lunes, 3 de febrero de 2025

LA ESPAÑA DE POSGUERRA DE THÉRÈSE BONNEY



Félix Población

Bastantes años después de que Thérèse Boney hiciera esta foto, localizada en una calle de tierra del Puente de Vallecas durante la posguerra, visité por segunda vez Madrid en 1959 de la mano de mi familia. Fue en verano, como la primera, cuando en compañía de mi madre fuimos a ver a mi hermano Ignacio, interno en un colegio de Guadarrama. De este primer viaje apenas tengo más recuerdo que el calor y la andadura acelerada de nuestro pasos por una carretera con árboles, con el temor a perder el tren que nos enlazaba con Madrid para regresar desde la estación del Norte a Asturias. En 1959, con mis padres y hermano, el viaje incluyó una visita al Museo del Prado, de la que guardé siempre en mi memoria la impresión que me causó el cuadro de Goya Saturno devorando a su hijo, hasta el punto de provocarme una pesadilla. También, el extravío momentáneo que me sobrecogió en una calle del barrio de Vallecas, al despistarme en un descuido y no encontrar por unos segundos a mis padres. Mantengo aún muy borrosa la imagen de una avenida muy transitada, cuyo nebuloso dibujo es similar al de la estrecha calleja en la que vivía la prima del abuelo Teófilo, Antonina Rabadán, en cuya modesto piso nos hospedamos. Fue en una angosta y vieja habitación de esa casa donde creí ser devorado por Saturno. La fotoperiodista norteamericana había dejado constancia del popular barrio madrileño con una instantánea que asocio, pese al tiempo transcurrido desde su tiempo al mío, a las impresiones olvidadas de aquel segundo viaje a Madrid. De esa estancia en la noche vallecana recuerdo la atmósfera sofocante y las conversaciones del vecindario en las aceras, con los botijos a la vera de  las charlas con las que me interné en el sueño. En aquella España, los pobres se asomaban a los portales de sus casas en el barrio madrileño como si fuera una prolongación de la vida que antes llevaron en sus pueblos. Quien mejor reflejó en imágenes la realidad de aquel país de la posguerra fue la fotoperiodista neoyorquina Tèrése Bonney (1894-1978). A ella se le debe el primer reportaje de la vida cotidiana en El Vaticano, publicado por la revista Life en 1938 y todo un álbum de imágenes de la Segunda Guerra Mundial, publicadas entre 1940 y 1943 en más de treinta medios de información, con una especial dedicación a las consecuencias del conflicto armado entre los menores (Niños de Europa). En una de las crónicas enviadas desde nuestro país, Bonney afirma que la muerte está tramando una nueva cita en España, después de que las bombas contribuyeran a ella durante la guerra: "Hoy -escribe- la desesperación y la resignación están fijas en la mirada de tantos rostros, mujeres y niños sin hogar. Mueven los dedos delante de la boca con el antiguo gesto de hambre y susurran al pasar: "¡Hambre, señorita, hambre!". [...] Gente sin hogar, niños huérfanos caminan durante la noche, otros penosamente durante el día en busca de trabajo y comida. Niños con la barriga hinchada y los miembros magullados. Un pueblo orgulloso, todavía muy orgulloso a pesar de tanta miseria. [...] Si puede, viaje a Andalucía, donde centenares mueren de tifus. Allí verán niños comiendo cardos, comiendo hierba". Teniendo en cuenta la atención que prestó en su sobresaliente trabajo a los niños de la guerra en Europa y de la posguerra en España, no cabe imaginar a la fotoperiodista norteamericano indiferente ante la masacre de miles de menores perpetrada por el gobierno israelí en la Franja de Gaza. Igual hubiera estado entre esos ciento y pico profesionales de la información palestinos asesinados también por las balas y las bombas genocidas, acallando así la verdad de su testimonio. 

DdA, XXI/5.898

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