miércoles, 27 de noviembre de 2024

UN DÍA DE LA GUERRA EN LA PLAZA 6 DE AGOSTO DE GIJÓN


Félix Población

Entre los miles de negativos del gran fotógrafo gijonés Constantino Suarez, depositados en el Muséu del Pueblu d'Asturies (MPA) de la ciudad cantábrica, me parece digna de destacar esta fotografía, sólo reconocible entre la niebla del olvido para quienes pertenezcan a la generación que vivió la Guerra Civil, de la que son ya pocos los presentes. La instantánea data del mes de octubre de 1936, según leo, y es anterior a las reformas urbanísticas del lugar, obligadas en parte porque algunos de los edificios fueron destruidos por la aviación sublevada, con la colaboración -como durante toda la guerra- de la Legión Cóndor. Es el caso de la construcción de dos plantas que da a la plaza y se encuentra entre las calles de Corrida y Los Moros, llamada entonces de Pí y Margall. Suárez dejó constancia también con su cámara del derrumbe ocasionado en la fachada. Más allá del edificio, siguiendo la calle de Corrida, reconocemos la única construcción que subsiste en la actualidad, el edificio del antiguo cine Robledo, obra del arquitecto Manuel del Busto, a quien también se debe el inmueble de Casa Lovelace, de estilo similar al art-decó, cuya torre asoma al fondo sobre el caserío. Es de consignar que la fotografía capta un momento apacible de la vida cotidiana en el corazón de la villa, después de sufrir los primeros bombardeos facciosos durante el mes de agosto, de los que el propio Constantino Suárez dejaría constancia en los periódicos locales de la época, sin que esos negativos estén entre los depositados en el MPA, según se me informó cuando escribí sobre los bombardeos por mar y aire que sufrió la villa hasta casi los mismos días de octubre de 1937 en que fue ocupada por las tropas sublevadas. Uno de ellos, muy cerca del edificio en el que vivían mis abuelos, en las inmediaciones de la plaza. Quizá fuera este el primer sentimiento de terror que experimenté de niño, no tanto al saberlo como al imaginarlo. Cuesta imaginar, viendo la hechura que tiene la ciudad actualmente, que hace menos de noventa años su aspecto era el de una villa provinciana decimonónica. Una parte cada vez menor de esa hechura urbana y arquitectónica es aún la que conserva la memoria de mi niñez y adolescencia, si bien no tiene en el recuerdo la nítida precisión de la fotografía de la Plaza del 6 de Agosto un día otoñal de guerra que nos dejó Suárez. Cualquiera de esas transeúntes podría ser mi abuela, a la ida o a la vuelta del vecino Mercado del Sur, con el pensamiento puesto en el hijo que se le fue al frente, reclutado por el gobierno. Puede que en su mentalidad de ciudadana nacida en el siglo XIX, las guerras en España -entre civiles y coloniales- formaran parte del transcurso esperado de su vida como hija de las clases populares. Sobre todo, por haberlas sufrido el pueblo en extremo a lo largo de toda una centuria y, más que en ninguna, en la última.

DdA, XX/5.834

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