Antigua sede de la Universidad Central de Madrid, en cuya balconada ondeó en 1929 la bandera roja de la FUE durante la rebelión estudiantil contra la dictadura del general Miguel Primo de Rivera.
Félix Población*
La Secretaría de Estado de Memoria Democrática se ha acordado de una ciudadana leonesa, Albina Pérez, una mujer que acaba de cumplir un siglo y estuvo en las cárceles de la dictadura por escribir en un muro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid algo tan esencial siempre e imposible entonces, a finales de la década de los cuarenta, como ‘¡Viva la universidad libre!’
No se puede decir por esta tardía recordación que los sucesivos gobiernos de España del Partido Socialista, desde que la memoria histórica cupo tardíamente en su horizonte de gestión, hayan tenido buena memoria. Doña Albina, con Nicolás Sánchez Albornoz, hijo de don Claudio —a quien tuve la oportunidad de conocer a su regreso del exilio—, son las únicas personas que aún viven de las dieciséis que componían la célula de la Federación Universitaria Escolar (FUE) que fueron detenidas entre abril y mayo de 1947, a raíz de aquella pintada.
La FUE era una organización que se enfrentó a la dictadura franquista en un periodo en el que el país vivía bajo el miedo, el silencio y la más dura represión de la posguerra. Su nacimiento data de los años veinte y de aquella célula de finales de la primera década de la posguerra sólo siguen entre nosotros Nicolás Sánchez Albornoz y Albina Pérez, a la que un juzgado militar especial encargado de los delitos de espionaje, masonería y comunismo condenó a dos años de cárcel.
Del campo de concentración de San Marcos de León, ubicado en el hermoso convento plateresco de aquella ciudad, recuerda doña Albina una alfombra de presos, y arriba el artesonado, según sus propias palabras. Esta es una imagen que se corresponde con la ilustración que hizo un dibujante y músico asturiano, Cástor González, preso también en San Marcos, quien contó a su hijo que de ese artesonado llovían cucarachas y pulgas sobre los presos. En esa sala se encuentra la escondida mención pública a ese lugar de la memoria que la empresa pública Paradores ha prometido corregir en atención a la Ley de Memoria Democrática y que, últimamente, ocasionó un inverosímil y más que deplorable y supuesto error en su página web, en la que por inaudito que parezca se invitaba a celebrar la fiesta de carnaval vestidos de presidiarios.
No le falta sentido del humor a doña Albina a sus muchos años para agregar, al comentario sobre las nefastas condiciones de las prisiones franquistas de entonces, que cumplió sólo catorce meses de cárcel porque en aquellos años de hambre y miseria redimió su condena haciendo cursos de cocina.
Nuestra enhorabuena a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática por la viveza de su memoria al convocar un homenaje a doña Albina Pérez, don Nicolás Sánchez Albornoz y a aquellos otros integrantes de la FUE ya fallecidos durante este largo olvido, superado por una de sus supervivientes al haber cumplido los cien años de existencia y también por su compañero don Nicolás, que acaba de cumplir 99.
Esperamos que ambos lo disfruten en vida con el respeto, reconocimiento y admiración que se les debe desde hace al menos unos decenios. Con tan ostensible retraso no debería actuar toda una Secretaría de Estado cuando se trata de homenajear a la vanguardia de la resistencia contra la dictadura, por muy hechos que estemos a esas demoras.
*Artículo publicado hoy en Infolibre.
DdA, XXI/5925
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