Toni Álvaro
Así soy de sencillo, un soñador sin sombras, feliz y comedido...
El 3 de marzo de 2017 moría Bernardo Cortés Maldonado. ¿Te acuerdas, papá? En una galaxia muy, muy, muy lejana, cuando había algo que celebrar, nos llevabas a comer una paella marinera a la Barceloneta, vestidos de domingo. Bernardo Cortés también vestía de domingo, un domingo dos tallas más grande que el nuestro. Tú siempre le dabas alguna moneda, aunque nunca me quedó muy claro si porque te gustaba o para que se fuera con la música a otra parte. Bernardo, siempre con la sonrisa abierta de par en par, muy educado, paseaba su fragilidad de emigrante jienense que iba para empresario de derribos y excavaciones hasta que la muerte de su socio en una obra le dejó un enorme socavón. Luego ya vino la televisión, esa empresa de derribos y excavaciones que edifica famas efímeras y engañosas. Supongo que eso de la fama catódica se la soplaba. Pasados los años volví a cruzarme con él paseando por la línea marítima que dejaron las Olimpiadas, otra empresa de derribos. Seguía igual, con su vestido de domingo dos tallas más grande. Igual la felicidad requiere ropas holgadas y desafinar nos recuerda que somos frágiles. Cuatro meses después te ibas tú. No creo en el cielo y esas cosas, pero sí en un país hecho de recuerdos al que se accede con el pasaporte de la memoria timbrado de afectos y al que viajo a menudo para hablarte, para decirte, a ti y a Bernardo, que por aquí andamos, entre derribos y escombros. Y hay que celebrarlo vestidos de domingo.
DdA, XXI/5.920
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