Félix Población
Ahora que se investiga la extraña muerte de Diego Armando Maradona, el futbolista más admirado de la historia de este deporte en Argentina, es de recordar lo que el jugador dijo cuando en 1992 se encontró con una manifestación de jubilados a la salida de los Tribunales durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999): "Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados. A muerte estoy con los jubilados". Otra vez, el pasado miércoles, los jubilados argentinos han vuelto a las calles de Buenos Aires para protestar contra las medidas adoptadas por el Gobierno de la motosierra que representa el presidente Javier Milei. La cita de Maradona es pertinente, pues las protestas en la Plaza del Congreso contaron con el respaldo de todos los clubes de fútbol de aquel país, y se saldaron con una brutal represión que dejó gravemente heridos a un fotógrafo y a un manifestante, además de a decenas de heridos de menor consideración. Se detuvo a más de un centenar de personas y se registraron imágenes tan llamativas como las de personas ancianas haciendo valer a gritos sus derechos delante de la policía antidisturbios. Si lo que se produjo ese día en Buenos Aires hubiese ocurrido en cualquier otro país de los que tienen gobiernos progresistas en América Latina, resulta obvio decir que las palabras dictadura y represión serían las más repetidas en la prensa conservadora de España, que en esta ocasión las elude. Lo mismo hacen los periódicos argentinos de mayor difusión del mismo signo como Clarín o La Nación, donde en lugar de la fotografía del fotógrafo herido se muestra la de un coche patrulla incendiado, con dudas fundadas de que lo hayan hecho los manifestantes. En ninguno de estos diarios aparece la palabra protagonista de las protestas, jubilado, ni tampoco las palabras represión o Milei. El diario Página 12 abría ayer jueves con el titular a toda plana Salvajada, resaltando en el sumario que lo precedía que el Gobierno desató una temprana y brutal represión contra quienes se empezaron a concentrar en la Plaza del Congreso, en una virtual cacería que no se veía desde hace mucho tiempo. No hace falta aclarar a qué tiempo se refiere el citado periódico. Entonces se hacía desaparecer a los jóvenes arrojándolos al mar desde aviones y ahora se apalea a los viejos. Esto no parece que sea progresar, medio siglo después.
DdA, XXI/5.931
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