José Ignacio Fernández del Castro
«La lágrima fue dicha./ Olvidemos/el llanto/
y empecemos de nuevo,/ con paciencia,/
Acaso las palabras de nuestro sistema escolar, si quieren ser fieles a la voluntad emancipadora de su origen ilustrado, estén ya demasiado desgastadas tras tres siglos de cambios... ¿Será la escuela capaz de alumbrar las palabras nuevas capaces de comprender, relatar y mejorar la nueva historia? El problema es que nuestro sistema político, tan dócilmente subordinado al sistema económico, y hasta nuestras formas de convivencia cotidiana, están hoy mucho más por el desarrollo de la voluntad normalizadora que, al servicio de las necesidades de un mercado laboral para la incipiente burguesía, también estaba en el origen de la institución escolar. Esperemos que, en estos tiempos de amenaza y zozobra, el ombliguismo de profesorado y familias (o sea, de nuestra sociedad en general), incapaces de ver más allá de sus propias narices, de sentir más allá de sus tripas, de saber más allá de su deseo inmediato, no haga que tales palabras, necesarias y urgentes, lleguen demasiado tarde... Porque la ignorancia de esas palabras imprescindibles para, después de tanto hablar y llorar, cambiar la historia, es la fuerza de quienes nos la imponen cada día.
DdA, XXI/5.907
No hay comentarios:
Publicar un comentario