sábado, 22 de marzo de 2025

RESPUESTA A JUAN ROIG DE MUÑOZ MOLINA: "COCINA Y RESISTENCIA"



Félix Población

Aprovechando la propaganda que los mayoría de los medios de comunicación han dado a los pingües beneficios cosechados una vez más por Mercadona el año pasado, un 37 por ciento más que el anterior, su presidente lanzó hace días un titular con el que sin duda pretende que esos beneficios sean aún mayores cuando "las cocinas dejen de existir a partir de 2050", según vaticinó Juan Roig. 

Con ello quiso decir que para entonces la comida lista para servir de Mercadona y otras empresas similares -no apta para todos los comensales por el exceso de sal, aceite y otros aditivos-, suministrará la cotidiana ración a los consumidores en edad para asumir o soportar esa dieta a diario, dejando de ser la cocina y la gastronomía lo que Antonio Muñoz Molina ha desarrollado de modo muy elocuente en el artículo semanal de este sábado en el diario El País, que acabo de leer con gusto. Sólo le ha faltado al escritor andaluz reparar en lo habitual que resulta en el cine de nuestros días, sea del país que sea, el consumo de la llamada comida preparada, tal como venimos viendo desde hace decenios en el cine norteamericano, con unas posibilidades de influencia incuestionable en los hábitos del universo mundo, conducida también a ese tipo de alimentación expeditiva por  las urgencias y acelerones de la vida cotidiana. Transcribo el último párrafo del artículo de Muñoz Molina, cuyo titular (Cocina y resistencia) es bien indicativo de su contenido:

"Ya que a nuestros hijos no vamos a legarles la fortuna inmobiliaria de la familia Roig, está bien que hayamos hecho lo posible por transmitirles desde niños la atención y el aprecio por la buena comida, que incluye el paladar y el olfato, y también los modales de convivencia en la mesa, que tienen un valor civilizatorio inapreciable. Preparar y compartir un buen desayuno da al arranque del día una plenitud eucarística. La cocina es un aprendizaje que sólo se adquiere en la práctica, lo cual ya es un antídoto contra la prisa, la vaguedad y la palabrería. Y también es un adiestramiento en la autosuficiencia, y correctivo del privilegio corruptor de ser servido siempre, sea por un maitre palabrero en un restaurante de moda o por un emigrante que se ha jugado la vida sobre una bicicleta por llevarte un pizza enfriada en la noche del sábado. Hay quien tiene el tiempo y los conocimientos para dedicar muchas horas a un plato complicado, pero con un buen guiso de cuchara se puede comer espléndidamente y muy barato varios días, y un simple sándwich con unas rodajes de tomate, un huevo revuelto y un poco de atún en conserva, puede ser una cena exquisita. En un trabajo tan quimérico como el mío, las atormentas y angustias de la imaginación algunas veces se alivian mejor culminando no ya una frase brillante, sino un buen sofrito, o un caldo que deje por casa un aroma de infancia de varias generaciones".

Un final redondo para un artículo magnífico que el autor comienza con un recuerdo de su niñez, en compañía de su padre, delante de un filete de ternera con patatas en el bar de la estación de autobuses de Jaén. 

DdA, XXI/5.938

1 comentario:

Dr. Pedro L. Cartagena dijo...

Me parece una buena reseña de un artículo que coincide con mi más recient publicación desde Puerto Rico. Saludos y siga escribiendo. Enlace de mis libros publicados de manera independiente. https://padlet.com/user_1412519297/libros-de-la-monta-a-uwbcr6jvrp7dpjar

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