DAMA DE PÓLVORA
No se puede encerrar la lumbre en una lámpara
aunque tengas las caderas de azúcar
tus labios sean crepúsculos suicidas
con la cósmica pasión de las ciervas.
Si me aplicas tu alcoholímetro
no verás en mí una sola intifada.
Se acabaron arcoíris programados
pero no la ebriedad minera.
Recuerda que no acudiste
al Empire State como Deborah
pero yo mantengo mi palabra:
moriré después de medianoche
no quiero estropearte los olvidos.
Se apacigua la perplejidad
a través de los canales.
Me habéis regado entre los dos
la vida que me queda.
Y ya todo está dulce
y en calma.
Ahora sólo os falta decirme
dónde venden
y cuánto cuestan
los gramos de alegría
que por hombre me tocan.
Valentin Martin, de "El gen inviolable" (Lastura Ediciones, 2019).
Feliz vida, maestro!!!
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