Félix Maraña
Una revista de poesía, una revista de literatura, es siempre un acto de generosidad. Es un altavoz de la creación de los otros y quienes idean, dirigen, hacen y propagan la existencia de una revista están dando muestras de lo mejor del ser humano, esa hermosa virtud del entendimiento, la generosidad. Nunca he agradecido bastante ese momento de un otoño de 1972 en que el poeta Santiago Aizarna, al ver que el imberbe tenía interés por la poesía, me invitara generosamente a participar en la revista Kurpil, que acababa de nacer en San Sebastián. Sin más preámbulos, Aizarna me soltó:
– Vente el miércoles al Manhattan, muchacho.
Algo sé por tanto de lo que supone por dentro una revista de Literatura. Y cada vez que recibo una revista celebro el regalo.
Ahora nos llega un nuevo ejemplar de la revista Ítaca, dirigida por la poeta Isabel Marina, revista que tiene como lema y propósito coadyuvar a que la vida mejore: La poesía ayuda a vivir, como proclama en su portada.
Una entrevista con Luis Alberto de Cuenca, poemas, críticas, comentarios de libros, un florilegio de frescura en tiempos de desamor. Entre los y las poetas, algunos muy queridos y todos apreciados. Pero destaco la vindicación de la chilena Winétt de Rokha, compañera y madre de los hijos de Pablo de Rokha. Carmen Yáñez dice que Winétt es "la poeta que no debemos olvidar". Fue amiga, como su marido, de Jorge Oteiza en su vida en América, y el vasco recordaba con frecuencia aquella entraña, intelectual y humana, con la que la pareja trató al joven escultor en sus andanzas por Chile. No se puede comprender la poesía de Oteiza sin conocer la impresión que los Rokha y Huidobro causaron en su formación intelectual.
Larga vida a Ítaca, y gratitud a su mentora por este servicio a la cultura de nuestro tiempo. Desde Asturias para el mundo.
DdA, XX,5.822
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