lunes, 20 de enero de 2025

LA DEMOCRACIA ESTÁ CAYENDO EN LAS REDES DE LA OLIGARQUÍA TECNOLÓGICA


Félix Población

Hace unos días, siguiendo las páginas de opinión del diario mejicano La Jornada, uno de los más importantes de Iberoamérica, tuve oportunidad de leer un artículo muy interesante del doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Méjico Mauricio Calcaneo, en el que analizaba la alianza entre el nuevo presidente de los Estados Unidos Donal Trump y los magnates de las redes sociales, esos que evitan a toda costa que sus hijos las consulten. 

No se le escapa al articulista la relación entre esas redes y la intervención política en otros países, con Elon Musk como punta de lanza descarada en ese ámbito internacional de intrusión, antes incluso de que Trump tome posesión de su cargo. Así, Musk ha llamado tanto a disolver el Parlamento británico y convocar elecciones en aquel país  como a manifestar sin reservas su decidida simpatía por por el partido mayor de la extrema derecha alemana para los comicios del próximo 23 de febrero. Llegó incluso a conceder una entrevista en X a la lideresa de ese partido en la que ésta afirmó que Hitler era socialista.

Puede, por lo tanto, que sirviéndose de la masiva penetración de la red X, de la que ya se han borrado hasta sesenta universidades alemanas, lo que Musk ponga en marcha sea una prolífica e intensa difusión de mensajes con intención de generar efectos que el profesor mejicano califica de desestabilizadores y disruptivos. Es decir, toda una siembra de imperialismo tecnológico puro y duro. 

No olvida Calcaneo, en este sentido, el papel que puede jugar en la agenda estadunidense de internet el otro magnate propietario de Facebook, Mark Zuckeberg, quien recientemente difundió un mensaje en el que afirmaba que las elecciones presidenciales en Estados Unidos constituyeron "un punto de quiebre cultural y de la libertad de expresión, por lo que anunció la eliminación de los diferentes controles que se implementaron en Facebook desde 2016 para atajar la proliferación de información falsa, las campañas de odio y la manipulación". 

Por si este anuncio de borrascoso porvenir no fuera ya suficientemente alarmante, lo que añadió a continuación es aún mucho más claro y preocupante para el futuro de la humanidad: Zuckerberg va a trabajar con Trump "para contrarrestar a los gobiernos que, según su perspectiva, buscan censurar el discurso en línea mediante entramados legales (Europa), cortes ocultas (Latinoamérica) o la prohibición para operar en sus territorios (China)".

Mauricio Calcaneo considera que estamos siendo testigos de un movimiento tectónico en las redes sociales y, por tanto, en el mundo digital en su conjunto que tendrá repercusiones mayúsculas pues incide en nada menos que en cinco mil millones de usuarios. Esas repercusiones las ha esbozado el presidente Biden, en su último discurso al despedirse de la Casa Blanca: el poder e influencia de la que llamó oligarquía tecnológica estadounidense constituye una grave amenaza para la democracia. Me parece que ya esté siendo más que una amenaza. La democracia ya está cayendo en las redes de ese imperialismo tecnológico puro y duro.

Como señala Claudio Scaletta en su artículo sobre el imperialismo tecnológico, publicado en el número de ese mes de Le Monde Diplomatique, si los imperios se construyen siempre a partir de un excedente, las grandes multinacionales que hoy conducen los procesos económicos globales se sustentan en las innovaciones en los campos de la informática, la biotecnología y la inteligencia artificial. Así es como se define un nuevo imperialismo tecnológico, fase actual del capitalismo, a merced del cual estamos enredados.


PS.  La versión más oscura del líder más excéntrico gobernará el país más poderoso del mundo y con todo el viento a favor: tiene el control del poder legislativo, del poder judicial, del poder tecnológico y del poder económico. En Europa hay gobiernos de ultraderecha que han conseguido llegar al poder porque copiaron su receta. Hoy se termina de fraguar la internacional reaccionaria. Y sí, vamos a reconocerlo: da miedo. Juanlu Sánchez

DdA, XXI/5.885

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