AYUSO NO CELEBRARÁ EL FIN DE LA DICTADURA GUERRACIVILISTA
“Somos dos países con memoria, con una clara conciencia del pasado, en particular del que no puede ni debe repetirse, ni siquiera como caricatura”, Felipe VI, ayer en Roma, con el deseo de que se manifieste en igual sentido en su próximo discurso de Navidad.
Félix Población
Pedro Sánchez, nuestro presidente del Gobierno que acaba de condecorar a la lideresa del partido italiano heredero de Mussolini, ha anunciado recientemente un centenar de actos en 2025 para celebrar los cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco (es un soplo la vida). A la presidenta de la Comunidad de Madrid no le ha sentado nada bien tal previsión, como si celebrar la democracia que ese fallecimiento trajo consigo no fuera pertinente.
Sin embargo, Isabel Díaz Ayuso ha manifestado que estará "con la democracia y contra el guerracivilismo". Como su partido se la librado muy mucho de corregirla -como debería hacer un partido demócrata-, parece bastante obvio que el Partido Popular absorberá a la extrema derecha -pues comulga con ella en similares creencias- en cuanto esta señora aspire a la Presidencia del Gobierno, que no será muy tarde.
Lo que ha venido haciendo con sumo denuedo y ardor retórico doña Isabel la de la mocedad falangista -como alguien recuerda en el vídeo-, desde que preside el gobierno de la Comunidad de Madrid, es ganar méritos para aglutinar, con declaraciones así, a la derecha cada vez más extremada a la que pertenece como militante y a la extrema derecha, a la que tiende porque le va, le va.
No celebrar el final de aquella dictadura miserable, impuesta por quienes vencieron en la guerra civil que promovieron con su golpe de Estado, es tan indigno como comprenderlos o admirarlos, pues fueron enemigos y enterradores de la democracia, así como guerracivilistas ejercientes con miles de ejecuciones y encarcelamientos al paso alegre de su paz, una vez terminada la guerra, en la que vencieron con la colaboración estelar del nazi-fascismo europeo.
No encontraremos en la derecha europea, al menos por ahora, un político con la representación institucional de Díaz Ayuso capaz de afirmar respecto a la conmemoración del final de una dictadura en su país (ya sea en Alemania, Italia o Portugal) lo que ha dicho doña Isabel de no conmemorar el final de la franquista. Con la particularidad, además, de que esta señora aspira y puede lograr el liderazgo del principal partido de la oposición, y llegar incluso a La Moncloa, siempre que se siga ganando a Vox* y a sus votantes con manifestaciones guerracivilistas como la comentada.
*Sí, me refiero al partido cuyos eurodiputados Hermann Tertsch y Jorge Buxadé han increpado al ex presidente Rodríguez Zapatero en un foro sobre violencia contra la mujer celebrado estos días en el Parlamento Europeo llamándolo "asesino". El guerracivilismo es su divisa, al modo de la dictadura que añoran.
¿FRANCO COMO PRETEXTO?
Justo Serna
Por lo que parece, al profesor Javier Varela, todo lo que emprende el PSOE, el partido socialista que encabeza Pedro Sánchez, es terrorífico, pérfido y equivocado.
O es fruto de la maldad y la deslealtad, o es resultado de la inoperancia y la torpeza. El presente acucia a Pedro Sánchez y por eso removería el pasado: para librarse de las amenazas.
Lo siento, Javier, pero repite sin originalidad alguna lo que Alberto Núñez Feijóo proclama un día y otro también. Yo sé que no le tiene aprecio al dirigente del Partido Popular porque lo cree insustancial. Yo también lo creo.
Pues imagine mi decepción cuando lo veo hablar como Feijóo. Me digo no puede ser, no puede ser. Es una pena que un historiador y un biógrafo de reconocido y justificado prestigio escriba algo tan grueso, tan basto.
Básicamente, usted censura el presunto guerracivilismo de los dirigentes socialistas, afeándoles el intento de ganar la contienda muchos años después de su derrota inapelable.
Pero hay más.
Afea también a esta organización su práctica desaparición. Vamos, que el partido socialista habría estado en gran medida ausente del antifranquismo.
Buena parte de las organizaciones políticas y sindicales del interior desaparecieron tras la total prohibición y persecución. Por otro lado, los dirigentes que pudieron marcharon al exilio para evitar el circo y el sarcasmo de la justicia franquista, para evitar la cárcel o la muerte.
Si hubo una oposición antifranquista capitaneada por el Partido Comunista fue, entre otras cosas, gracias a dirigentes como Federico Sánchez.
Hablo, claro, de Jorge Semprún, que solo y en compañía de otros, pudo reorganizar en el interior la lucha contra el régimen franquista. Además, un selecto grupo de hijos del régimen fueron apartándose de la fidelidad franquista de sus padres, de sus mayores.
Pensemos también en las comisiones obreras, que practicaron una política de infiltración.
Esto no quiere decir que todos los antifranquistas que estaban en el PCE fueran comunistas. Dentro precisamente del PCE había no pocos socialistas en firme oposición al régimen tiránico.
Ese régimen tiránico, al que podemos rebajar en su crueldad llamándolo autocracia (o sistema autoritario de pluralismo limitado, según la fórmula de Juan J. Linz) nos ha dejado un pesado lastre y ciertas y graves cuestiones humanas sin resolver.
Por supuesto, no hay una única memoria histórica. Pero sin duda sí que hay memorias familiares de víctimas, de perseguidos, de procesados, de torturados, etcétera, que merecen nuestro reconocimiento.
En 2025, guste o no, se cumplen cincuenta años de la muerte del dictador. Las editoriales (y no sólo las instituciones políticas) van a aprovechar razonablemente este hecho para vender libros, para difundir obras que enseñen a los jóvenes qué fue aquel régimen, en qué consistió su naturaleza cambiante y por qué duró su ensañamiento.
El auténtico proceso de reescritura del pasado, realizado con porfía y crueldad, se hizo bajo el franquismo. En la escuela y en las monografías y biografías que se publicaron sobre el Caudillo. Y ello, de una manera reiterada y sin sensibilidad alguna para con las víctimas o los derrotados.
Ser víctima o derrotado no te da necesariamente la razón. Ser víctima del franquismo o ser un antifranquista no es equivalente a ser demócrata o a luchar por la democracia. A ser demócrata se aprende, quien quiera aprender, claro.
El Generalísimo y sus más acérrimos seguidores objetaron y satanizaron la democracia parlamentaria pluripartidista. No sólo eso.
Ejecutar, reprimir, perseguir, etcétera, es un baldón, una mancha original y duradera que el régimen franquista jamás se quitará y que sus beneficiarios aún vivos no pueden olvidarse sin más. O no pueden decir que esto no va con ellos.
En Italia no se bromea sobre el fascismo. En Alemania no se bromea sobre el nazismo. En Alemania costó muchos años hasta que se pudo hacer historia y memoria de los hechos atroces cometidos bajo el Tercer Reich.
Las generaciones de los nietos nos han proporcionado libros de mucha enjundia sobre los fascismos y sobre las familias y sus responsabilidades, sobre las heridas y sobre las culpas.
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