Félix Población
Hemos comprobado hasta qué punto la oposición venezolana, que ya arrastraba el precedente ridículo de la autoproclamación de un presidente, volvió a hacer el ridículo con su segundo autoproclamado, el señor González, que después de visitar a no sé cuantos presidentes iberoamericanos (incluido el de USA) anunciando que estaría en Caracas el día de la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro, se guardó muy mucho de cumplir esta promesa. El Consejo Nacional Electoral de aquel país, con la aprobación del Tribunal Supremo de Justicia, ratificó a Maduro como presidente de aquella república y la oposición no aportó prueba alguna de que Edmundo González hubiese ganado en las urnas. Sin embargo, desde un medio de comunicación español, el diario La Razón, quien fue su fundador ha escrito una columna en la que dice mantener la esperanza de que la prensa internacional y la acción de alguna fuerza disuasoria descabalguen a Maduro de su altiva posición. Se deja entender por lo escrito y lo que añade Luis María Anson, autor del artículo, al calificar de lógico el llamamiento del expresidente de Colombia Álvaro Aribe a una acción armada internacional, que la esperanza para el nonagenario periodista en la acción de alguna fuerza disuasoria sería la que tantas veces se aplicó en Iberoamérica cuando las urnas no responden a los intereses de los grandes poderes oligárquicos internacionales. Anson sabe bien de los trágicos resultados que históricamente comporta lo que el llama la acción de alguna fuerza disuasoria, máxime cuando, como ocurre en Venezuela, por muy crecida que esté la oposición y los medios que la publicitan, los gobernadores y alcaldes elegidos democráticamente están con Nicolás Maduro, que cuenta también con el respaldo del Ejército y de una mayoría de la población, tal como muestran la manifestaciones multitudinarias. La última frase de la columna de Anson, afirmando que el admirable pueblo venezolano y la entera nación hispánica se merecen superar el despropósito actual, me parece de una indignidad flagrante porque quien sufriría la acción de esa "fuerza disuasoria" sería, sobre todo y como siempre, el pueblo, máxime -según nos enseña nuestra propia historia- cuando el conflicto armado podría desembocar en una guerra civil*.
*Alguien me ha recordado, a propósito de Anson en su ancianidad, su artículo de opinión también en el periódico que fundó, donde llama a rodear el Palacio de la Moncloa para impedir que Pedro Sánchez impulse la amnistía a los políticos catalanes encausados por su defensa del derecho de autodeterminación.
DdA, XXI/5.883
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