treinta en España, que pocas fotografías habrá sobre las últimas elecciones democráticas de la segunda República tan relevantes por su contenido tipológico como ésta, firmada por Pepe Gracia ante el Palacio de los Guzmanes de León en una fecha histórica tan señalada.

Se trataba de las terceras elecciones generales durante el periodo republicano iniciado el 14 de abril de 1931, las que se celebraron el 16 de febrero de 1936 y fueron decisivas para el porvenir del país, pues la victoria del Frente Popular llevó a una parte del Ejército, con la colaboración de los partidos de la extrema derecha y el concurso previo y pactado de la Italia fascista de Mussolini, al golpe militar del mes de julio que daría lugar a la guerra y, con su desenlace, a una larga dictadura. Sólo un año después de proclamada la segunda República hubo un intento de golpe militar a cargo del general Sanjurjo, que fracasó.

La relevancia de esta instantánea radica en que, como se puede apreciar, a pesar de que desde las elecciones anteriores de noviembre de 1933 que dieron la victoria a las derechas las mujeres ya podían votar, en la fila de electores -en su mayoría jóvenes- que hacen cola para depositar su voto en las urnas, son contadas las electoras que se pueden distinguir.

También se puede apreciar por el atuendo la diferencia de clase social de quienes aparecen en la fotografía, así como los dos únicos varones que entretienen la espera leyendo un periódico. Es muy probable que muy pocos de aquellos ciudadanos -puede que ninguno- imaginara que ese día era el último de su libertad para elegir a sus representantes políticos en una democracia y que la pérdida de ese derecho se iba a ahogar en la mayor tragedia vivida por este país en su historia.

Hace algún tiempo que ninguna de las personas que aparecen en la imagen nos puede contar algún recuerdo personal de aquella jornada, pero debería constar para siempre en la memoria de las sucesivas generaciones, porque sólo muere lo que se olvida y estamos en unos tiempos en los que -cada vez con más necesidad- no se debería olvidar lo que cuesta conseguir, mantener y ejercer la democracia.

Sobre todo, cuando los vientos soplan en contra y no se hace, no se sabe o no se puede hacer lo posible o lo requerido para evitar los impulsos que mueven esa malhadada y conocida ventolera. 

HERALDO DE LEÓN  DdA, XXI/5.976 

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